3. Antecedentes del libro: "La conspiración del Angel Gabriel". |
|
A confesión de parte, relevo de pruebas...
Hay quienes han llegado a llamarme obsesivo porque le he dedicado muchos años a la investigación del mismo tema: las religiones como creación de seres alienígenas que a lo largo de la historia de la humanidad se han hecho pasar por ángeles y dioses. Pero dentro de ese vasto panorama lo que más ha capturado mi interés ha sido el caso de YHWH (Yahvé o Jehová), el dios judeo-cristiano; dios que es adorado por 14 millones de judíos, 2,200 millones de cristianos, y también por los 1,800 millones de musulmanes, ya que el dios mencionado en el Corán. Aunque es llamado Allah, es para los musulmanes el mismo dios del Pentateuco y los Evangelios.
Esto nos da como resultado que de los actuales 7,000 millones de habitantes del planeta Tierra, 4,014 millones (casi el 60%) adore al mismo dios, un dios bárbaro y sanguinario. Un dios injusto y vengativo que aplaudía las matanzas brutales realizadas por Josué y David, pero que se enloquecía de la ira si se le presentaba de manera incorrecta un sacrificio ritual. Un dios que mentía cínicamente y ordenaba el saqueo y la incineración de mujeres vivas. Un dios que sin compasión ordenaba el asesinato de niños de pecho por las faltas cometidas por sus padres. En fin, un dios que era y es el mal en sí mismo.
Con razón, Harold Bloom en su libro "Jesús y Yahvé: los nombres divinos" escribió: " Yahvé era y es la personificación de Dios más misteriosa jamás concebida por la raza humana". Esto es algo que me desconcierta desde hace varios años, lo confieso. Este fenómeno me resulta intrigante porque pareciera que ese casi 60% de la población mundial que lo adora está sometida a una especie de hipnosis o bloqueo mental que les impide abandonar el culto claramente irracional a ese siniestro ser. Ellos están conscientes de toda la faceta maléfica que envuelve a aquella deidad, pero por algún extraño motivo no lo pueden cuestionar. De manera que un "creyente" puede horrorizarse ante el espectáculo de que un automovilista atropelle a un gatito, pero al mismo tiempo inmutarse ante el pasaje bíblico en el que Yahvé, por medio de Samuel, le ordena a Saúl que mate a todos los hombres, mujeres y niños recién nacidos de Amalec, y no les tenga compasión. (1-Samuel 15: 2-3).
En mi anterior libro "Desenmascarando a Yahvé" partía de la premisa de que Jesús había sido enviado para combatir y desenmascarar Yahvé. En aquella época yo estaba convencido de que al contradecir las leyes dictadas por Yahvé, Jesús estaba cumpliendo su misión de combatirlo. Y para demostrar la falta de vínculo entre esos dos personajes planteaba la pregunta: "si Yahvé dictó leyes de vigencia eterna como la lapidación de las adúlteras, ¿por qué enviaría luego a un supuesto hijo a derogar sus propias leyes?"
Sin embargo, casi cinco años después mi perspectiva es otra, ya que, aunque reconozco que en su discurso público Jesús combatió ciertas leyes de Yahvé, en efectos prácticos su gestión no vio frutos, porque sus mismos apóstoles, los apóstoles que Jesús instruyó en persona, no sólo no combatieron a Yahvé, sino que lo defendieron a capa y espada ¡al mismo tiempo que acusaban a los judíos de no entender sus propias escrituras!
Esto se materializó en el hecho de que la religión creada por Jesús arrebató sus escrituras a los judíos y adoptó como dios al dios de aquellos, al malvado Yahvé. Esto tiene tanto sentido como el hipotético caso de que siendo yo un pacifista y convirtiéndome en el líder de un movimiento pacifista mundial que promueva la solidaridad, la tolerancia y la paz, adopte, como ícono y guía a seguir a Hitler, ¡¡a ese Hitler que por odio ordenó la matanza de millones de personas!! Y que yo, el líder del movimiento pacifista, le arrebate a los nazis el libro escrito por Hilter y use ese libro como las escrituras bases de mi movimiento pacifista, al mismo tiempo que acuso a los nazis de no entender su propio libro guía (que les he arrebatado) ni entender correctamente las enseñanzas de Hitler. Esta es la inconsistencia fundamental del cristianismo, que mientras promueve el amor, la paz, el perdón y la solidaridad, al mismo tiempo adora a un dios que representa todo lo contrario a eso.
Esta extraña situación me hizo replantearme mis anteriores premisas, lo cual me llevó a un nuevo estadio. Ahora me cuestiono si es que en realidad la misión de Jesús fue derrocar a Yahvé. Muchas especulaciones se pueden hacer, pero el hecho concreto es que, en efectos prácticos, la venida al mundo y prédica de Jesús en vez de afectar, más bien le resultaron beneficiosas a Yahvé, ya que la religión creada por Jesús adoptó a ese dios y esa nueva religión se convirtió en el trampolín que convirtió al antiguo y poco influyente dios tribal de los judíos en la deidad tan poderosa e influyente que en la actualidad es.
Así como en mi anterior libro, y con un enfoque diferente, planteaba yo la incompatibilidad entre Jesús y Yahvé con la pregunta: ¿por qué Yahvé se sabotearía a sí mismo, enviando a un hijo que lo contradiga?, ahora me planteo esta pregunta: si en verdad Jesús vino para combatir a Yahvé, ¿por qué entonces los apóstoles que él personalmente instruyó y la religión que él fundó, defendieron a Yahvé y lo adoptaron como dios? ¿Era realmente la misión de Jesús desenmascarar a Yahvé, o era más bien su misión engrandecerlo creando una nueva religión que le sirva de trampolín y plataforma para conquistar media humanidad?
El Maestro Oswaldo Guayasamín alguna vez dijo sobre su obra:
"Mi pintura es para herir, para arañar y golpear en el corazón de la gente. Para mostrar lo que el Hombre hace en contra del Hombre".
Yo me robo un poco las palabras del maestro, y digo que:
"Mis escritos son para herir y para sabotear, en la medida de la resonancia de mis actos, a este poderoso sistema y para denunciar lo que hacen los dioses en contra del hombre".
- "El presente surge del pasado, el pasado es el futuro".
Zecharia Sitchin