Hace 30 años, en agosto de 1979, llegó a la Argentina el astronauta Edwin Aldrin, segundo ser humano en pisar la Luna.
Diez años habían pasado desde que, a bordo de la Apolo 11, el hombre dejó su huella en el suelo lunar. Eso ocurrió la noche del 20 de julio de 1969, cuando el módulo se posó en el Mar de la Tranquilidad, a 384 mil kilómetros de nuestro planeta, y Neil Armstrong dio aquel "pequeño paso para el hombre, pero inmenso para la humanidad".
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Minutos después, Aldrin se sumó a la caminata y juntos cumplieron la tarea de tomar muestras. Al abandonar el satélite, dejaron una placa con la leyenda: "Venimos en paz, en representación de toda la humanidad".
Aldrin llegó a nuestro país invitado por el programa periodístico Mónica presenta, de canal 13 de Buenos Aires. En esa época, el astronauta se recuperaba de un serio estado depresivo y cierta adicción al alcohol, hechos que alimentaron las especulaciones y fantasías acerca de las consecuencias de colocarse el hombre frente a "la inmensidad del universo".
El astronauta señaló, entonces, que la humanidad aún no había entendido el alcance de haber llegado a la Luna, al tiempo que aseguró que no repetiría el viaje. "Ir a la Luna, en 1969, era una cosa consistente y lógica. Hoy, la situación es diferente", explicó. No fue el único en pensar así. De hecho, los viajes a la Luna se interrumpieron en 1972, para nunca más repetirse hasta ahora.
Tiempo después de su visita, Aldrin retomó parte de su trabajo como "héroe contemporáneo" y continuó enseñando ingeniería aeroespacial en la universidad de Dakota del Norte, participando, además, de una compañía dedicada al turismo espacial. Empleo adecuado, si los hay.