La leyenda indica que el Santo Grial fue el cáliz en que bebió Jesucristo durante la Última Cena, la cual le reunió con los doce apóstoles en las horas que precedieron a su muerte. Es, por tanto, una reliquia de enorme trascendencia para el cristianismo, seguramente una de las más valiosas. Actualmente no se sabe con certeza su paradero, aunque ciertas hipótesis apuntan a la posibilidad de que se encuentre en alguno de los templos cristianos de España. Los dos más representativos son los de la Colegiata de San Isidoro de León y la Catedral de Valencia. A continuación se relata la historia de estos dos Santos Cálices.
Santo Grial de la Colegiata de San Isidoro de León
Existen dos antiguos manuscritos egipcios de la Universidad de al-Azhar de El Cairo que relatan los hechos. El Santo Grial habría permanecido en una capilla de la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén desde el siglo IV hasta inicios del siglo XI, cuando fue saqueada y el cáliz robado llegó hasta El Cairo. No se sabe nada de su ubicación antes del siglo IV.
En el año 1054 ocurrió que hubo una gran hambruna en Egipto. Desde el emirato musulmán de Denia se ayudó con el envío de víveres. Tras superar esta circunstancia, el califa fatimí de Egipto ofreció diversos regalos al emir de Denia como señal de agradecimiento. Uno de ellos fue el Santo Grial, parece que solicitado explícitamente por el emir de Denia, que se lo entregó al rey Fernando I de León, el monarca más poderoso de la época en la Península Ibérica, como gesto de confraternización entre los dos reinos, el cristiano y el musulmán.
Desde entonces permanece en León. Tras la muerte del rey Fernando I de León, la reliquia pasó a pertenecer a su hija la infanta Urraca de Zamora, que por expreso deseo mandó a los orfebres leoneses que fuese retocada para darla su aspecto actual. De hecho, es conocida como el Cáliz de Doña Urraca. En la actualidad se expone en el Museo de la Colegiata de San Isidoro de León.
La pieza está formada por la unión de dos copas de ágata unidas por las bases con un armazón de oro y plata sobredorada junto a perlas, esmeraldas, amatistas y zafiros. Está adornada por las joyas personales de la infanta Urraca de Zamora. La copa superior es la que se identificaría con el cáliz, que es una sencilla pieza al parecer de época romana contemporánea al tiempo de Jesucristo.
Santo Grial de de la Catedral de Valencia
Inicialmente, en el siglo I, San Pedro habría llevado el Santo Grial desde Jerusalén a Roma, en donde fue conservada hasta el siglo III y se utilizó para oficiar misa por los sucesivos papas. En el año 256, ante la persecución del emperador romano Valeriano y con el fin de preservarlo, el papa Sixto II lo entregó en custodia a su diácono San Lorenzo, encargado de administrar los bienes de la Iglesia. San Lorenzo era originario de Huesca y para poner a salvo el cáliz lo hizo llevar a Hispania, a donde llegó en el año 258 hasta sus familiares de las tierras natales oscenses. El cáliz estuvo guardado algún tiempo en la casa familiar de San Lorenzo y pronto fue trasladado a la iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca, en donde permaneció bajo la vigilancia del obispo de la diócesis.
A partir del año 711, con la invasión musulmana, el Santo Grial se escondió por diversos lugares del pirineo aragonés. Primero estuvo en la casi inaccesible Cueva de Yebra. Entre los siglos IX y X estuvo protegido en el Monasterio de San Pedro de Siresa. Entre los siglos X y XI se conservó en la Iglesia de Santa María, cuyos restos se encuentran bajo la Ermita de San Adrián de Sásabe de Borau. Entre los años 1014 y 1045 permaneció en la Iglesia de la Corte de Bailo. Luego su presencia se señala por un breve tiempo en la Catedral de Jaca. Desde allí llegó en el año 1071 hasta el monasterio de San Juan de la Peña en donde continuó hasta el año 1399.
Entonces, el rey Martín I de Aragón solicitó la reliquia al abad del monasterio y la mantuvo en su Palacio Real de la Aljafería de Zaragoza. Después fue trasladado a la residencia del rey Martín I de Aragón en Barcelona. Al morir le sucedió, en virtud del Compromiso de Caspe, su sobrino Fernando de Antequera. El hijo de éste y sucesor, el rey Alfonso V de Aragón, en el año 1424 se llevó la pieza a su Palacio Real de Valencia, hoy día desaparecido. En el año 1437 entregó el Santo Grial a la Catedral de Valencia, dejado como garantía por el dinero prestado por la Catedral y el Consejo de la Ciudad para costear la guerra de Nápoles.
Pero ni éste ni los siguientes reyes ya pudieron recuperarlo. Quedó custodiado y venerado en la Catedral de Valencia a partir de entonces. En el año 1809, ante la inminente llegada de las tropas francesas de Napoleón a Valencia, el Santo Grial inició un peregrinaje por Alicante, Mallorca e Ibiza, regresando en el año 1812 de nuevo a la Catedral de Valencia. Durante la Guerra Civil estuvo escondido en el municipio valenciano de Carlet. En la actualidad se expone en la Capilla del Santo Cáliz, en la antigua Sala Capitular de la Catedral de Valencia.
La pieza está formada por la unión de dos copas. La de arriba es de calcedonia finamente pulida y correspondería con el Santo Grial. Parece que podría proceder de un taller grecorromano y estaría fechado entre los siglos II y I a.C. Está acompañada por un añadido posterior de arte islámico, formado por unas asas y un pie de oro que encierra una copa ovalada invertida de calcedonia con un engaste en la base de perlas, rubíes y esmeraldas.
Conclusión
Existen otros lugares tanto en España, por ejemplo el Monasterio de Santa María do Cebreiro de Lugo, así como fuera, por ejemplo la Catedral de San Lorenzo de Génova, en donde también aseguran tener el verdadero Santo Grial. Lo indudable es que esta reliquia es un objeto de peregrinación con un incalculable valor para los que afirman poseerla. Sin embargo, es muy difícil que alguna vez se compruebe con total certeza que el cáliz original sea cualquiera de ellos, o que sea encontrado en el futuro. Ni siquiera se puede saber si realmente existió.
Santo Grial de la Colegiata de León
Santo Grial de la Catedral de Valencia