La Revolución de Noviembre fue una movilización popular en Alemania en 1918 hacia el final de la Primera Guerra Mundial, que llevó al cambio desde la Monarquía constitucional del Kaiserreich alemán a una república parlamentaria y democrática (República de Weimar).
Las causas de la revolución se encontraban en las cargas extremas sufridas por la población durante los cuatro años de guerra, el fuerte impacto que tuvo la derrota en el Imperio alemán y las tensiones sociales entre las clases populares y la élite de aristócratas y burgueses que ostentaban el poder y acababan de perder la guerra.
La revolución comenzó con un motín de marineros de la flota de guerra en Kiel y Wilhelmshaven; se negaban a colaborar para sacar la flota para librar una última batalla contra la escuadra británica, como pretendían hacer sus superiores.1 El desencadenante de la revolución fueron órdenes del 29 de octubre de 1918 de preparar para el combate del día siguiente. Marineros de varios barcos se negaron a ejecutar las órdenes. Cuando parte de la flota fue trasladada a su puerto de origen, Kiel, en un intento de contener la insurrección mediante permisos para ir a tierra y la detención de los líderes de la insurrección, marineros de otros barcos se unieron a la misma y obreros se solidarizaron con los marineros.2 En pocos días la revolución se extendió por toda Alemania3 y forzó la abdicación del káiser Guillermo II el 9 de noviembre de 1918.4 Los objetivos de avanzada de los revolucionarios, guiados por ideales socialistas, fracasaron en enero de 1919 ante la oposición de la dirección del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) encabezada por Friedrich Ebert. Estos líderes socialdemócratas —al igual que los partidos liberales— temían que se desencadenara una guerra civil, por lo que rechazaban la idea revolucionaria radical de despojar completamente del poder a la élite afín al káiser y promulgaban, en cambio, conciliar a estos sectores con las nuevas relaciones democráticas. Con este fin, el SPD acordó una alianza con el Comando Militar Supremo alemán y, con la ayuda de fuerzas paramilitares de orientación derechista, lograron la sofocación violenta del llamado Levantamiento Espartaquista (Spartakusaufstand).
El desenlace formal de la revolución ocurrió el 11 de agosto de 1919 con la rúbrica de la nueva Constitución de la República de Weimar.
Antecedentes[editar]
El Imperio alemán y la democracia social[editar]
Sesión parlamentaria en el
Reichstag en 1889.
Guillermo II (izquierda) con el rey de Rumanía Carol I en 1914.
La revolución de marzo de 1848/49 fracasó, sobre todo, por el problema de tener que conseguir a la vez la democratización y la unión de Alemania. En las décadas posteriores, la ciudadanía se alineó con el Estado autoritario (Obrigkeitsstaat), particularmente una vez que la unidad alemana se hubo establecido, en la forma de la Pequeña Alemania bajo el liderazgo de Prusia en 1871.
El recién fundado Imperio alemán (en alemán Deutsches Kaiserreich), Segundo Reich o Alemania guillermina, era una monarquía constitucional. Para el parlamento, en alemán Reichstag, se aplicaba el derecho de sufragio igualitario, universal y secreto para los hombres (Männerwahlrecht). La influencia del Parlamento en la política del Reich era, sin embargo, limitada. Su única atribución importante era la aprobación del presupuesto. El Gobierno del Kaiserreich no era responsable únicamente ante el Parlamento, sino también ante el emperador.5
Los socialdemócratas, que posteriormente formaron el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), también estaban representados en el Reichstag desde 1871. Desde sus inicios abogaron públicamente por un Estado republicano. Por este motivo, Otto von Bismarck les hizo perseguir desde 1878 hasta su destitución por el Káiser en 1890, basándose en las Leyes Antisocialistas. A pesar de ello, los socialdemócratas pudieron aumentar su representación en casi todas las elecciones. En el Reichstag de 1912 formaban el partido parlamentario más fuerte, con 110 diputados y el 28 % de los votos.
