De manera similar al cristianismo, la reencarnación no es admitida como doctrina oficial, si bien aparece dentro de la Cábala. En el Zohar (2.99b) se lee: «Todas las almas están sujetas a la transmigración, y los hombres que no conocen los caminos del Señor, que sean bendecidos; ellos no saben que están siendo traídos delante del tribunal, tanto cuando entran en este mundo como cuando salen de él. Son ignorantes de las muchas transmigraciones y pruebas secretas que deben de pasar».
Gnosticismo[editar]
Cristianismo[editar]
El cristianismo oficial actual rechaza la reencarnación de manera mayoritaria por considerarla una doctrina contraria a la Biblia,[2] difícilmente armonizable con la creencia en la resurrección, y ajena a la concepción salvífica que mantiene esta religión. La doctrina de la reencarnación fue abolida por el emperador Justiniano, pero la abolición no fue firmada por el Papa, a quién Justiniano encarceló por negarse a firmarla. Solamente la firmaron los obispos del concilio que convocó Justiniano para la abolición, pues originalmente eran los emperadores quienes convocaban los concilios en vez de los Papas.
No obstante algunas denominaciones cristianas, tratadas como apóstatas por la corriente principal del cristianismo, han promovido la creencia en la reencarnación (principalmente el Nuevo Pensamiento e iglesias de la Nueva era) o espíritus (muchas iglesias espiritualistas se identifican a sí mismas como cristianas). Estos grupos normalmente aseguran que tales doctrinas se pueden encontrar en la Biblia[3] o en la tradición cristiana primitiva.
Cristianismo antiguo[editar]
Diversos grupos cristianos en los primeros tiempos, como los gnósticos, asumieron la creencia en la reencarnación, como elemento fundamental desde muy pronto, ya que esta concepción estaba muy extendida en el mundo clásico y antiguo. Algunos de los Padres anteriores al Concilio de Nicea I para combatir esta filosofía trataron este tema en sus escritos, rechazándola abiertamente y tratando de mostrar sus contradicciones a un pueblo que en aquellos días, probablemente, no tenía problema en asumir dicha creencia, dentro del marco del cristianismo primitivo, al estar éste influido por muchas tradiciones anteriores.
Tertuliano posiblemente fue el escritor que trató con mayor profundidad el tema, dedicando ocho capítulos de su tratado sobre el alma[4] a la cuestión de la reencarnación.
Orígenes en cambio, se muestra ambiguo cuando favorece a la reencarnación en sus escritos y otras veces la rechaza.[5]
Otros autores como Ireneo de Lyon,[6] además de Orígenes,[7] también trataron de refutar en repetidas ocasiones la creencia en la reencarnación.[8]
http://es.wikipedia.org/wiki/Reencarnaci%C3%B3n#Religiones_del_oeste_y_tradiciones