|
General: RUDOLF HESS - MISTERIO
Elegir otro panel de mensajes |
|
Rudolf Hess
No debe confundirse con Rudolf Höß, militar y oficial nazi miembro de las SS y las Waffen-SS.
Rudolf Walter Richard Heß, escrito normalmente en castellano, como Hess (Alejandría, Egipto, 26 de abril de 1894-Spandau, Berlín Oeste, Alemania Occidental, 17 de agosto de 1987), fue un militar y políticoalemán, figura clave de la Alemania nazi.
Nació en la ciudad egipcia de Alejandría el 26 de abril de 1894. De carácter solitario, retraído y educado en un ambiente estricto y espartano por un padre muy disciplinado, fue instruido primero con tutores privados y luego en el colegio alemán de su ciudad natal hasta los 14 años edad, cuando accedió a un internado juvenil de Bad Godesberg.
Recibió formación para los negocios, profesión que su padre deseaba para su hijo; después estudió Ciencias Políticas, como su padre, que había pensado en las leyes para él. Posteriormente asistió a la Escuela Superior de Comercio de Neuchtel, en Suiza, a fin de adquirir los conocimientos necesarios para hacerse cargo de la empresa familiar.
Al comenzar la Primera Guerra Mundial, a punto de ingresar en la Universidad de Oxford, se alistó en el ejército alemán como voluntario del 7° Batallón de artillería bávaro y en sus primeros combates obtuvo la Cruz de Hierro por dos heridas, una de ellas grave en el pulmón izquierdo. Luego sirvió en la 34ª Escuadrilla de caza bávara, y llegó al grado de teniente.
Después de la guerra se inscribió en la Universidad de Múnich para estudiar Economía, donde acostumbraba a distribuir panfletos antisemitas. El 1 de mayo de 1919 participó junto a los Freikorps en la lucha violenta contra la efímera República Soviética de Baviera y fue herido en una pierna.
Trayectoria política[editar]
En 1919, en un mitin conoció a Adolf Hitler y quedó muy impresionado con el futuro Führer. Por su parte, Hess presentaría a Hitler a los científicos geopolíticos Karl Haushofer y Albrecht Haushofer, quienes ejercerían una gran influencia sobre el futuro dictador. Miembro de la Sociedad Thule, el 1 de julio de 1920 se incorporó al NSDAP y tomó parte en el Putsch de Múnich de 1923, por lo que fue a prisión. Compartió celda con Haushofer y Hitler, en la cual colaboró con este último en la redacción del libro Mein Kampf.
Después fue comandante de un batallón de las SA. En 1925 comenzó sus actividades políticas como secretario político de Hitler; además, escribió sobre él un ensayo titulado Cómo debe ser el hombre que conduzca a Alemania a su antigua grandeza. En 1927, contrajo nupcias con Lise Pröhl, con quien tuvo su único hijo, Wolf Rüdiger Hess.
Cinco años después, fue designado Presidente del Comité Central Nazi y, en 1933, elegido parlamentario del Reichstag (parlamento alemán). Al ascender Hitler al poder como Führer, fue designado jefe del Partido Nazi y Ministro de Estado: se ocupó de casi todas las carteras, excepto de guerra y política exterior, y se convirtió en segundo en la jerarquía nazi, antes incluso que Joseph Goebbels. Desde su cargo dio un fuerte impulso a la organización externa del Partido Nazi, la NSDAP/AO, colocando a un protegido suyo —Ernst Wilhelm Bohle— al frente de la misma. A pesar de estos cargos, nunca presentó un perfil de líder. Fue considerado como la «cara amable» del régimen nazi. Organizó los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 y mantuvo una estrecha amistad con Leni Riefenstahl, la documentalista de Hitler.
|
|
|
Primer
Anterior
2 a 5 de 5
Siguiente
Último
|
|
Vuelo a Escocia[editar]
Restos del avión con el que Rudolf Hess voló a Gran Bretaña.
