Muchos "cristianos" por encono usan de forma indistinta ambos términos, y más cuando se sienten atacados en cuanto la autenticidad de su iglesia.
Para demostrar que no es lo mismo, y que es resultado de la cerrazón, 2 evidencias: religiosa y bíblica.
Religiosa:
Muchos creyentes no-cristianos, como musulmanes, budistas, esotéricos y diversidad de sincretismos de origen oriental y occidental, admiten el mesianismo de Jesús de Nazaret. Si mal no tienen o entienden el mismo concepto de "mesías", todos le dan un significado profético, santo.
Así el musulmán entiende "mesías" como profeta campeador, los budistas lo interpretan como un arath (santo), bodhisattva (casi Buda) o un Buda (iluminado que que llegó al Nirvana). Y en general esotéricos y sincretismos lo comprenden como el Maestro de la Logia Blanca. Pero para todos es Mesías. Sin embargo, muchos de ellos no simpatizan con el cristianismo, unos de forma apática y otros de manera antipática. Los segundos son lo que por etimología sí son anticristianos. ¿Es malo? Es relativo. Para los cristianos fundamentalistas (no-latitudinarios) todas las religiones son falsas y malas, y Satanás su padre. Con esta actitud conservadora, ser anticristiano no es malo, compensa la balanza.
Con esta breve explicación, ser anticristiano no es ser antimesías, ni lo convierte en ello, pues muchos de ellos esperan la segunda epifanía de Jesucristo de forma gloriosa.
En lo personal y puedo demostrarlo, Jesús de Nazaret es Mesías, no mi-Mesías, pero reconozco su mesianidad. Es auténtico Mesías judío projudíos. Profeta sufriente siervo mártir de Yahveh. No mesías mexicano, mucho menos mío. Reconozco su profetismo judío mesiánico, enfatizo "judío", pues no aplica en mi laicismo mexicano ni mucho menos en mi forma agnóstica de ver el mundo. Además que simpatizo con su doctrina (de los Sinópticos). Luego entonces, le pese a quien le pese, no soy anticristo.
Bíblica:
1 Juan II, 18: “Hijitos, ya es el último tiempo; y según vosotros oísteis que el antiCristo viene, así ahora han surgido muchos antiCristo; por esto conocemos que es el último tiempo.”.
22-23: “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Ungido? Este es antiCristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre.”.
IV, 2-3: “En esto conoced el poder de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesús, el Cristo, ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesús, el Cristo, ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del antiCristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo”.
2 Juan I, 7: “Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesús, el Cristo, ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el antiCristo.”.
Solo estos 4 textos de las cartas juaninas hablan del antiCristo, y no lo encontrarán en el Apocalipsis como muchísimos cristianos podrían suponerlo. Ese personaje que se visualiza como un tipo poderoso, tal cual Lex Luthor enemigo de Súper Man, no existe en la Biblia, no existe en el NT. Es una creación apocalíptica resultado de la mezcla e interpretación de pasajes entre las cartas de Juan y el Apocalipsis.
Como puede leerse en los dos primeros textos, se mencionan muchos anticristos, definidos como aquellos que niegan que Jesús de Nazaret sea el Mesías, punto.
Los dos últimos se enfocan en la doctrina perniciosa del docetismo y gnosticismo (desde la perspectiva oficial), los cuales niegan que Jesús haya muerto, pues su ser divino es inmortal. Estas dos herejías de temprana edad, al parecer suscitaron el debate cristológico de la muerte aparente de Jesucristo. Él como ser divino no puede ni pudo morir, ello implica que la pasión y muerte fueron aparentes, una ilusión. Y yendo hasta el natalicio, también se dice que el Verbo Divino no pudo ser carne, se fusionó en algún momento del ministerio de Jesús, pero no nació siendo divino. Estas herejías son las que posiblemente inspiraron al autor de las cartas hablar en contra de ellos y catalogarlos como antiMesías (aunque etimológicamente sea incorrecto, pues no negaban la mesianidad).
En consecuencia, ser no hay "el antiCristo" sino "anticristos". Y ser anticristiano no implica ser antimesías.