Jesús fue recibido como si fuera un rey de su época en la entrada triunfal a Jerusalén montado en un asno; los judíos salieron a recibirle en un ambiente de auténtica fiesta, convencidos por la resurrección de Lázaro que recibían al Mesías. A muchos entre la multitud que se agolpó para recibirle los movía una esperanza en términos nacionalistas, porque aspiraban a un rey guerrero, lo demuestra el mismo hecho que salieron a recibirle en su recorrido para cantarle el Salmo 118.25,26 esperando a su libertador, y así le decían “hosanna” y “salve”. Pero el Mesías llegó montado en un asna y un burrito como símbolo de paz y de humildad ya que primero debía sacrificarse, entregándose heroicamente para vencer sobre el imperio de la muerte.
Su entrada a caballo como guerrero victorioso que llega para gobernar con vara de hierro sería después,
19:11 Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.
19:12 Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.
19:13 Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: LA PALABRA DE DIOS.
19:14 Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.
19:15 De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.
19:16 Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES.