“Mas ¿dónde se hallará la sabiduría? ¿Dónde está el lugar de la inteligencia? No conoce su valor el hombre, Ni se halla en la tierra de los vivientes. El abismo dice: No está en mí; Y el mar dijo: Ni conmigo”.
Así actúa la sabiduría de Dios frente al caos que es sinónimo de tinieblas, desorden, y maldad; situación donde no reside la sabiduría divina. Por esto concluye Job: “He aquí que el temor del Señor es la sabiduría, Y el apartarse del mal, la inteligencia”
Con malicia se ha planteado que sabio no es aquel que tiene su cabeza atiborrada de información, y que la verdadera sabiduría consiste en poder ser felices en el mundo tal como es, sin pretender acomodarlo como a nosotros nos gustaría que fuera. Así la paz interior y la felicidad dependen de aceptar lo que no se puede elegir, ya que si se buscan otras cosas se tendrá la mente enfocada en conflictos.
Ese pensamiento es abusivo y tonto. Es un llamado a la desolación por no enfrentar las injusticias.
Es cierto que la sabiduría no depende de mucho conocimiento. La verdadera sabiduría es temer a Dios en el sentido de que es galardonador de quienes le buscan. El mundo se mueve en medio de grandes conflictos no solo por la influencia de la maldad, sino debido también a la enorme distancia que hemos construido entre nosotros. El desarrollo social basado en la libre empresa es un fiel reflejo de la rebelión, que en vista de su fracaso entonces lleva a la tierra y a la humanidad a la destrucción, y es lo que está sucediendo. La doctrina de Jesús cuestiona toda esta estructura del mundo que se enfoca en la búsqueda de los placeres y en el consumo de todo cuanto ofrece el mundo para llenarnos de cosas superfluas que a su vez deterioran al mundo y al medio ambiente.
Mientras se destruye al mundo con la fabricación de cosas que nos han impuesto como necesidades, no podemos guardar silencio y aceptar para nosotros lo que nos entreguen, sino que se debemos profundizar en la búsqueda de los asuntos de Dios, y eventualmente aprovechar lo que entrega el mundo, con el propósito de compartir con el prójimo lo que se necesita, y vencer en nuestra medida el mal que existe alrededor.
Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa (Mateo 12.29)El hombre fuerte es el maligno y su casa el sistema que propuso y que podemos vencer cambiando su propuesta por los propósitos de Dios.