Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

FORO LIBREPENSADOR SIN CENSURA
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 GENERAL 
 REGLAS DE ESTE FORO LIBRE 
 Panel de quejas 
 CONCORDANCIAS BIBLICAS 
 PANEL DEL ADMINISTRADOR BARILOCHENSE 6999 
 
 
  Herramientas
 
General: Porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 6 en el tema 
De: Apolonio  (Mensaje original) Enviado: 12/09/2014 20:30
 Porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo.
Constantino es señor del dia de reposo, el domingo
Constantino El Grande: Cambió el Día Sábado de descanso por el Domingo

  • El domingo fue declarado día de reposo el 7 de marzo del 321 sustituyendo así el sábado por el domingo, en el cual los mercados permanecerían cerrados, así como las oficinas públicas (excepto para el propósito de la liberación de esclavos). No había restricciones para el trabajo en las granjas.

Para muchos historiadores modernos, algunas de las decisiones que adoptó el emperador Constantino marcaron el tránsito del mundo antiguo al medieval. Constantino gobernó el Impero Romano durante treinta años, hasta su muerte en Nicomedia (actual Izmir, Turquía) el 22 de mayo de 337. Fundador de Constantinopla en lo que era la antigua ciudad griega de Bizancio, en la Iglesia ortodoxa se le venera como santo, y la Iglesia romana le considera un gran benefactor de los cristianos, religión que legalizó promulgando un edicto de tolerancia en el año 313 (Edicto de Milán).

No obstante, cuando la capital del Imperio se trasladó de Roma a Constantinopla, en Oriente, se inició una larguísima decadencia económica que marcaría buena parte de la Edad Media. A los europeos les llevaría casi un milenio recuperar su protagonismo político e influencia económica en el mundo. Ésta no se produciría hasta la era de los grandes descubrimientos geográficos y la posterior colonización de América y otros continentes.

Otra de las decisiones que determinaron la historia de Occidente en los siglos venideros, fue la refundación del cristianismo como una religión de Estado adaptada a las necesidades del Imperio, y bajo la apariencia de una nueva Iglesia institucionalizada, católica y romana. Los cristianos, en adelante, no sólo deberían obediencia a Dios, sino al emperador. Paradójicamente, con el devenir de los siglos, acabaron siendo los monarcas cristianos quienes tuvieron que rendir obediencia a los papas, herederos de los antiguos césares, y someterse a su voluntad.

Tras haberse desembarazado de todos sus rivales políticos, Constantino convocó el primer concilio ecuménico en la ciudad asiática de Nicea (Bitinia, hoy en Turquía) en 325, que legalizó la práctica del cristianismo en el Imperio Romano y puso fin a las persecuciones. Se considera que esto fue esencial para la expansión de esta religión por toda la cuenca mediterránea, y los historiadores, desde Lactancio y Eusebio de Cesarea, hasta nuestros días, presentan a Constantino como el primer emperador cristiano, aunque vivió como pagano y no se bautizó hasta encontrarse en su lecho de muerte. Se dice que sus colaboradores y allegados le temían tanto, que nadie se atrevió a tocar el cadáver hasta que hubieron transcurrido siete días desde el óbito.

A lo largo del siglo III el Imperio Romano había sufrido diversas crisis de variada índole –económicas, demográficas, pandémicas, políticas y militares– que a punto estuvieron de destruirlo. A principios del siglo IV, tras alcanzarse una solución de compromiso, el Imperio estaba dividido en dos mitades, una oriental y otra occidental, y gobernado por dos emperadores mayores o augustos, y dos emperadores menores o césares, que eran a su vez los sucesores reconocidos de los primeros.

