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En la Inscripción Duenos datada en el siglo VI a. C. aparece la primera muestra conocida del alfabeto latino.
El alfabeto latino que actualmente es uno de los sistemas de escritura dominantes tiene un antiguo origen y ha sufrido una larga evolución histórica desde su aparición en el siglo VII a. C.
Se cree generalizadamente que el origen del alfabeto latino está en la variante occidental del alfabeto griego usado en Cumas, una colonia griega del sur de Italia (Magna Grecia), los latinos adoptaron una variante de este alfabeto, a través de los etruscos, en el siglo VII a.C. para transcribir su idioma, al igual que hicieron otros pueblos itálicos de la época. Del Alfabeto de Cumas derivó el alfabeto etrusco y los latinos finalmente adoptaron 21 de las 26 letras etruscas.
Reproducción de la tablilla masiliana con el alfabeto etrusco, que se leía de dcha. a izq.
Una leyenda romana atribuye la introducción de la escritura a un tal Evandro, hijo de la Sibila, supuestamente 60 años antes de la guerra de Troya, pero no hay ninguna base histórica que sustente semejante fábula.
Originalmente el alfabeto latino constaba de las siguientes letras:
- La letra C representaba el fonema /g/
- La letra I servía tanto para /i/ como para /j/.
- La letra V también servía para dos sonidos /u/ y /w/.
Latín arcaico[editar]
Caligrafía original del alfabeto latino arcaico y sus distintas variantes.
La letra K fue marginada en favor de la C, que entonces tomó los valores de /g/ y /k/. Probablemente durante el siglo III a. C. la letra Z cayó en desuso, tomando su posición alfabética la letra G, una modificación de la letra C. Según Plutarco la idea de ponerle un palito a la C para poder diferenciar cuándo representaba al fonema /g/ fue de Spurius Carvilius Ruga. De forma que quedó la representación C = /k/, G = /g/. Así el alfabeto volvió a tener 21 letras:
Latín clásico[editar]
Tras la conquista de Grecia en el siglo II a. C. se reintrodujo la «Z» y se adoptó la «Y», colocándolas al final del alfabeto. El intento del emperador Claudio de introducir tres letras adicionales, las letras claudias, tuvo una vida muy corta. El nuevo alfabeto latino contenía entonces 23 letras que ya tenían la forma de nuestras mayúsculas:[1]
Letra | A | B | C | D | E | F | G | H | I | K | L | M |
Nombre |
ā |
bē |
cē |
dē |
ē |
ef |
gē |
hā |
ī |
kā |
el |
em |
Pronunciación (AFI) del nombre |
/aː/ |
/beː/ |
/keː/ |
/deː/ |
/eː/ |
/ef/ |
/geː/ |
/haː/ |
/iː/ |
/kaː/ |
/el/ |
/em/ |
Letra | N | O | P | Q | R | S | T | V | X | Y | Z |
Nombre |
en |
ō |
pē |
qū |
er |
es |
tē |
ū |
ex |
ī graeca |
zēta |
Pronunciation (AFI) del nombre |
/en/ |
/oː/ |
/peː/ |
/kʷuː/ |
/er/ |
/es/ |
/teː/ |
/uː/ |
/eks/ |
/iː ˈgraeka/ |
/ˈzeːta/ |
Cabe destacar la ausencia de alguna letra equivalente a la j. Los romanos usaban la i tanto para representar el fonema /i/ como el /j/, por ejemplo en palabras como Iulius o iustitiae (Julio y justicia respectivamente).
Inscripción en letras mayúsculas cuadradas en las termas de Julius Justus.
Existe controversia sobre el nombre latino de algunas letras. Los romanos no adoptaron sus nombres griegos, que tienen origen semítico. En general los nombres de las consonantes oclusivas se formaron añadiendo una /eː/ después del sonido representado por la letra (con la excepción de C, K, y Q que necesitaron vocales diferentes para diferenciarlas) mientras que al resto de las consonantes se les añadió la /e/ antes del su sonido, siendo el nombre de las vocales simplemente su sonido. Cuando se introdujo la letra «Y» probablemente se llamaría hy /hyː/ como en griego (el nombre upsilon todavía no existía) pero cambió a «i graeca» (i griega) porque para los latino parlantes resultaba difícil diferenciar entre los sonidos /i/ e /y/. Para la «Z» se adoptó su nombre griego, zeta.
Trozo de papiro escrito con caligrafía cursiva romana antigua con extractos de discursos pronunciados al Senado bajo el reinado de Claudio.
En la época coexistían dos tipos de caligrafía:
Alfabeto en caligrafía uncial.
Las minúsculas, que no existían hasta entonces, se desarrollaron a partir de la cursiva romana nueva como las minúsculas visigóticas o merovingia se originaron de la evolución de las escrituras del Bajo Imperio romano conocidas como uncial, semiuncial y minúscula cursiva. La capital siguió usándose para las inscripciones importantes y para títulos, rúbricas y otros elementos textuales de ámbito librario y documental que sirven para llamar la atención del lector.[2] En las lenguas que en la actualidad usan el alfabeto latino generalmente usan las mayúsculas para empezar párrafos o frases y para los nombres propios. Las reglas para el uso de las mayúsculas evolucionaron con el tiempo y según las distintas lenguas. Por ejemplo en el inglés antiguo y en el castellano medieval raramente se usaban las mayúsculas incluso para los nombres propios, mientras que en el inglés del siglo XVIII era corriente que todos los nombres, comunes y propios, se escribieran con mayúsculas, al igual que ocurre en el alemán moderno.
Por su parte, la normalización ortográfica en el castellano y, con ella el uso regulado de mayúsculas y minúsculas, no se consiguió hasta que se difundieron las directrices publicadas por la Real Academia de la Lengua fundada en el siglo XVIII. Debido a la cristianización, el alfabeto latino se extendió por el norte de Europa a pueblos que no conocían la escritura o que poseían sistemas gráficos diferentes, como el alfabetos rúnicos. Lo mismo sucedió con otros pueblos que hablaban lenguas no latinas, como las lenguas bálticas como el lituano y el letón, y los de lenguas no-indoeuropeas como el finés, el húngaro y el estonio. Durante la Edad Media también adoptaron el alfabeto latino las lenguas eslavas occidentales que originarían los modernos polaco, checo, croata, eslovaco y esloveno, cuyos territorios quedaron dentro de la órbita de la Iglesia Católica. Mientras que los pueblos eslavos orientales que quedaron bajo la influencia de la Iglesia Ortodoxa adoptaron el alfabeto cirílico.