18:1 Habiendo dicho Jesús estas cosas, salió con sus discípulos al otro lado del torrente de Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró con sus discípulos.
18:2 Y también Judas, el que le entregaba, conocía aquel lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos. [Este era un lugar secreto en Getsemaní donde se reunían, y es aquí en el evangelio de Juan donde puede establecerse lo importante que era Judas en el complot. Judas conocía el lugar donde ellos se reuían, por esto los guió ya que Jesús era una figura conocida, pero al momento de ese arresto planeado de noche, ellos no podían fallar, y además de llegar al lugar debían tener la certeza de no equivocarse y que Jesús no fuera suplantado, por esto habían convenido que con el beso o el saludo habitual al Maestro se tendría esa señal; para ellos era muy importante detenerlo de espaldas al pueblo pues le temían a la multitud que apoyaba a Jesús]  
18:3 Judas, pues, tomando una compañía de soldados, y alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allí con linternas y antorchas, y con armas.
18:4 Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis?

El beso que no se registra aquí en Juan, se lo dio en el mismo momento en que llegó ¿cuando más?; Judas iba adelante del grupo de captores (Mat 22.47) porque era quien los guiaba al lugar; Jesús ya sabía a qué llegaban, y sabía quién venía adelante; y conforme llega, primero le recibe el beso, y de una vez va hablando a los que vienen atrás; por esto es que se atemorizan aún más sus captores, pues además de ya estar señalado  por el beso, al instante el Señor les dice sí “yo soy”, como quien dice, “sí, Judas no los engañó con el beso, yo soy el que ustedes buscan”

Juan complementa a los demás evangelios en la narración de esta escena, al registrar que Judas fue importante en el arresto de Jesús ya que sabía del lugar en Getsemaní donde se reunían, y además es quien revela lo aterrados que estaban sus captores.