La Segunda Guerra Mundial comenzó en 1939. En los momentos en que Alemania preparaba el asalto a la URSS y en donde además perdería en el mes de mayo de 1941 en el Océano Atlántico uno de sus mejores acorazados, el Bismarck, Hess voló en solitario en un bimotor Bf 110 rumbo a Escocia. Logró burlar la vigilancia de las patrullas de la RAF y se lanzó en paracaídas, donde fue hecho prisionero pese a sus alegaciones de que había ido allí para iniciar conversaciones de paz.
Hay muchas especulaciones al respecto. Algunos argumentan sólidamente que era un plan premeditado del propio Adolf Hitler para buscar la paz con el Reino Unido, ya que tras la Operación Barbarroja tendría que lidiar en dos frentes. Otros creen que fue una iniciativa propia, de la cual el Führer tenía algún conocimiento y, aunque se mantuvo al margen, tampoco la obstaculizó.
Avión empleado[editar]
Esquema de un Bf 110, similar al que usó Hess.
Hess pilotaba expertamente un Messerschmitt Bf 110, matrícula BJ-OQ tipo D y modificado especialmente por el fabricante (un caza pesado biplaza y bimotor), cuya velocidad máxima era de 600 km/h. Las modificaciones consistían en un compartimento que contenía una balsa inflable completamente equipada, un receptor Lorenz, una radio adaptada para comandarla por el piloto, la envergadura de las alas estaba extendida y un fuselaje 50 centímetros más largo. No estaba armado ni contenía bombas u otros elementos defensivos u ofensivos.
Cronología del vuelo[editar]
El 10 de mayo de 1941, Hess y Alfred Rosenberg almorzaron juntos en privado en Augsburgo, y desde allí Rosenberg se dirigió a entrevistarse con Hitler en Berchtesgaden. El personal de servicio de Hess dijo que éste se encontraba absolutamente tranquilo y que durmió una siesta, se levantó aproximadamente a las 15:00 horas para, posteriormente, ir a visitar a su esposa Lise y a su hijo. Más tarde se dirigió hasta la pista de la Luftwaffe en Augsburgo, hacia las 17:00 horas. Lo cierto es que Hess voló en el Messerschmitt Bf 110 desde Augsburgo, rumbo a Escocia, el 10 de mayo de 1941: despegó a las 17:45 en dirección noroeste, para superar la línea costera de los Países Bajos a las 19:28 a la altura de Texel; allí giró 90° a la derecha y voló en esa dirección unos 30 minutos y luego volvió a virar 90° al norte en el mismo sentido que traía inicialmente a baja altura sobre el Mar del Norte, completamente de noche en ese momento.
A las 20:50 aproximadamente interceptó las líneas de radionavegación provenientes de radiofaros emplazados en Dinamarca con el receptor Lorenz, y realizó un vuelo de zigzag cubriendo trayectos paralelos de 20 minutos de vuelo hasta finalmente tomar rumbo a Escocia sobre las 21:52, para traspasar la línea costera acerca de las 22:12 sobre la localidad escocesa de Embleton. Sólo le quedaban 30 minutos de combustible. Fue detectado por un puesto de Observadores Reales (ROC) en Newcastle upon Tyne y despegaron aviones de la Royal Air Force para interceptarlo, infructuosamente.
Después de su llegada a Escocia esperaba poder aterrizar en la casa Dungavel, propiedad del duque de Hamilton, quien tenía una pista privada. Hess voló muy cerca de esa propiedad buscando la supuesta pista que esta propiedad tenía. Hacia las 22:45, el combustible sólo le daba unos 5 ó 7 minutos de vuelo más, pero sobrevoló dicha propiedad sin encontrar la pista (estaba con sus luces apagadas) y pasó de largo en dirección a la costa occidental de Escocia. Al llegar al mar nuevamente, se deshizo de los tanques adicionales de combustible, viró 180°, volvió a buscar la Casa Dungavel y pasó nuevamente sobre ella, pero las luces seguían apagadas.