Diocleciano y Maximiano eran los augustos, y Constancio Cloro (padre de Constantino) y Galerio, compartían el poder como césares. El joven Constantino sirvió en la corte de Diocleciano en Nicomedia tras el nombramiento de su padre como uno de los dos césares de la tetrarquía en 293. El año 305 marcó el final de la primera tetrarquía con la renuncia de los dos augustos, Diocleciano y Maximiano. De esta forma los dos césares accedieron a la categoría de augustos y dos oficiales ilirios fueron nombrados nuevos césares. La segunda tetrarquía quedaba así formada: Constancio Cloro y Severo II, como augusto y césar respectivamente, en Occidente, y Galerio y Maximino en la parte oriental del imperio, también como augusto y césar cada uno.

Sin embargo, Constancio Cloro cayó enfermo durante una expedición punitiva contra los pictos en Caledonia (actual Escocia), muriendo el 25 de julio de 306. Su hijo Constantino se encontraba junto a él en su lecho de muerte en Eburacum (actual ciudad de York, Inglaterra), en la Britania romana, donde su leal general Croco, de ascendencia germana, y las tropas leales a su padre le proclamaron augusto. Simultáneamente, el césar occidental, Severo II, era a su vez proclamado augusto por Galerio. Ese mismo año el Senado –según la vieja fórmula republicana– nombró césar a Majencio, hijo del anterior tetrarca Maximiano, y éste último regresó también a la escena política reclamando para sí el título de augusto.

Comenzó otro largo periodo de conflictos y guerras civiles que se prolongó por espacio de veinte años. Severo fue traicionado por sus tropas; entretanto Constantino y Maximiano concertaban una alianza. Al final del año 307 había 4 augustos: Constantino, Majencio, Maximiano y Galerio, y un solo césar: Maximino.

A pesar de la mediación de Diocleciano, que se mantuvo neutral intentando actuar como árbitro en la disputa, al final del año 310 la situación era aún más confusa con 7 augustos: Constantino, Majencio, Maximiano, Galerio, Maximino, Licinio –al que había introducido en la pugna el propio Diocleciano rompiendo su neutralidad– y Domicio Alejandro, vicario de África que se había proclamado augusto. Los vicarios eran lugartenientes designados por el emperador, que les enviaba en su representación a las provincias que no estaban regidas por un gobernador. Después de las reformas administrativas de Constantino, se dio el nombre de vicario a los gobernadores de la mayoría de las diócesis, y ejercían su autoridad en ausencia de sus titulares, los prefectos del Pretorio.

En medio de este entorno convulso comenzaron a desaparecer candidatos: Domicio Alejandro fue asesinado por orden de Majencio; Maximiano se suicidó asediado por Constantino, y Galerio falleció por causas naturales.

Majencio fue relegado por los tres augustos restantes y finalmente vencido por Constantino en la decisiva batalla del Puente Milvio, en las afueras de Roma, el 28 de octubre de 312. Una nueva alianza entre Constantino y Licinio selló el destino de Maximino que se suicidó tras ser vencido por éste en 313.

A partir de este punto el Imperio quedaba dividido entre Licinio, en Oriente, y Constantino en Occidente. Tras los enfrentamientos iniciales, ambos firmaron la paz en Sárdica en 317. Durante este periodo ambos nombraron césares según su conveniencia entre los miembros de su familia y círculo de confianza. En el 324, nuevos enfrentamientos terminaron con la victoria de Constantino sobre Licinio en Adrianópolis y Crisópolis.

Constantino representa el nacimiento de la monarquía absoluta, hereditaria y por derecho divino, algo hasta entonces inusual en el Imperio Romano que siempre conservó sus estructuras republicanas. Es más, el título de “Imperator” equivalía al de Generalísimo o Comandante en Jefe de los Ejércitos, no era un título monárquico. Los primeros emperadores, desde César, fueron dictadores vitalicios por acumulación de cargos. César y Augusto se convirtieron en dictadores tras ser reconocidos por el Senado como únicos cónsules. El consulado estaba compartido por dos cónsules elegidos por el Senado.

