Llega Semana Santa y, como casi todos los años, surge de la nada una noticia sorprendente relacionada con la sabana santa. La de 2012 viene de Reino Unido, donde el miércoles sale a la venta The sign: the shroud of Turin and the secret of the Resurrection (La señal: el sudario de Turín y el secreto de la Resurrección), libro en el cual el historiador del arte Thomas de Wesselow propone que la figura impresa en esa tela de lino habría creado en los apóstoles la ilusión óptica de la Resurrección.
“Vieron la imagen en la tela como un doble viviente de Jesús. En aquella época, las imágenes tenían una gran fuerza psicológica, se veían como parte de un plano diferente de existencia, como si tuvieran vida propia”, explicaba hace unos días el escritor a The Daily Telegraph. Y añadía: “Si se piensa en la experiencia de los apóstoles al entrar en la tumba tres días después de la crucifixión, en la penumbra, y ver una imagen que emerge de la mortaja…”. Deduzco de lo que he leído que el autor piensa que los seguidores de Jesús creyeron que su espíritu se había trasladado del cadáver a la tela que lo envolvía.
El autor de la crónica, Peter Stanford, no tiene claro a qué juega el académico metido a sindonólogo: “O es un oportunista que sólo persigue hacer dinero rápido con una teoría llamativa para lectores incautos como los de El enigma sagrado (Holy blood, holy grail) o Recuerdos del futuro de Erich von Däniken o es completamente sincero”. Sinceramente, me cuesta mucho creer que un historiador del arte se trague el origen neotestamentario de una pieza que iconográficamente encaja con la visión artística de Jesucristo en la Edad media. De Wesselow va a hacer dinero con su libro, seguro, porque lo que plantea es polémico: que la sábana santa contiene la imagen de Jesús y que, al mismo tiempo, la Resurrección no fue algo real, como creen millones de cristianos, sino una mera ilusión óptica.
El principal problema con el que topa esta nueva fantasía es que es imposible que el sudario de Turín envolviera el cuerpo de Jesús ni ningún otro en el siglo I, porque fue confeccionado en la Edad Media, ya que el lino data de “entre 1260 y 1390 (±10 años), con una fiabilidad del 95%”, según determinó el análisis del carbono 14 en 1988. Nadie ha refutado esos resultados, publicados en Nature, en ninguna revista científica. Así que el punto de arranque de la teoría de De Wesselow -que la tela estuvo en contacto con el cuerpo de Jesús de Nazaret- no se sostiene, como pasa con los argumentos a los que se suele recurrir para defender la sobrenaturalidad del sudario de Turín.
El exacadémico inglés ganará más dinero vendiendo sus estrafalarias ideas que dando clase y, con el tiempo, es posible que le inviten a congresos de sindonólogos como el que acogerá la Universidad de Valencia a finales de abril. Pero la sábana santa seguirá siendo una obra de arte medieval y la Resurrección, una creencia.