Cerca de las 22:50 horas, al acabarse el combustible, se vio obligado a saltar en paracaídas en Eaglesham, cerca de Glasgow, invirtiendo el avión para lanzarse desde la cabina del Bf 110. Al llegar a tierra, Hess se dañó un tobillo y un campesino escocés, de manera cautelosa, le auxilió y lo llevó a una guarnición militar, en donde Hess intentó convencer de que era amigo del duque de Hamilton con el nombre falso de capitán (Hauptmann) Alfred Horn. En el Museo Imperial de la Guerra de Londres pueden apreciarse la cola y el motor del avión pilotado por Hess.
Emisario de Hitler[editar]
El duque acudió a la mañana siguiente y Hess se presentó por su verdadero nombre, aunque el duque lo había reconocido porque se habían visto por primera vez en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936.
El duque declaró que no tenía asuntos con Hess, quien comunicó su deseo de llegar a un acuerdo de paz con los británicos y que traía un mensaje del Führer. Inmediatamente fue hecho prisionero por la Home Guard y recluido posteriormente en la Torre de Londres hasta el final de la guerra. Todos sus intentos fueron infructuosos y condujeron al fracaso su gestión.
Ambas partes, británicos y alemanes, hicieron publicar rápidamente su desconocimiento de contactos previos.
|
|
|
|
Teorías, repercusiones y controversias[editar]
Las razones para obrar de semejante forma han sido y son muy discutidas y misteriosas. Por una parte, hay quien sostiene que el propio Hess sabía de antemano que Alemania podía ser vencida en los frentes aliado y soviético, preocupación que Karl Haushofer había manifestado también. Otras razones para su huida son las diferencias que sostenía, no sólo con Hitler, sino con otros dirigentes del NSDAP como Goebbels y, sobre todo, con Martin Bormann y Heinrich Himmler respecto a las cuestiones de sucesión al Führer. El asunto es que el vuelo había sido preparado con algunos meses de antelación.
Otra hipótesis sostiene que Hess partió como emisario secreto de Hitler para contactar a altos personajes pro-nazis británicos de un posible gobierno futuro, ya que existían premisas en el gobierno alemán de que el primer ministro británico sir Winston Churchill podía ser derrocado y esto liberaría a Alemania de tener que luchar en dos frentes si se negociaba una paz con los británicos. Un testimonio que corroboraría esta hipótesis son las declaraciones de Karl Wolff cuando fue emisario oficioso de Hitler para la Operación Amanecer, donde Hitler esperaba ponerse del lado del mejor postor en una supuesta ruptura de la alianza angloamericana y la URSS. En una de sus declaraciones, Wolff relata que Hitler le dijo tras enterarse de las negociaciones de Wolff con emisarios americanos en Italia:
Bien, acepto tu presentación. Tienes mucha suerte. Si hubieras fracasado, hubiera tenido que desecharte como hice con Hess.
Heinz Linge, su ayuda de cámara dejó un testimonio4 de la reacción de Hitler, hizo detener a los ayudantes de Hess por no informar de que Hess se había hecho construir un aparato especialmente diseñado y tuvo un acceso de furia por la acción de Hess de quien pensaba delataría sus planes al enemigo:
—¡Me engañan!... ¡Me traiciona todo el mundo!... ¡No tengo ni un solo amigo del que me pueda fiar! Y continuaba: —¡Hasta ese idiota! ¡Ese loco idiota al que imaginaba sumiso! ¡Ese idiota, idiota, idiota, me resulta falso! El idiota, idiota, idiota era, desde luego, Hess. —¡Imposible hacer proyectos! ¡Imposible calcular nada! —sentenciaba Hitler en otros momentos—. ¿Para qué si se los transmitirán a mis enemigos inmediatamente?... ¡Me veo rodeado de traidores!
Heinz Linge, entrevista sobre Hitler en 1955.
La reacción alemana no se hizo esperar, pues Goebbels, como Ministro de Propaganda del régimen, catalogó el día 12 la actuación digna de un loco desmedido. Horas después, la BBC anunciaba la captura de Hess, que sería reemplazado en el cargo por Martin Bormann, uno de sus más temibles adversarios.
Según algunos historiadores, para Hitler fue un acto de vil traición, pues temía que los secretos del ataque a la Unión Soviética fueran revelados; para esta última nación fue un acto que impidió el perdón en Núremberg.
Rudolf Hess leyendo Jugend mientras espera su juicio en Núremberg en 1945.
Juicio, prisión y muerte[editar]
Después de su estancia en el Reino Unido, Hess tuvo que ser devuelto a su país al final de la guerra, no en calidad de héroe, sino de criminal de guerra.
Fue juzgado en Núremberg a causa de todas las decisiones que tomó y firmó en su cargo de ministro durante el régimen nazi, siendo condenado a cadena perpetua el 1 de octubre de 1946 y recluido en la prisión de Spandau, en la zona aliada de Berlín. Decaído y demacrado físicamente, fue inconsistente5 y exhibió reiteradamente lagunas mentales.
Tras la puesta en libertad de Albert Speer en 1966, Hess quedó como único preso de la cárcel de Spandau durante más de 20 años, hasta su muerte. En los años 80, el caso Hess dividió a la opinión pública británica acerca de su posibilidad de excarcelarlo, pero la justicia hizo oídos sordos a estas corrientes de opinión, empecinándose en mantener en prisión a Hess a pesar de los gastos que originaba a la Corona mantenerlo y la de la infraestructura carcelaria.
Sus guardianes decían que su salud mental estaba muy deteriorada y que había perdido la memoria. En los últimos años de su vida se intensificó el debate acerca de su liberación por razones humanitarias, pero el gobierno británico mantuvo su decisión de no proporcionarle la libertad. Hess murió de manera repentina el 17 de agosto de 1987 a los 93 años de edad. La autopsia determinó que había sido un suicidio por estrangulamiento.6 La familia dudó de la tesis oficial y encargó una segunda autopsia, que determinó que su muerte fue por asfixia y no por suspensión. El misterio rodeó la muerte de Rudolf Hess, dudándose entre la tesis oficial (el suicidio) o el asesinato.7
El 20 de julio de 2011 se desmanteló su tumba en la localidad bávara de Wunsiedel, después de que la comunidad cristiana evangélica de la localidad denegara a sus familiares la prolongación del arrendamiento de su tumba.8 Los huesos fueron incinerados y sus cenizas esparcidas en alta mar para evitar que su tumba se convirtiera en un lugar de peregrinación.
|
|
|
|
El misterio del vuelo de Hess
Hace 70 años, el vice-Führer de la Alemania nazi, Rudolf Hess, se dejaba caer en paracaídas sobre Escocia, en plena Segunda Guerra Mundial, en un acto cuyas motivaciones siguen siendo objeto de discusión y que constituye uno de los episodios más misteriosos del conflicto. El 1 de octubre de 1946, un tribunal que funcionó con todas las garantías jurídicas, reunido en Nuremberg, condenó a cadena perpetua a Rudolf Hess, segundo del régimen nazi, por crímenes de guerra. Un recorrido somero por internet encontrará múltiples referencias hacia Hess tildándolo de héroe e incluso de mártir, con distorsiones de los hechos de claro sabor neonazi. Por ello, este artículo, que tiene como base los libros de Martin Allen, Joachim Fest e Ian Kershaw, manifiesta desde el comienzo su repudio hacia todas las teorías y manipulaciones tendentes a exonerar de culpa a Hess y a defender su ideología.
