Con relación a las muchedumbres, las sagradas escrituras dicen que Jesús "con muchas parábolas como estas les hablaba la palabra, conforme a lo que podían oír. Y sin parábolas no les hablaba; aunque a sus discípulos en particular les declaraba todo" (Mr. 4:33-34).
¿Qué son las parábolas? Son ilustraciones que explican una verdad en su dimensión ilimitada, para que los entendidos comprendan el significado de los símbolos o de las metáforas que allí se presentan.
Por alguna razón en especial los secretos de Dios fueron revelados de esta manera en las Escrituras. Los discípulos se acercaron a Jesús y “le preguntaron: -¿Por qué les hablas por parábolas? Él, respondiendo, les dijo: "Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no les es dado...” (Mt. 13.11; Mr. 4.11; Lc. 8.10). Con esta sola aclaración Jesús confirma que los misterios del reino de los cielos fueron revelados a sus seguidores cercanos, quienes sin duda alguna los administraron, ya que finalmente Dios quiere que "todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad" (1a Timoteo 2:4), y ese propósito incluye a las naciones creyentes en su calidad de "coherederos y copartícipes de la promesa" (Efesios 3:1-6; 17-19)
En alguna ocasión Jesús reclamó a sus discípulos: "¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas? (Mr. 4:13). Se refería a su explicación básica para mostrar primero la verdadera tarea del “sembrador” quien busca la abundancia de sus frutos; y la manera en que puede lograrlo al utilizar el terreno y las condiciones más apropiadas.
“Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar; y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la comieron. Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno”
La explicación que entregó Jesús:
“El sembrador es el que siembra la palabra. Y éstos son los de junto al camino: en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones. Éstos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan. Éstos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa. 20 Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno”
La Palabra de Dios es sembrada desde el Génesis, ilustrando que el plan de Dios se asemeja al proyecto de un sembrador que busca sus mejores logros para el bienestar de los hombres.
“ Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así”…
“Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. 9 Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal”
El Edén estaba rodeado por un mundo influido por el maligno, aplicando la parábola maestra que enseñó Jesús para comprender los misterios de Dios, vemos que hasta allí llegaron “las aves del cielo” y comieron de las semillas plantadas para que el hombre se alimentara, o se formara en un conocimiento más amplio de los asuntos de Dios. “Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?”
Como el campo es el mundo, según lo explica Jesús en otra de sus parábolas (el agros es el kosmos), desde allí vinieron “las aves del cielo” que estaban con esa serpiente antigua que engaña al mundo, “y en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones”, como aquella en la que Jehová había establecido para los adámicos “señoread…sobre las aves de los cielos”; porque los hombres deben señorear sobre las potestades que habitan en los cielos y que interfieren con su guerra sobre el plan que Dios está ejecutando. Al derrotar la influencia maligna llegan los frutos en abundancia, “los que oyen la palabra y la reciben” dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno.