FIRMES CONTRA LAS ACECHANZAS DEL DIABLO:
El Apóstol Pablo en su Epístola a los Efesios, habla de vestíos con toda la Armadura de Dios, para poder estar firmes contra las acechanzas del maligno, porque la lucha espiritual que no es contra sangre ni carne, es contra principados, potestades y gobernadores de las tinieblas de este siglo, y contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Es necesario por tanto toda la armadura de Dios para poder resistir en el día malo, y habiendo acabado todo estar firmes (Ef. 6:11-17).
Tal Armadura con la que se debe estar firmes, Pablo la describe con las siguientes seis particularidades:
1) La verdad.
2) La coraza de justicia.
3) El apresto del Evangelio de la paz.
4) El Escudo de la fe.
5) El yelmo de la salvación.
6) La Espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.
Sobre estas importantes particularidades de la armadura de Dios, para estar firmes contra el maligno, veremos que en detalle tenemos:
1) La Verdad: Cristo es la Verdad, y el maligno es lo contrario; porque es el padre de toda mentira. Así que no disimulemos en la batalla, sino que ceñidos nuestros lomos con la verdad, actuemos con verdadero empeño de triunfar sobre el mal y por encima de las dificultades.
2) La coraza de Justicia: Es actuar con rectitud, como justicieros que marchan con firmeza en el campo de batalla. Teniendo el revestimiento de la justicia, que de tal forma nos haga diferentes a los injustos. (Is. 59:15-17).
3) El Apresto del Evangelio de la Paz: La preparación en la doctrina de Cristo, a modo de que en la coalición calzar bien los pies en la guerra contra el adversario. Lo cual contribuya avanzar con paso firme.
4) El Escudo de la fe: Debemos tener la convicción de lo que no se ve. Ser constante en el método o doctrina de lucha, es decir: “estar firmes en nuestra creencia en el Señor Jesucristo, confiados de que vamos a vencer”.
5) El yelmo de la salvación: utilizar el casco protector en nuestra cabeza, con la confianza de ser salvos en el Señor Jesucristo (Is. 59:17).
6) La Espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios: Es viva y eficaz, y más cortante que espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas, y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón (Heb. 4:12).