Si se tratara de una película, ésta podría comenzar cuando Heinz Haushofer, hijo y hermano de dos importantes asesores de Hitler en materias de Geopolítica, llega a Berlín en mayo de 1945, cuando ya se ha rendido el Tercer Reich y las ruinas aún humean. Entre los cascotes de un centro de exposiciones escarba buscando los restos de su hermano Albrecht, ejecutado en los últimos días del régimen tras haber sido detenido como sospechoso de participar en la operación Valquiria que culminaría con el atentado fallido contra Hitler. Efectivamente, mezclado con otros cadáveres, está el de Albrecht. Ligados a él, existen documentos difíciles, cartas en clave. En marzo de 1946, el espantado Heinz encontrará en un claro de un bosque los cuerpos de sus padres, víctimas de un suicidio pactado tras haber sido interrogado el padre, el profesor Karl Haushofer, por oficiales de Inteligencia británicos. Ambas escenas tienen el suficiente componente dramático, una con un fondo de humo negro y otra con canto despreocupado de pájaros entre los árboles, para subrayar que padre e hijo, más allá de su complicidad con el régimen criminal, tenían en común haber sido piezas destacadas en el juego de ajedrez que condujo a que la segunda figura más importante del Tercer Reich huyera en 1941 para ponerse en manos de sus enemigos y en un cautiverio que sólo terminaría, tras una muerte discutida, en 1987. Pero antes de ser el prisionero de Spandau, Rudolf Hess fue el desertor, el loco, el mediador frustrado, la víctima de un engaño. Porque todas estas hipótesis se usaron para explicar aquellos hechos extraños de hace 70 años, aquel mayo de 1941 que ahora evocamos.
El brujo y el aprendiz de brujo:
Karl Haushofer y Rudolf Hess
El memorándum perdido
Quizás la clave para desembrollar este misterio esté en un documento incautado al archivo de Albrecht Haushofer que desapareció de los archivos del Departamento de Estado en Washington a los tres días de llegar, en diciembre de 1945. Del mismo sólo se conoce la descripción en un inventario, según el cual era “Un memorándum personal, fechado el 5 de mayo de 1941 en Obersalzberg, de Haushofer a Hitler, referente a las conexiones de Haushofer con Inglaterra y a la posibilidad de usarlas como contactos para establecer conversaciones de paz”. A partir de ahí, de que este documento contradecía la ignorancia que Hitler tenía de los planes de su subalterno, del hecho de que hubo tentativas de paz entre nazis y británicos, es posible aportar algo de luz a aquellos hechos inauditos.
Martin Allen, autor de un denso pero apasionante libro de investigación que tituló “El engaño Hitler/Hess” y que oportunamente se publicó en España como “El enigma Hess”, aporta una interpretación, basada en documentos que une gracias a razonables conjeturas, sostiene que ante la imposibilidad de vencer a Alemania tal como estaba la situación en la primavera de 1941, los británicos idearon un ardid para convencer a los nazis de la posibilidad de firmar con ellos la paz y fortalecer su decisión de atacar a la Unión Soviética. Fest y Kershaw, en cambio, no contemplan la posibilidad de este engaño. Atrapados entre dos frentes, el oriental y el occidental, sería posible el debilitamiento de la bestia nazi y la victoria aliada. Para poner en marcha ese engaño, que debía mantenerse a espaldas de los soviéticos, era necesario moverse con cautela: Inglaterra era una nación asediada, bombardeada con saña, amenazada de invasión, que no podía permitirse que su pueblo supiera que planteaba posibilidades de paz a los enemigos contra los que combatía a muerte, y que a la vez se planteaba arrojar la devastación absoluta de la maquinaria de guerra alemana sobre la Unión Soviética que tenía vigente un acuerdo de no agresión. Esta maniobra maquiavélica de los británicos sólo pudo ser posible de la relación de amistad y confianza entre Hitler, Hess y los dos Haushofer (el padre fue el creador de la teoría nazi del “espacio vital” que justificaría la invasión de sus vecinos; el hijo era el mayor especialista nazi en cuestiones inglesas). Allen llega a afirmar que de esta amistad a cuatro bandas parte el fracaso del Tercer Reich.
