Ofrecer un sacrificio literal humano hubiera sido un insulto a Jehová, un acto detestable que transgredía su ley.
18:9 Cuando entres a la tierra que Jehová tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las abominaciones de aquellas naciones.
18:10 No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego...
18:12 Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti.
Jefté sabía que bien podría salir a su encuentro su propia hija, y los padres tenían derecho de ofrecer sus hijos para el servicio especial a Jehová en relación con el templo. Así ocurrió con Samuel, prometido al servicio del santuario a través del voto hecho por su madre. Sansón fue otro hijo dedicado especialmente al servicio de Dios como nazareo.
La ley registraba la autoridad del padre sobre la hija en caso que existiera un voto que la dedicara como ofrenda a Jehová, como persona que perduraría al servicio de Dios en el templo
30:3 Mas la mujer, cuando hiciere voto a Jehová, y se ligare con obligación en casa de su padre, en su juventud;
30:4 si su padre oyere su voto, y la obligación con que ligó su alma, y su padre callare a ello, todos los votos de ella serán firmes, y toda obligación con que hubiere ligado su alma, firme será.
30:5 Mas si su padre le vedare el día que oyere todos sus votos y sus obligaciones con que ella hubiere ligado su alma, no serán firmes; y Jehová la perdonará, por cuanto su padre se lo vedó.
…
30:16 Estas son las ordenanzas que Jehová mandó a Moisés entre el varón y su mujer, y entre el padre y su hija durante su juventud en casa de su padre.
De esta manera Jefté llevó a su hija al santuario, en aquel entonces ubicado en Siló, y debió acompañar su presentación con una ofrenda quemada animal, según la Ley.
Este ofrecimiento fue un sacrificio para Jefté, que no tenía más hijos. Ningún descendiente suyo llevaría su nombre y su herencia en Israel. Ella no lloró su muerte, sino su virginidad, puesto que el deseo de todo israelita, hombre o mujer, es tener hijos y mantener vivos el nombre y la herencia de la familia. Por esto las compañeras de la hija de Jefté la visitaban periódicamente.
11:40 Y se hizo costumbre en Israel, que de año en año fueran las doncellas de Israel a endechar a la hija de Jefté galaadita, cuatro días en el año.