EL SANTO MISTERIO DEL ESPÍRITU DE DIOS, COMO PALOMA BLANCA
La tierra se encontraba totalmente cubierta por las aguas y no recibía luz de lumbrera alguna; y fue entonces cuando nuestro Dios creador tomó la determinación de transformarla, que al pasearse su Santo Espíritu sobre la aguas y a pronunciar su poderosa palabra, se comenzó a realizar el proceso de transformación y de creación: "Descubriendo primero lo seco, creando la luz, haciendo germinar la vegetación, creando a los animales y a los primeros seres humanos. (Gn. 1: 2-27)."
Posteriormente cuando el diluvio, la tierra volvió a quedar totalmente cubierta por las aguas; y luego aconteció que una paloma blanca enviada a la segunda vez por Noé, al Espíritu de Dios simbolizó, sobre las aguas voló y trajo con posterioridad un ramo de olivo en el pico, para demostrar que lo seco se había descubierto en una parte del mundo. (Gn. 7: 17-24; y 8:10-11)
También se ha de referir acerca de esa paloma blanca, que cuando el Patriarca Noé la envió a volar fuera del arca por tercera vez, a ésta no volvió más; pero en el momento de realizarse el bautismo de Jesucristo en las aguas del Río Jordán, inmediatamente se vio al Espíritu de Dios en forma de paloma blanca, que como señal de los cielos descendió, sobre las aguas voló y encima de él se posó, en tan clara evidencia de justicia de que por aquella paloma enviada por Noé regresaba y se posaba sobre el cordero de Dios, para que de manera espiritual los hombres comenzaran una vida nueva en el mundo. (Gn. 8:12; y Mt. 3:16).
Para los seres humanos, ya no sería lo ocurrido en los tiempos antiguos, que con excepción de Noé, los escogidos de la fauna y otras siete personas, no hubo perdón para el mundo de ese entonces por causa del pecado, sino que el bautismo de arrepentimiento, la muerte de Jesucristo por todos nosotros los pecadores y los dones del Espíritu Santo, para darnos un nuevo nacimiento y una inmerecida salvación (Gn. 7:1-24; y 1ª de Pe. 3:18-20; y Jn. 3:1-7).
Finalmente, es de suma importancia lo dicho por Juan el bautista en el Río del Jordán: “he aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn. 1:21). Cordero sobre el cual de haberse bautizado en las aguas del Río Jordán, el Espíritu de Dios en forma de paloma blanca como señal se le posó, a la semejanza de aquella que reposó en el Arca de Noé, trayendo un ramo de olivo en el pico, cuando el diluvio.