Rudi y el Lobo
Nacido y criado en Alejandría, Rudolf Hess viviría en Egipto hasta los 14 años, pasando sus vacaciones en Alemania. Regresado al terruño, cursó estudios comerciales en Alemania y Suiza hasta que en 1914 se alista voluntario en la Primera Guerra Mundial. En una carta escrita a finales del conflicto afirmaba: “He sido testigo de los horrores de la muerte en todas sus formas [...] bombardeado durante días por la artillería pesada [...] He pasado hambre y sufrido, como todos los soldados en el frente. ¿Y todo eso ha sido en vano, el sufrimiento de la buena gente, todo para nada?” Las experiencias extremas que vivió en el frente podrán ser aducidas más tarde como explicaciones de su posible locura. Este desengaño por la derrota le llevará a volcarse con la revanchista doctrina que predicaba un oscuro cabo austriaco. No menos determinante será la formación como piloto que la guerra le proporcionó. La temprana militancia nazi permitió a Hess poner en contacto a Hitler con Karl Haushofer, un profesor que enseñaba Geopolítica por el que en 1920 Hess, fascinado por sus teorías, dejó en 1920 el trabajo en una importadora textil para seguir sus clases en la Universidad. Según un informe del FBI de 1944, fue ese encuentro el que ocasionaría la creación, en 1921, del partido nazi. La temprana influencia de Haushofer sobre Hitler se manifiesta en el hecho de que cuando fracasa su intento de golpe, el famoso “putsch de la cervecería”, es en casa del profesor donde Hitler busca refugio durante unas horas. Compañero de aquel catastrófico fracaso fue Hess, que acompaña a Hitler durante su encierro, convertido en su secretario al que dicta el nefasto “Mein Kampf”. En un interrogatorio, Karl Haushofer asegurará que durante aquellas jornadas de redacción, Hess se convirtió en autor de importantes pasajes del libro. Convertido en el más leal colaborador de Hitler, los dos amigos se llaman en la intimidad Rudi y Wolf. Es más, cuando nace el único hijo de Hess, en 1938, éste recibe como nombre Wolf Rüdiger. Sus padrinos, Adolf Hitler y Albrecht Haushofer.
La imagen de Hess es inmejorable entre los nazis, ya que según Allen era “un hombre respetado, amable, que todos los años participaba en competiciones aeronáuticas y carecía de vicios, a diferencia de otros dirigentes nazis como el alcohólico doctor Robert Ley o el atrozmente antisemita Julius Streicher”. Para el responsable de los nazis residentes en el extranjero, Ernst Bohle, Hess “era un idealista sincero, en mi opinión el mayor idealista que hayamos tenido en Alemania, un hombre de naturaleza muy tierna, sin uniformes o ese tipo de cosas, y que muy rara vez aparecía en público”.
El peligro de la paz
En la primavera de 1939, Albrecht Haushofer hace para Hess un informe sobre el futuro de la guerra que establece en la actitud de Inglaterra el destino del inminente conflicto. Este hecho llevará a Hess a buscar la paz con los ingleses. Inglaterra, mientras tanto, verá como un factor clave la neutralidad de España, de forma que se vpagarán sobornos a altos funcionarios franquistas y el embajador británico en Madrid, Samuel Hoare jugará un papel vital en el juego de promesas y aplazamientos secretos que se traducirá, hasta el momento del vuelo de Hess, en dieciséis tentativas secretas de llegar a un acuerdo entre las dos potencias en conflicto. Un buen amigo de Haushofer, el duque de Hamilton, muy cercano al rey Jorge VI, será fijado como el interlocutor adecuado para el intento definitivo. Los servicios secretos ingleses harán creer a Hess y Haushofer que hay en Inglaterra una facción favorable a la paz, en la que militan Hamilton y Hoare, capaz de arrebatar el poder a Churchill y firmar la paz con Inglaterra. A cambio de dejar las manos libres a Hitler para atacar a la Unión Soviética y expandirse por el Este, los nazis se retirarían de sus conquistas en Occidente, reconociendo incluso un cierto derecho a la existencia de una Polonia tutelada por Alemania. La jugada a cuatro bandas afecta a Hess, Haushofer, Hamilton y Hoare. Los pocos documentos confidenciales ingleses que dan nombre a esta operación de engaño le dan el nombre de Operación Señores HHHH.
