Eva Anna Paula Braun (nombre de soltera), Eva Anna Paula Hitler[1] (Múnich, Imperio alemán; 6 de febrero de 1912 – Berlín, Alemania, 30 de abril de 1945) fue conocida en los finales del Tercer Reich por ser la novia y posteriormente esposa legal de Adolf Hitler.
Nació en Múnich en el seno de una familia de clase media burguesa emergente y católica. Fue la segunda hija de Franziska Kronburger, una modista, y de Friedrich Braun, un maestro de una escuela de comercio, quienes habían reincidido en el matrimonio por segunda vez. Su hermana mayor fue Ilse y la menor, Gretl.
No se destacó en el ámbito escolar, más tarde estudió ballet y realizó cursos de mecanografía y secretariado. Trabajó como asistente de laboratorio y ventas del fotógrafo personal de Hitler, Heinrich Hoffman en la Photo-Haus Hoffmann en 1929 a sus 17 años cuando su apariencia era de una adolescente risueña, de rizos rubios y de constitución robusta.
Hitler la conoció ese mismo año de 1929, un año antes de la muerte de su sobrina Geli Raubal en el estudio del fotógrafo siéndole Hitler presentado como «el señor Wolf». A Eva Braun no pareció causarle una mayor impresión en aquel individuo de bigote muy singular y no reparó de la importancia de aquel como la figura de Adolf Hitler. A partir de entonces, Hitler cada vez que podía le obsequiaba con pequeños presentes. Secretamente, Hitler encomendó a su ayudante, Martin Bormann que investigase la pureza racial de Eva Braun.
La relación sentimental finalmente se consolidó en el verano de 1932, casi un año después del suicidio de Raubal y tanto Eva como su hermana Gretl se fueron a vivir a un departamento en Münich bajo las expensas pecuniarias de Hitler. Eva pasó a ocupar paulatinamente el vacío emocional dejado por Geli Raubal en Hitler.
Se sabe que los padres de Eva Braun se opusieron a la relación desde un primer momento e incluso su padre, Friedrich Braun concertó una poco agradable reunión con Hitler para pedirle la devolución de su hija o la consolidación mediante matrimonio para no enlodar el buen nombre de los Braun, lo único que ofreció Hitler fue su manutención económica acomodada.[2]
Según Traudl Junge, la secretaria de Hitler, Braun era una mujer rubia de baja estatura y de buena apariencia, que le gustaba vestir bien, de cuerpo atlético gracias a que practicaba natación y deportes en general, aunque no era la mujer aria idealizada que respondiere con los cánones del nazismo o a los apostolados feministas de Gertrud Scholtz-Klink, presidenta de la Liga de las mujeres de Alemania.
Eva Braun poseía una personalidad simplista, caprichosa, cálida y fotogénica, afable y de carácter bromista, muy dada a fantasear, razón por la cual quizás desarrolló un sentimiento de dependencia obsesiva por el líder nazi; aunque se le describe de modales poco refinados, rudos y carente de protocolo. No obstante algunos años más tarde, la personalidad de Braun fue evolucionando socialmente hasta convertirse en una dama con cierto estilo y que marcó su posición en el Berghof haciéndose de enemigos ocultos.[3] Sus principales amistades que se le conocieron fueron Herta Schneider, Anne Brandt (esposa de Karl Brandt) y Albert Speer.
Hitler se mostraba en público muy rara vez con ella por razones de prestigio y Braun de las escasas veces que era vista en público asistía casi siempre acompañada por las secretarias de Hitler. En la Alemania de entonces, para Hitler en su calidad de hombre político prominente, el tener una amante y sobre todo con una notable diferencia de edad de 17 años era mal visto en la sociedad alemana de entonces, además Hitler gustaba de cultivar la imagen de «eterno soltero solitario» que solo estaba casado con Alemania. Tampoco lo hacía en círculos restringidos si había alguna visita importante, pero sí estaba presente cuando había reuniones del círculo de hierro con Albert Speer o Bormann en Berghof. Son escasas las fotografías en las que aparece Hitler en público con Eva Braun a su lado, parecía mantener cierta distancia con su amante.
Se sabe que Eva Braun sufrió menosprecio de algunos allegados de Hitler por ser la amante y no la esposa de Hitler, lo que le restaba reconocimiento ante los círculos del líder al no poseer los mismos privilegios sociales que Magda Goebbels o Ilse Hess. Como a la mayoría de las esposas de sus allegados personales, Hitler prohibió a Eva Braun el afiliarse al NSDAP y a inmiscuirse o conversar de temas políticos.
El tiempo es delicioso y yo, la amante del hombre más grande de Alemania y del mundo, tengo que quedarme sentada en casa (Berghof), mirando por la ventana". Las páginas de ese día concluyen diciendo: "¡Dios mío, si al menos él me respondiera! ¡Una sola palabra, en tres meses de ausencia! No hay esperanzas... ¡Si alguien viniera a ayudarme!.
Extracto del diario de Eva Braun
Pasaba el tiempo encerrada en los apartamentos de Hitler en Berlín, Múnich o en el Berghof. Cuando dejaba que apareciese a su lado no la trataba con mucha deferencia, lo que fue expuesto por las autobiografías de Albert Speer, quien sería su mejor amigo; no así de la esposa de este; Margarethe a quien le era un poco más que indiferente.