En cualquier caso, la formula monárquica absolutista, sancionada por la Iglesia, e inaugurada por Constantino el Grande, tendría su continuidad tras la desaparición del Imperio, a lo largo de toda la Edad Media y, en muchos casos, hasta el siglo XX. Así, los monarcas medievales lo eran “Por la Gracia de Dios” y los títulos “káiser” y “zar” eran transcripciones derivadas de la palabra “césar”. Asimismo, durante el Medievo hubo varios intentos de restaurar el viejo imperio bajo la apariencia de un Sacro Imperio Romano.

Durante el reinado de Constantino se introdujeron importantes cambios que afectaron a todos los ámbitos de la sociedad del Bajo Imperio. Reformó la corte, las leyes y la estructura del Ejército. Las legendarias legiones romanas desaparecieron y fueron substituidas por cuerpos de infantería pesada muchos más reducidos, y unidades de caballería principalmente.

Pero, seguramente, Constantino sea más conocido por ser el primer emperador romano que permitió el libre culto a los cristianos. Su conversión al cristianismo, de acuerdo con las fuentes oficiales cristianas, fue el resultado inmediato de un presagio antes de su victoria en la batalla del Puente Milvio (312). Tras esta visión extática, Constantino adoptó un nuevo estandarte para marchar a la batalla al que llamaría Lábaro. La visión de Constantino se produjo en dos partes: en primer lugar, mientras marchaba con sus soldados vio la forma de una cruz frente al Sol (Apolo). Tras esto, tuvo un sueño en el que se le ordenaba poner un nuevo símbolo en su estandarte, ya que vio una cruz con la inscripción «In hoc signo vinces» («Con este signo vencerás»). Mandándolo pintar de inmediato en los escudos de sus soldados, venció a Majencio. En los siglos venideros las cruces figuraron en los escudos de casi todos los ejércitos cristianos. Se dice que tras estas visiones, y por el resultado de la batalla del Puente Milvio, Constantino se convirtió de inmediato al cristianismo. Pero, tal vez fue así por razones políticas.

Una buena parte del ejército romano seguía el culto mitraico, de origen oriental, aunque es cierto que el cristianismo también había ganado muchos conversos entre los soldados y oficiales. Había una buena razón para ello: ambas religiones prometían una vida después de la muerte. Aspecto éste que siempre despertaba el interés de los militares, que arriesgaban la vida constantemente en el combate.

Se cree que la influencia de Elena, su madre, que era una devota cristiana, fue decisiva. No obstante, Constantino, siguiendo una extendida costumbre de la época, no fue bautizado hasta estar cerca de la muerte (337), y fue un obispo arriano, Eusebio de Nicomedia, que no católico, quien le bautizó. Posiblemente, la elección del obispo de Nicomedia fuese un guiño político hacia los arrianos. El arrianismo había sido condenado por la nueva Iglesia católica surgida tras el Concilio de Nicea (325), pero eran muchos los soldados y oficiales, de origen germánico sobre todo, que profesaban esta doctrina cristiana. Eusebio, además, era amigo de la hermana de Constantino, lo que probablemente facilitó el indulto y su vuelta desde el exilio para bautizar al agonizante emperador.

Poco después de la batalla del Puente Milvio (312), Constantino entregó al papa Silvestre I un suntuoso palacio que había pertenecido a Diocleciano, perseguidor de los cristianos, con el encargo de construir una gran basílica dedicada al culto cristiano.

El nuevo edificio se construyó sobre los antiguos cuarteles de la Guardia Pretoriana, y actualmente se la conoce como Basílica de San Juan de Letrán. En 324 el emperador hizo construir otra magnífica basílica en la colina Vaticana, en el mismo lugar donde, según la tradición cristiana, martirizaron a san Pedro: ésta fue la Basílica de San Pedro.

El Edicto de Milán despenalizó la práctica del cristianismo y se devolvieron las propiedades confiscadas a la Iglesia. Tras el edicto de tolerancia se abrieron nuevas vías de expansión para los cristianos, incluyendo el derecho a competir con los paganos en el tradicional “cursus honorum” para acceder a las altas magistraturas del Estado, y también ganaron una mayor aceptación e influencia dentro de la sociedad civil en general. Se permitió la construcción de nuevas iglesias y los líderes cristianos alcanzaron una importancia decisiva.