Bohle, en Nuremberg
Bohle, nacido y criado en Inglaterra, traduce al inglés diversos documentos confidenciales destinados al círculo de Hamilton y Hoare. Hess acuerda con Haushofer que sea éste el emisario que viaje con la propuesta definitiva. Para estos momentos, Hess, según reconoce Winston Churchill, tenía la plena confianza de Hitler, siendo uno de los pocos hombres “capaces de comprender los pensamientos más íntimos de Hitler, su odio hacia la Rusia soviética, su deseo de acabar con el bolchevismo, su admiración por Gran Bretaña y su sincero deseo de establecer una relación amistosa con el Imperio Británico [...] nadie conocía a Hitler mejor”.
Vuelo nocturno
El 10 de mayo de 1941, Londres recibe el más atroz bombardeo de toda la guerra; a partir de ese día, la intensidad de los ataques bajará ostensiblemente. El día siguiente, Hess monta en un Messerschmitt-110, modificado para que lo pueda pilotar sólo una persona. Al acercarse a territorio inglés, diversos cazas salen a interceptarlo al ser detectado por radar. Dos de ellos, según desvelará una investigación en 1999, recibieron la orden de abortar la misión tras tenerlo a tiro. Hess, que ha engañado tanto a Haushofer como a sus interlocutores ingleses sustituyendo a Bohle, cree que en la residencia de Hamilton en Escocia le espera también el duque de Kent, hermano del rey.
Allen, en un esfuerzo de imaginación, deduce una presencia de incógnito de este Windsor ducho en negociaciones discretas. Lo cierto es que cerca de la residencia de Hamilton (en la que hay preparados depósitos de combustible adicionales del mismo modelo de avión usado por el alemán), salta Hess en paracaídas, estrellándose cerca el avión. La secuencia siguiente es previsible: detención, peticiones de entrevistarse con Hamilton, uso de una identidad falsa durante 18 horas, alerta en Alemania al saberse que ha escapado el vice-Führer, mensaje oficial que lo tilda de loco junto a deseos de que haya caído al mar, interrogatorios en suelo inglés, alguno de ellos dirigido por Hamilton, rechazo de cuanto pueda ofrecer al saberse que es ya una anécdota en la Historia, un verso suelto y amargo, un nazi amable pero inútil. Lo que no es previsible es la reacción de Churchill al saber que ha sido detenido en Escocia. A punto de ver en su residencia un pase de “Los hermanos Marx en el Oeste” (la de “más madera; es la guerra”), reaccionó con un “¿me está diciendo usted que el vice-Führer de Alemania está en nuestras manos? ¡Bien, sea o no sea Hess, yo ahora voy a ver a los hermanos Marx”. Y así fue. En Alemania, Hitler terminará haciendo como si nunca hubiera existido Rudi. La salvación de Inglaterra llegará el 22 de junio, cuando Hitler lanza su ataque sobre la Unión Soviética, que terminará devolviendo el golpe y conquistando Berlín en la primavera de 1945. Cuando ya sea demasiado tarde y un subalterno le ofrezca negociaciones con Roosevelt, Hitler le dirá que si éstas fracasan tendrá que desecharle como hizo con Hess. Y cuando vibren bajo el fuego soviético las paredes del búnker, echará de menos a aquel sucesor que se volvió loco...
Artículo publicado en diario Sur el 14 de mayo de 2011
|
|
|
|
El Enigma Hess - El último secreto de la Segunda Guerra Mundial al descubierto
Feb-16-05 - por Martín Allen – Ed. Planeta Historia y Sociedad, Buenos Aires, 2004. 416 P.
Rosendo Fraga comenta el libro donde Martin Allen realiza una profunda investigación, basada en documentos secretos recientemente hechos públicos, y descubre una conspiración tramada desde los servicios secretos ingleses en el centro de la cual se encuentra el embajador británico en Madrid y buena parte del gobierno franquista...
El autor publicó previamente "El Rey Traidor", un exitoso ensayo en el cual profundizó la relación entre Eduardo VIII de Inglaterra y los nazis.
A partir de este libro, abordó con sobrados antecedentes, un tema muy singular de la Segunda Guerra Mundial, como fue el sorpresivo salto en paracaidas del número dos de la Alemania nazi, Rudolf Hess en Escocia en 1941, para quedar desde entonces detenido hasta su muerte solitaria en la prisión de Sapandau en agosto de 1987.
Para Allen, durante más de sesenta años "se ha estado tapando con mentiras un secreto político de consecuencias potencialmente devastadoras".
Este secreto, es que en el momento que Gran Bretaña luchaba en solitario contra el Eje, sus dirigentes encabezados por Churchill, llegan a la conclusión realista de que no podían ganar la guerra europea y que la única alternativa para evitar la derrota era lograr que Rusia y los EE.UU. entrar en la guerra contra los nazis.
A partir de ello, los servicios de inteligencia británicos se abocan a provocar que eso sea así. Es decir a llevar a Hitler a que vaya a la guerra contra ambos países, que era la única alternativa para evitar la derrota británica.
También el año pasado, apareció el libro de Maichel Dobbs "La Hora de Churchill" en el cual analiza como Gran Bretaña actuó deliberadamente para provocar el ataque japonés a EE.UU., que necesitaba para ganar la guerra.
Paralelamente, se actuaba para provocar el ataque alemán a Rusia.
La estrategia elegida, fue hacer creer a Hitler que si atacaba a los soviéticos, entonces el bando británico pacifista supuestamente encabezado por Lord Halifax, depondría a Churchill y aceptaría la paz con Gran Bretaña.
Creyendo Hitler que este bando realmente existía, se decide a atacar a Rusia y propone al hipotético gobierno británico pacifista que supuestamente iba a hacerse cargo del poder, retirarse de Francia, Holanda, Dinamarca y parte de Polonia.
Como suele suceder con estos planes, se van de control y creyendo los alemanes que la crisis británica es inminente, Hess con conocimiento de Hitler decide ir a Gran Bretaña a cerrar el acuerdo con el nuevo gobierno británico que iba a desplazar a Churchill con intención de terminar la guerra.
Allen sostiene que los dirigentes británicos del momento usaron medios para cumplir sus propósitos que "fueron ingeniosos y extremadamente sutiles, pero también totalmente carentes de escrúpulos. Eran actos de hombres desesperados que debían optar entre una derrota catastrófica y la supervivencia nacional", que es la misma conclusión a la que arriba Dobbs en su libro citado.
La razón en guardar el secreto -Hess nunca pudo hablar de la Guerra hasta su muerte y varios de los testigos murieron supuestamente eliminados por la inteligencia británica- fue que saldría al descubierto que la guerra de Alemania contra Rusia, en gran medida fue inducida por los británicos y en consecuencia los millones de rusos muertos podían haberse evitado. En la época de la guerra fría, esto pudo haber sido muy negativo para Gran Bretaña.
En segundo término, que los ingleses pudieron haber llegado a un acuerdo de paz razonable con los alemanes en los primeros meses de 1941 y que optaron por continuar la guerra, por la persistencia y convicción de Churchill.
Pero quizás la conclusión más importante de Allen, es la que dice que la Segunda Guerra Mundial fue un conflicto entre dos gigantescas personalidades, Hitler y Churchill.
Sostiene que en realidad la guerra no fue resuelta por la supremacía propiamente militar, sino por la mayor capacidad política que demostró el liderazgo británico, que educado para gobernar el Imperio con una perspectiva mundial, moviendo los hilos políticos, diplomáticos y los servicios de inteligencia, para lograr que EE.UU. y Rusia entraran en la guerra, a partir de los respectivos ataques de Japón y Alemania, los cuales fueron inducidos y manipulados por los británicos.
Pero en última instancia, lograron salvar a su Patria en un momento de peligro extremo.
http://www.nuevamayoria.com/ES/BIBLIOTECA/resenas/050216.html
|
|
|
Primer
Anterior
2 a 5 de 5
Siguiente
Último
|
|
|
|
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados | |
|
|