Dicen que gran parte de la culpa la tiene la película Quo Vadis, que nos hizo creer que Nerón era un loco (lo terminaría siendo) que tocaba la lira mientras Roma ardía, pasto de las llamas que él mismo había provocado.
Lo cierto es que, aunque el cine ha contribuido a fortalecer esa imagen caleidoscópica del emperador, ese dibujo del Nerón demente viene heredado desde la época del Imperio Romano.
No en vano, quienes más denostaron a Nerón escribieron para otra dinastía, como bien cuenta Santiago Tarín en Viaje por las mentiras de la Historia universal.
Según este apasionante libro, es cierto que el incendio de Roma sucedió durante el mandato de Nerón, pero lo que parece imposible es que el emperador tocara la lira mientras veía arder su ciudad: estaba de vacaciones junto al mar, cerca de su ciudad natal, a 50 kilómetros de Roma.
Además, fue el propio Nerón quien “envió al Ejército a sofocar las llamas, alojó a los damnificados en edificios públicos, favoreció la construcción de nuevas y mejores viviendas y abarató el precio del trigo” para evitar una hambruna posterior al desastre del fuego.
Este propio autor subraya que sus contemporáneos no son quienes más le señalan sino que son, como ya dijimos, los escritores de dinastías posteriores quienes le acusaron con más inquina.
Nuestra herencia dice que Nerón quemó Roma para reconstruirla y que después culpó de ello a los cristianos.
(CARICATURA: FIRGOA.USC.ES)
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