Envalentonados por las nuevas prerrogativas concedidas por el emperador, los obispos nicenos (católicos) adoptaron unas posturas agresivas hacia otros grupos cristianos a los que consideraban heréticos –especialmente los arrianos– y empezaron a mostrar un carácter abiertamente revanchista hacia los paganos que prefirieron seguir fieles a los antiguos dioses y no aceptaron bautizarse.

Aunque el cristianismo no se convertiría en “única” religión del Imperio hasta que Teodosio así lo dispuso con la promulgación del Edicto de Tesalónica en el año 380, Constantino dio un gran poder económico a los cristianos: les concedió numerosos privilegios y exenciones fiscales, e hizo importantes donaciones a la Iglesia procedentes de las propiedades confiscadas a sus enemigos políticos, algunos de ellos paganos. Asimismo, apoyó la reconversión de muchos templos paganos en iglesias, y dio preferencia a los cristianos en los puestos preeminentes de la administración del Estado.

Como resultado de todo esto, las controversias que habían existido entre los cristianos desde mediados del siglo II, eran ahora aventadas en público, y frecuentemente de una manera violenta. Constantino consideraba que su deber como emperador designado por Dios, era acabar con los desórdenes religiosos, y convocó el Concilio de Nicea (325) para, según él, terminar con los cismas doctrinales que dividían a la Iglesia, especialmente el arrianismo.

Los historiadores señalan, no obstante, que su principal preocupación era la unidad del Imperio, recientemente restituida, y que se podía ver nuevamente resquebrajada debido a estas divergencias religiosas. Muchos consideran que Constantino «creó» la Iglesia católica confiriéndole su impronta personal, y que ésta perduraría mucho tiempo después de su muerte. Los papas lucharon por la unidad de la Iglesia con tanto ahínco y determinación, como Constantino lo hizo por mantener la integridad territorial del Imperio Romano, en el que ya habían empezado a manifestarse los primeros síntomas de la enfermedad que habría de ponerle fin un siglo y medio después.

En Nicea, el emperador impuso el dogma de la Santísima Trinidad presionado por los obispos reunidos en el concilio partidarios del mismo. Uno de los principales motivos de discordia entre los cristianos, aunque no el único. Por otra parte, los defensores de la Iglesia católica sostienen que las bases del dogma ya se daban en la iglesia primitiva, unos 200 años antes de celebrarse el concilio. Así como la definición de «católico», término que proviene del griego καθολικός (katholikós) y que significa “universal”.

Varias creencias que serían luego consideradas dogmas de fe en la Iglesia romana, se forjaron durante las discusiones teológicas habidas en el Concilio de Nicea. Y, aunque la intervención del emperador haciendo valer su posición fue determinante, el análisis de las cartas escritas por Constantino, evidencia en ellas una acusada carencia de formación teológica, por lo que algunos estudiosos descartan la posibilidad de que el emperador pudiese haber influido en la posterior doctrina de la Iglesia debido, justamente, a su profundo desconocimiento en la materia.

Asimismo, muchos se preguntan por qué el papa Silvestre I no asistió a dicho concilio ecuménico, siendo él el más adecuado para presidirlo. Por esto algunos especialistas sostienen que el motivo de su ausencia fue que Constantino estableció en Nicea una nueva religión sincretizada, mezclando elementos paganos y cristianos, y rompiendo definitivamente con las fuentes judías de las cuales procedía el cristianismo original. El resultado final de esta fusión de elementos paganos y judeocristianos habría sido, según esta teoría, la Iglesia católica romana que ha perdurado, con escasísimos cambios, hasta nuestros días.

Constantino inauguró el Concilio de Nicea vestido pomposamente, como un auténtico rey-sacerdote, algo totalmente ajeno a los sobrios usos y costumbres romanos, y más propio de los reyes orientales. El emperador abrió el concilio con un solemne discurso pronunciado en griego, y ataviado con unos pesados y vistosos ropones talares adornados con lujosos brocados hechos en oro y plata. Una imagen que se corresponde más con la de un papa medieval, que con la de un clásico emperador romano.

