Los países se alinean como si de una nueva ‘guerra fría’ se tratase. En el lado del «sí» a la guerra contra Al Assad quedan Estados Unidos, Francia y Turquía. En el «no» se posicionan Alemania, Rusia y un inesperado socio: el Reino Unido. En el centro, solo una pregunta: «¿Habrá guerra en Siria?»
La democracia británica ha demostrado que tiene la última palabraincluso a costa de los intereses de un aliado de sangre o del propio presidente del país. Las intenciones de Cameron quedaron en papel mojado cuando 285 votos rechazaron anoche una intervención militar en Siria. «El Parlamento ha dicho esta noche que no debe haber participación militar, y no la habrá», sentenciaba el ministro de Defensa británico.
La decisión del Ejecutivo de secundar a su Parlamento pone en jaque la famosa «realpolitik» y define un futuro internacional en el que los instrumentos democráticos tienen el poder de paralizar el uso de la fuerza por parte de un Estado. Al menos en el Reino Unido.
Este nuevo e inesperado tablero militar deja a otra vieja democracia en muy mal lugar. Ahora Estados Unidos está todavía más solo en su elección de castigar a Bashar al Assad. Y no es una cuestión de fuerza, sino de imagen. «Estados Unidos no necesita en términos puramente militares a ningún aliado, pero por cuestiones de imagen diplomática no puede ir solo a la guerra», asegura Florentino Portero, experto en relaciones internacionales y director de la Casa Sefarad.
Y quien peor puede quedar es el presidente de los Estados Unidos: «Obama tiene muchas dificultades para convencer a su propio Parlamento de una operación que realmente no va a ninguna parte», explica Portero. La negativa de los Comunes otorga un apoyo extra a un Capitolio reticente. ¿Pero será suficiente?
Ocho de cada diez estadounidenses consideran que el presidente Barack Obama debería contar con la aprobación del Congreso de Estados Unidos antes de iniciar una intervención militar en Siria, según una encuesta de la cadena NBC en la que un 50% de los consultados aceptaría un ataque contra el país árabe, siempre y cuando tuviera carácter limitado y no incluyera el despliegue de tropas. Si el Capitolio dice no, ¿eso significa que no habrá guerra?
Una cuestión de imagen e intereses
Ser el líder es difícil, porque siempre hay que tomar las decisiones. Estados Unidos debe optar entre recordar a Bashar al Assad y al mundo «quién manda», como ha venido haciendo en el último siglo o, en la opinión de Florentino Portero, «meterse en una situación que no beneficia ni a Estados Unidos ni a la propia Siria». Así lo cree también el propio Martin E.Dempsey, jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas de EE.UU.. El general ha expresado en varias ocasiones los riesgos que supone una intervención militar «costosa y arriesgada». Sobre todo por el ¿Qué vendrá después?: «No existe un grupo moderado dentro de los rebeldes que esté preparado para ocupar el vacío de poder que dejaría el Gobierno de Assad», advertía Dempsey.
O en palabras de Florentino Portero: «Si hoy disparas un misil Tomahawk, mañana estás metido en una guerra civil que se te ha ido de las manos». Algo que los estadounidenses aprendieron bien en Irak.
Estados Unidos y sobre todo el presidente Obama se enfrentan a una elección imposible. Por una parte deben seguir siendo respetados como líderes mundiales; por otra es necesario preservar sus propios intereses y los de la población siria. ¿Qué pesará más? En la opinión de Portero, «Obama debe representar el papel que más odia, el de presidente de los Estados Unidos» y eso es así incluso con un Nobel de la Paz en la estantería. Un papel cuyo guión lleva escrito un siglo y que, según Portero, Obama acabará escenificando: «Estados Unidos se verá obligado a usar la fuerza porque Al Assad ha cruzado una línea roja que el propio Obama estableció: la prohibición del uso de armas químicas»
http://www.abc.es/internacional/20130830/abci-habra-guerra-siria-tras-201308301221.html