Es importante hablar de sólo un Dios verdadero, inmortal, todopoderoso, omnisciente, omnipresente y Eterno para todas las edades a perpetua memoria. En los cielos no hay dioses ni otro Dios, excepto el Altísimo, porque no hay el plan maligno de Lucifer, que desde el principio consiste en el extravío de los seres humanos con elohim (dioses), en nada más conociendo el bien y el mal.

Ejemplo o Prueba de ese plan perverso e injusto contra la especie humana y contra el Creador, es la seducción que Lucifer le hizo a Eva, para la consumación de convencer al primer hombre “Adán” en la desobediencia a su Dios, y así causarle la muerte en el mismo día luz, que son mil años para nosotros. Así pues que el hombre con un conocimiento malo o negativo, se ha vanagloriado e engreído al decir, que es un dios, sin detenerse a pensar que tan sólo lo es en el conocimiento del bien y del mal. Es por esto que IEUE Dios sabiendo esto perfectamente, dijo en una ocasión: “Yo dije dioses sois” (Salm. 82:6; y Jn. 10.34-35) ¿Pero qué desgracia o infortunio le ocurre a estos dioses?, pues nada bueno, ya que como hombres moriréis y como cualquiera de los príncipes caeréis. Aquí el Divino Señor es tajante, porque aunque seamos dioses en cuanto al conocimiento del bien y del mal, somos sencillamente  “hombres” que hemos de caer de la grandeza, y morir para ir de nuevo al polvo de la tierra; y que en verdad estos dioses desde el principio de todo lo creado, tan solo tienen un Dios, que se presenta en sus asambleas o reuniones, y no los Elohim que algunos con supuestos de sabiduría, muy neciamente han pretendido hacer creer. Por esto Él Dice: “Dios de dioses”, que es lo mismo decir, “Dios de los hombres”, que en nada deben tener la adoración y la alabanza, que sólo a El corresponde. Aún ha de observarse, que en la tierra además de dioses humanos predestinados a la caída y a la muerte, también los hay en esculturas, ya que Lucifer no conforme de pervertir al hombre con lo de elohim (dioses) en el conocimiento del bien y del mal, también lo ha pervertido con las hechuras de imágenes y estatuillas de todo tipo. Acerca de esto, en el Libro de Romanos 1:18-31, en resumen del Apóstol Pablo, se puede deducir para aprender lo siguiente:

“El Apóstol en mención, tan sólo a Dios lo centra por encima del problema existente entre los romanos convertidos a Cristo, porque es el Creador de todo; y es justo que por esto mismo, a Él pertenece la adoración y la obediencia. De lo contrario ha de castigar con ira, la injusticia que al respecto para con Él tenga el linaje humano, dictaminando la pena de sometimiento a la inmoralidad sobre los hombres impíos e injustos, que detienen la verdad por la mentira. A hombres que habiéndolo conocido, no le dieron el correspondiente agradecimiento ni la debida exaltación, sino que creyendo ser sabios, ilógicamente se vanagloriaron y actuando estúpidamente con un corazón oscurecido, transformaron la gloria de Dios en imágenes a forma de hombres corruptibles, de aves, de reptiles y de animales de cuatro patas. De manera tal, que adoraron a las criaturas y no a nuestro Dios Creador, de quien las cosas invisibles, su Deidad y su excelso poder, son claramente perceptibles y razonables o entendibles, desde que creó todas las cosas."

La justa enseñanza de Saulo (Pablo), está encaminada a la veneración y alabanza de la única Deidad o Divinidad absoluta, que es notaria desde el principio de todas las cosas; y que necesariamente en su plan piadoso de salvación, como consecuencia de la caída del hombre en el huerto de las delicias, tuvo que materializarse o hacerse carne “JESUCRISTO”, prefijándose en forma humana que comió y bebió, cuando Abram en el encinar de Mamre, en compañía de  los  ángeles  Miguel y Gabriel, que desde siempre han tenido que ver con ello (1ª Tmt. 3:16; Gn. 3:1-22; 18:1-14; Dn. 9:20-27; 10:13; 12:1; Jud. 1:9; y Lc. 1:1-37). Por lo tanto se debe adorar a nuestro Dios Creador que aún está hecho carne JESUCRISTO, y no de manera directa e indirectamente a las criaturas irresolutas y a las otras animadas que Él creó, a fin de que no castigue con el entregamiento a una mente reprobada, con ocasión a la inmundicia en las concupiscencia del entenebrecido corazón, que a saber son los hechos inmorales que a continuación de Ro. 1:26-31, me permito mencionar descriptivamente: