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General: Los mesiánicos, la hija mayor de la gran ramera
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: Apolonio  (Mensaje original) Enviado: 06/09/2013 05:55
Respuesta  Mensaje 1 de 14 en el tema 
De: ultimaedad  (Mensaje original) Enviado: 02/09/2013 19:01
La gran ramera es el catolicismo , por lo tanto el cristianismo en su totalidad son las rameritas. Son las hijas de la gran ramera.

Todo el cristianismo.  Todo.
 
Los judios-mesiánicos también son una ramerita, pues los judíos-mesiánicos usan la biblia que confeccionó la gran ramera, los judios-mesianicos creen en el mentiroso Pablo, la ramerita mesianica no escapa de ser una ramerita, son peor los mesianicos, pues son judaizantes y a la fuerza quieren que los cristianos crean en la tora.


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Turin Enviado: 06/09/2013 05:57

¿Qué habría pensado Jesús de Pablo?

¿Estaría de acuerdo con su doctrina y enseñanzas?

¿Apoyaría Jesús a Pablo como un vocero de su palabra?...

¿O estos dos personajes se contradecían escandalosamente?

Debemos recordar que Jesús nunca conoció a Pablo, los dos hombres no se reunieron ni una sola vez (al menos en persona). Los discípulos que conocieron a mejor a Jesús, como Pedro, Santiago y Juan, no han dejado escritos que expliquen cómo Jesús los veía o lo que consideraba como sería su misión. ¿Estuvieron ellos de acuerdo con las interpretaciones difundidas por Pablo en sus escritos? ¿O tal vez pensaban que este recién llegado a la escena, estaba dando complicadas vueltas teóricas sobre el lugar que tenía Jesús en el esquema de las cosas? Pablo afirmó que sus interpretaciones no eran de su propia invención, pero había llegado a él por “inspiración divina”, También afirmó que había conocido personalmente al Jesús resucitado, a pesar de que nunca lo había conocido durante su vida. Tal conocimiento, según él, fue adquirido a través de visiones.

Recordemos que el Nuevo Testamento, tal y como lo tenemos hoy en día, está mucho más dominado por Pablo de lo que parece a primera vista. Cuando abrimos el nuevo testamento, nos encontramos con los cuatro evangelios, en los que Jesús es el héroe, y no encontramos a Pablo como personaje hasta que nos embarcamos en la narrativa post-Jesús de los Hechos. Y entonces por fin entramos en contacto con el mismo Pablo en sus cartas. Pero esta impresión es engañosa: los primeros escritos del Nuevo Testamento son en realidad las cartas de Pablo, que fueron escritos hacia el año 50-60, mientras que los Evangelios no se escribieron hasta el período de 70 a 110 dC, o inclusive mucho tiempo después. Esto significa que las teorías religiosas de Pablo ya estaban antes que los escritores de los Evangelios quienes escribieron la “vida de Jesús” basándose en lo que ya Pablo había descrito y dándole un toque de “realismo histórico” para hacerlo más creíble y digerible al público gentil. Pablo está, en cierto sentido, presente desde la primera palabra del Nuevo Testamento. Esto no es, por supuesto, toda la historia, porque los Evangelios también se basan en tradiciones e incluso fuentes escritas que se remontan a una época anterior a los escritos de Pablo, y estas antiguas fuentes y tradiciones no fueron del todo borradas en la versión final y dan indicaciones valiosas de cómo era la historia antes de que los editores Paulinistas le dieran forma definitiva. Sin embargo, la formación y la perspectiva dominante de los evangelios es la de Pablo, por la sencilla razón de que fue el punto de vista Paulinista de la visión de Jesús en la Tierra el que triunfó en la Iglesia y de tal manera que a partir de esto, se desarrolló la historia. Muchas interpretaciones rivales (llámense hoy en día “apócrifos”), que en un tiempo habían sido ortodoxas, se opusieron a los distintos puntos de vista de Pablo, ahora se convirtieron en heréticas y quedaron excluidas de la versión final de las obras aprobadas por la Iglesia Paulina como el canon inspirado del Nuevo Testamento.

Esto explica el papel ambiguo y desconcertante de los discípulos de Jesús que figuran en los Evangelios. Son figuras en la sombra, que se les permite poca personalidad, excepto de una forma esquemática. También son retratados como estúpidos, que no entienden muy bien lo que Jesús está haciendo. Su importancia en los orígenes del cristianismo juega un papel muy importante. Por ejemplo, encontramos que inmediatamente después de la muerte de Jesús el líder de la iglesia de Jesús en Jerusalén es Pedro. Sin embargo, en los Evangelios, este Pedro no parece tener algo que ver con la misión de Jesús en la historia. Esto ocurre hasta tal punto que Pedro pasa a ser una figura de relativamente poca importancia en la historia post-Jesús, si se compara con el increíble apóstol Pablo, que sin siquiera conocer a Jesús, y solo confiando en su palabra de haberlo visto en “visiones”, se llegó a convertir en la punta de lanza de la cruzada Cristiana.

Al parecer la manipulación posterior de los evangelios le ha quitado protagonismo a los discípulos de Jesús, dándoselo casi enteramente a Pablo.

El simbolismo de la “Cruz” según Pablo. A nuestro Pablo no le bastaba ya con afirmar que, al igual que el dios-salvador desmembrado en la cruz celeste se había encarnado en hombre de carne y hueso, esta misma cruz celeste había tenido su reflejo material, tangible, en la cruz particular en la que había muerto dicho hombre. Pablo no se privará de ello, pero además será el único en su época y durante largo tiempo que, frente a la vergüenza cristiana general ante la cruz, construirá la base de una verdadera mística del “escándalo de la cruz”; júzguelo usted mismo:

1 Corintios 1,17-18 17 Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio; no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo. 18 Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.

