Eran asesinos de sus propios hijos,
entre sus peores crímenes estaba el incinerar vivos a sus primogénitos principalmente;
los dedicaban en holocausto a moloc y otros dioses infames.
Como los israelitas desobedecieron la orden de exterminio total de estos pueblos, esa práctica permaneció en el mundo, y hoy se siguen ofreciendo diariamente niños en sacrificio al maligno.