Entre los títulos que solían ostentar los emperadores –aunque no todos– estaba el de “pontifex maximus” o sumo pontífice, un vestigio honorífico de la época republicana a la que los césares jamás concedieron demasiada importancia. Pero en Nicea, durante el concilio, Constantino ejerció de sumo pontífice a todos los efectos, tal vez, por primera y única vez en la dilatada historia del Imperio Romano.

Varios años después, el emperador Graciano el Joven (muerto en 383) influenciado por Ambrosio, obispo de Milán, prohibió definitivamente los antiguos cultos paganos en todo el Imperio. Acto seguido, renunció al título de “pontifex maximus” por considerarlo incompatible con la fe cristiana, apagó el fuego sagrado del templo de Vesta, y retiró el altar de la Victoria del Senado, a pesar de las protestas de los últimos miembros paganos del Senado. Como represalia, Graciano confiscó sus propiedades; prohibió las donaciones materiales a las Vestales; y abolió otros privilegios que poseían los sacerdotes y sacerdotisas paganos. En apenas dos generaciones, los cristianos pasaron de ser perseguidos, a convertirse en implacables perseguidores de los paganos. El edicto de tolerancia, convirtió a los cristianos en intolerantes que persiguieron a los paganos con la misma saña con la que éstos les habían perseguido a ellos.

Habían existido otros concilios antes que el de Nicea, pero éste fue el primero con carácter ecuménico universal y contó con la participación de alrededor de 300 obispos, lo que supuso una minoritaria participación si tenemos en cuenta que a lo largo del Imperio había alrededor de 1000 obispos.

La importancia de aquel histórico concilio residió en la confección del llamado credo niceno (redactado en griego, no en latín) que, esencialmente, permanece inmutable en su contenido casi 1700 años después de su celebración. Por otra parte, la comunión entre el Estado y la Iglesia remozada surgida del concilio, favoreció enormemente la expansión del nuevo cristianismo católico a través del Imperio con una fuerza inusitada.

Fuente
Wikipedia
 


Primer  Anterior  2 a 6 de 6  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 6 en el tema 
De: GOYOBRITO Enviado: 12/09/2014 21:21
Allá Constantino y su domingo ¿Es lícito curar en Día de reposo (Sábado) o no?
 

Respuesta  Mensaje 3 de 6 en el tema 
De: Apolonio Enviado: 12/09/2014 21:30
De: GOYOBRITO Enviado: 12/09/2014 13:21
Allá Constantino y su domingo ¿Es lícito curar en Día de reposo (Sábado) o no?
Y dale con el sabado
El dia de reposo es el domingo
Cristianos descerebrados

Respuesta  Mensaje 4 de 6 en el tema 
De: El Rey del Foro Enviado: 13/09/2014 03:45
Para mi todos los dias son de reposo, no hay nada mejor que los dias de reposo, haces lo que se te venga en gana.
Sunday Morning Is Everyday For All I Care y no estoy asustado (Kurt) 
 
Salud con tinto,
Rey

Respuesta  Mensaje 5 de 6 en el tema 
De: Apolonio Enviado: 13/09/2014 17:53
De: El Rey del Foro Enviado: 12/09/2014 19:45
Para mi todos los dias son de reposo, no hay nada mejor que los dias de reposo, haces lo que se te venga en gana.
Sunday Morning Is Everyday For All I Care y no estoy asustado (Kurt) 
 
Salud con tinto,
Rey
 
El tema no es los reyes

Respuesta  Mensaje 6 de 6 en el tema 
De: El Rey del Foro Enviado: 14/09/2014 00:42
El tema es de nivana se llama lithium, weno weno.


Primer  Anterior  2 a 6 de 6  Siguiente   Último  
Tema anterior  Tema siguiente
 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados