Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Isaías 53.6,7
Jesús se entregó con mansedumbre, dejó que sus enemigos hicieran con él lo que quisieron, y luego venció la muerte al resucitar.
Cuando confirma el desafío de amar verdaderamente al prójimo, y reconocer en el hermano la presencia del Altísimo, Jesús muestra cuál es el camino de la paz, porque la reconciliación se inicia en los corazones que son despojados de culpa con el perdón.
...y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él
(Col. 1:20-22).