EL PAN DE LOS HIJOS DEL REINO:
El pan de los hijos del reino, estaba reservado para el pueblo de Israel, en analogía al Maná que Dios le dio en el desierto, cuando le exigieron a Moisés comida. El maná descendía cuando caía el rocío de noche, de forma menuda y redondo parecido a la semilla de culantro y su color como de bedelio, con sabor de aceite nuevo, y que al recogerlo lo molían en molinos, o majaban en morteros y hacían con el tortas cocidas en caldera, pero debían comerlo el mismo día, sin dejar para el día siguiente porque se descomponía saliéndole gusanos, a excepción del que se guardaba del sexto para el séptimo día, por ser día de reposo, y nadie debía trabajar (Nm. 11:7-8; y Ex. 16:4-5, 14-35).
Venido Cristo y cuando en una ocasión de manifestarse al pueblo anunciando las buenas nuevas de salvación, le habló del maná dado a los israelitas en el desierto, diciéndoles que no habían comido el propio pan del cielo, pero siéndolo él, el verdadero pan descendido del cielo, debían comerlo para ser salvos.
Jesucristo por ello habló en dos términos diferentes, tanto en lo humano como en lo espiritual, para enseñarles lo que de acuerdo al alimento espiritual, que es la Palabra de Dios, estaba sobre El profetizado, de ser el verdadero pan del cielo (El Cordero de Dios), que habían de sacrificarlo para comer su carne, en conmemoración de la carne asada del borrego sacrificado en Egipto, con pan sin levaduras y hierbas amargas, y que su sangre al beberla en reemplazo del vino, sería en sustitución de la sangre derramada de los animales sacrificados, para librarlos de la plaga de muerte y en propiciación de los pecados del pueblo, para así poder ser salvos de la condenación eterna y de la muerte segunda en el lago que arde con fuego y azufre.
Cuyo pan estaba solo permitido a los hijos del Reino y no a los perrillos (gentes de otras naciones); y sin embargo una mujer gentil, le dijo al Divino Maestro, que aun así los perillos comen de la mesa de sus amos. El Señor empero le dio Mandamiento a sus discípulos a predicar las buenas nuevas de salvación (El pan de vida) a las ovejas perdidas de la Casa de Israel, sin tener que ir a casa de gentil alguno ni a pueblo de samaritanos, absteniéndose de llevar bolsa, plata y oro; y que a modo de ejemplo por ser el obrero digno de su salario, desde luego la paga sería, lo que le pusieren de comer y de beber en la mesa. Este mandamiento tuvo un cambio significativo después de la resurrección de Jesucristo, ya que no sólo sería el pan para los hijos del Reino, sino también para todos en el mundo. Por tanto mandó a sus discípulos, ir a todo el mundo y predicar el Evangelio a toda criatura, el que creyere y fuera bautizado será salvo, más el que no creyere será condenado.