En los 43 años desde la fundación del Kaiserreich hasta la Primera Guerra Mundial, el SPD no solamente creció en importancia, sino que también cambió su carácter. En la disputa revisionista (Revisionismusstreit) que comenzó en 1898, los llamados revisionistas querían eliminar el objetivo de la revolución del programa del partido. Propugnaban en su lugar reformas sociales de acuerdo con el orden económico establecido. El ala marxista se impuso nuevamente a los revisionistas. Sin embargo, la retórica revolucionaria ocultaba que el SPD se había hecho prácticamente reformista desde la derogación de las Leyes Antisocialistas en 1890. Los socialdemócratas, difamados como “miembros sin patria”, se sentían patriotas alemanes. Al comienzo de la Primera Guerra Mundial, se hizo claro que el SPD se había vuelto una parte integral del juego semidemocrático del Imperio, aun como parte de la oposición.6
El SPD y la Primera Guerra Mundial[editar]
Alrededor de 1900, la socialdemocracia alemana estaba a la cabeza del movimiento internacional de los trabajadores. En los congresos paneuropeos de la Segunda Internacional Socialista, el SPD siempre había aprobado las resoluciones que preveían una causa común socialista en caso de iniciarse la guerra. Durante la crisis de julio de 1914 que siguió al asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo (atentado de Sarajevo), todavía organizó —como otros partidos socialistas en Europa— grandes manifestaciones en contra de la guerra. En ellas Rosa Luxemburgo, la portavoz del ala izquierdista del partido, llamó a la desobediencia y a evitar la guerra en nombre de todo el SPD. Por este motivo, el Gobierno del Kaiserreich planeó aprehender a los líderes del partido inmediatamente después de entrar en guerra. Friedrich Ebert, uno de los dos representantes del SPD, viajó a Zúrich llevando los fondos del partido a un lugar seguro, fuera del alcance del Estado.
Dirección del SPD en 1909 (nombres en la descripción de la imagen).
Al entrar Alemania en la contienda bélica con la declaración de guerra al Imperio ruso el 1 de agosto de 1914, la mayoría del SPD se dejó contagiar por el sentimiento bélico que recorría Europa. De tal modo siguió a su antiguo presidente August Bebel, quien antes de su muerte en 1913 había dicho:
Si es en contra de Rusia, yo mismo alzaré la pistola, pues es el enemigo de la cultura y los oprimidos.
Además, los diputados del SPD temían perder votos e influencia en el Reichstag, así como una posible proscripción del partido si rehuían su «deber patriótico».7
En contra de sus históricos ideales, la
socialdemocracia alemana se contagió del furor patriótico que recorrió Alemania en 1914 y con algunas excepciones apoyó la guerra, «firmando» la llamada
Unión Sagrada.
La dirección del partido y los representantes en el Reichstag estaban divididos en su posición respecto a la guerra: Junto con Friedrich Ebert, 96 diputados aprobaron los créditos de guerra para el Gobierno del Kaiserreich. Con el segundo presidente, Hugo Haase, 14 parlamentarios estaban en contra, pero votaron a favor por disciplina de la fracción. El SPD aprobó así los créditos de guerra, le prometió al káiser renunciar a huelgas y a la remuneración de los sindicatos mientras durara la guerra, posibilitando así la movilización de las fuerzas alemanas. Haase explicó su decisión, que se había tomado contra su voluntad, diciendo: “¡No vamos a abandonar a la patria a la hora del peligro!”.8
El káiser acogió la llamada “paz ciudadana” de la política alemana al final de su discurso del Reichstag con la frase que se hizo famosa: “Aquí no veo ningún partido, solo veo alemanes”.8
El mismo Karl Liebknecht, quien después se convertiría en símbolo del movimiento antibelicista, cedió en un principio a las justificaciones del partido: se abstuvo de la votación para no tener que votar contra su propia facción. Sin embargo, el 5 de agosto de 1914 fundó, junto a Rosa Luxemburgo, Franz Mehring y otros miembros de la izquierda del partido, el Grupo Internacional (Internationale Gruppe), que mantenía las resoluciones del SPD previas a la guerra. De este grupo salió la mayor parte de la Liga Espartaquista el 1 de enero de 1916. El 2 de diciembre de 1914, Liebknecht, y en un principio únicamente él, votó en contra de más créditos para la guerra. Por este motivo fue detenido por los militares en 1915 a instigación de la dirección del partido. Debido a sus intentos de organizar a quienes se oponían a la guerra, fue expulsado del SPD y condenado en julio de 1916 a cuatro años de prisión.
También Rosa Luxemburgo, tras ser liberada temporalmente, fue encarcelada hasta el fin de la guerra.