(En otras versiones Bíblicas se sustituye la palabra “Locura” por “Necedad”)

Gálatas 5,11 11 Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha quitado el tropiezo de la cruz.

(En otras versiones Bíblicas se sustituye la palabra “tropiezo” por “escándalo”; inclusive en la versión Griega la palabra utilizada es “σκανδαλον” que puede significar tanto “escándalo” como “tropiezo”)

Gálatas 6,14 14 Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.

Efesios 2,15-16 15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.

Es cierto que en la Epístola a los Filipenses (2,8, y 3,18), en la Epístola a los Colosenses (1,20, y 2,14), y en la Epístola a los Hebreos (12,2) hace una alusión directa al instrumento material del suplicio de Jesús. Pero no es seguro que no le prestara un sentido infinitamente más gnóstico. Recordemos a su primer iniciador, Dositeo. Releamos, con este fin, esos pasajes de doble sentido:

Colosenses 2,14-15 14 anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, 15 y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.

Lo que, en el espíritu de Pablo, significa que se acuerda de las enseñanzas de su maestro Dositeo: para los gnósticos cristianos, los Arkontes (Potestades y Dominaciones secundarias, causa segunda del Cosmos) reinaban antes enteramente sobre el mundo material, sobre el Kenomio. Por el sangriento sacrificio de la cruz, se dice que Jesús apaciguó a su Padre celestial, y ahora son los Arkontes quienes, destronados, están prisioneros en el seno de los cuatro Elementos (la cruz cósmica).

Pero también aquí, en la mente de Saulo-Pablo, el Jesús histórico cede el puesto a un personaje imaginario, el Cristo Celeste, quien se sacrifica por el Hombre caído, y, al incorporarse a su esencia, lo transmuta y lo deifica. Cosas todas ellas que el hombre condenado por Pilato jamás había proyectado, y argumentos soteriológicos que se buscarían en vano en el Antiguo Testamento.

Se comprende que ante tales enseñanzas heréticas el judaísmo ortodoxo reservara a nuestro nuevo apóstol una acogida bastante mala. Y se comprende que el mundo helénico, con lo que comportaba ya de tradicional en los mitos paganos anteriores, aceptara discutir sobre el tema. El tiempo haría el resto, y especialmente la llegada al poder de emperadores cristianos.

Y no es seguro que el simbolismo del corazón de Zagreus, olvidado por la rabia ciega de los Titanes y del que Zeus hizo renacer al dios sacrificado, no sirviera de trama lejana al del Sagrado Corazón, para el que se ha construido toda una teología. Ese Sagrado Corazón que, por su misericordia potencial, hace renacer (o nacer) al hombre caído. ¡Permanencia casi eterna de los grandes mitos sagrados! Y los versos de Fernand Divoire vienen a la memoria:

Cendres du lourd passé oü brille para parcelles La substance du dieu, de Dyonisos mourant, Ah! Dégage-toi, ó Substance immortelle! O Coeur, échappe-toi, et renais, Dieu-enfant (Cenizas del pasado, donde a retazos brilla La sustancia divina de Dionisos moribundo, ¡Ay! ¡Despréndete ya, oh inmortal sustancia! ¡Oh Corazón! ¡Escapa, y renace, niño Dios!)

Cuando Hebreos habla de la “voz” de Cristo hoy (Hebreos 1,2 y; 2,11; 3,7; 10,5), ¿Por qué todo eso es extraído del Antiguo Testamento?

Cuando Pablo en Romanos 8,26 dice que "cómo debemos orar" ¿significa esto que no está enterado de que Jesús enseñó El Padre Nuestro a sus discípulos? ¡Era el momento perfecto para hacer referencia a esto!

Cuando el escritor de 1 Pedro 3,9 insiste en "no devolver mal con mal, sino que devuelvan bendiciones," ¿ha olvidado el "Enseña la otra mejilla" de Jesús?

Romanos 12 y 13 es una letanía de ética cristiana, como lo es la epístola de Santiago y partes de la instrucción de los "Dos Caminos" en la Didaché y en la epístola de Bernabé; pero aunque muchos de estos preceptos corresponden a las enseñanzas evangélicas de Jesús, ni una única alusión se hace en su dirección. ¡Nunca mencionan a Jesús siquiera como vocero de estas premisas! Dichos ejemplos podrían multiplicarse por docenas.

Debe notarse que esa media docena de "palabras del Señor" que Pablo promulga como guías para ciertas prácticas en sus comunidades cristianas no son de algún registro de pronunciamientos terrenales hechos por Jesús. Es una característica reconocida de los movimientos cristianos primitivos que los predicadores carismáticos como Pablo se creían a sí mismos en un estado de comunicación directa con el Cristo espiritual en el Cielo, recibiendo instrucción e inspiración de él. No hay conocimiento alguno del Jesús terrenal e histórico que hace apenas unos años caminó y predicó en tierras hebreas.

Ninguna epístola del primer siglo (incluyendo las de Pablo), aun cuando discuten el bautismo cristiano, menciona alguna vez, ya sea el propio bautismo de Jesús, o la figura de Juan el Bautista. ¡Asombroso!

En 1 Corintios 15, Pablo está ansioso de convencer a sus lectores de que los humanos pueden ser resucitados de la muerte.

Entonces,

¿Por qué no apunta a cualquiera de las tradiciones de que Jesús mismo había levantado a varias personas de la muerte?

¿Dónde está Lázaro?...

¡Qué mejor ejemplo que su misma resurrección!

¿Por qué no dice nada para ilustrarlo de forma convincente?

 


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: predikeitor Enviado: 12/09/2013 15:23


 
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