Se sabe que Eva Braun tuvo una relación difícil con el líder nazi debido a sus largas ausencias, partidas inesperadas que le causaban sensaciòn de abandono y que en más de alguna oportunidad estuvo a punto de cometer suicidio por celos o demanda de mayor atención por parte de Hitler, la primera vez que sucedió fue en la noche del 11 de agosto de 1932 por disparo en el cuello usando una pistola Walther PPK 6.35 mm perteneciente a su padre.
Un segundo intento de suicidio fue el 28 de mayo de 1935 por sobredosis de fármacos casi la llevó a las puertas de la muerte, en que gracias a la oportuna intervención de la pareja de Ilse Braun, un médico judío llamado Martin Levy Marx tuvo que realizar esfuerzos para reanimarla y desintoxicarla, la aparente causa fueron los fuertes rumores de la relación de Hitler con la aristócrata de 19 años, Sigrid von Laffert.[4] A raíz de este hecho Hitler reaccionó elevando su estatus. Para consolarla, Hitler regaló a Eva Braun una casa cercana a la de sus padres en los suburbios de Múnich y le colocó un vehículo con chofer a su disposición y al menos admitió a su madre Franzisca para visitarla en Berchtesgaden y que realizar junto con otras esposas de sus allegados viajes recreacionales a Italia y Grecia en 1936. Adicionalmente, Hitler proveía de dinero en efectivo para sus gastos personales, joyas y vajillas.[5] En 1938, Hitler realizó un testamento económico a favor de Eva Braun en la que en caso de fallecer el líder, ella recibiría £ 600 anuales. Además a partir de 1935, apareció en reuniones sociales y se transformó en la anfitriona de la casa alpina de Hitler, a la que se le llamó irónicamente la señora de Berchtesgaden. Se sabe además que Angela Raubal (nec. Angela Hitler), la hermanastra de Hitler que oficiaba de ama de llaves y administradora en Berghof desarrolló una marcada animadversión a Braun a quien no la soportaba lo que le trajo desaveniencias con el mismo Hitler por lo que tuvo que abandonar en 1936 Berchtesgaden radicándose en Dresde aunque no fue totalmente excluida del contacto con su medio hermano.[6] Después del desastre de Stalingrado, Hitler comenzó a espaciar sus reuniones con Braun debido a las urgencias del frente oriental quien estaba mayormente en Wolfsschanze.
Después del fallido atentado contra Hitler, Eva Braun apareció más frecuentemente en la cancillería y después en el Búnker. Su hermana menor, Gretl Braun (Magarethe Franzisca Braun) se casó con Hermann Fegelein, un oficial de enlace de Himmler y Hitler aprovechó la ocasión para presentar en público a Eva Braun como su novia. Eva Braun y Hitler se juntaron por última vez en el Berghof en octubre de 1944 por una semana antes de que Hitler viajara a Wolfsschanze en Prusia Oriental.
Según su chofer Erich Kempka, el secretario personal Martin Bormann le tenía animadversión a Eva Braun y la enfermera Erna Flegel la calificaba, a Braun, como una jovencita insignificante y decía que su suicidio le afectó menos que el de la muerte de la perra Blondie, la mascota de Hitler.[7] [8]
Durante el Sitio de Berlín, al final de la Segunda Guerra Mundial, Hitler intentó convencerla para que escapase de Alemania, pero ella, obstinada, se negó y prefirió quedarse junto a él en el Führerbunker apareciendo en este lugar el 15 de marzo de 1945.
En pleno sitio, estando a unos centenares de metros las fuerzas rusas, Hitler y Eva fueron casados por un notario llamado Walter Wagner el 29 de abril de 1945, un día antes de morir, el anillo de bodas brindado por el Führer, mandado a realizar a toda prisa, resultó demasiado grande y Eva lo confió a una persona de confianza después de la ceremonia.[9] Al día siguiente, Hitler mandó fusilar a Hermann Fegelein, el cuñado de Eva, por intento de evasión y complicidad con Himmler. Cuando fue informada del incidente de su cuñado intentó intervenir, sin éxito.
A las 15:30h del 30 de abril ambos entraron en el despacho de Hitler. Eva recibió una dosis de cianuro y una pistola, Hitler mascó la cápsula y se suicidó disparándose en la cabeza. Eva no llegó a dispararse, murió antes por el cianuro. Fue el propio Martin Bormann quien sacó al hombro el cuerpo de Eva Braun del despacho y según testimonio de Kempka, Bormann trató el cuerpo sin mayores consideraciones («como si fuera un saco de patatas» declaró el chofer de Hitler).
Sus cuerpos fueron rociados con gasolina por Erich Kempka e incinerados parcialmente, con el Ejército Rojo a tan solo 500 m del búnker. Dos días más tarde, el almirante Karl Doenitz anunció por la radio la noticia: «Hitler ha muerto luchando en Berlín».[10]
Todos los familiares de Eva Braun sobrevivieron a la guerra y su madre Franzisca murió en
1976 a los 96 años de edad.