Es un tópico común la interpretación moralista y sui géneris que se hace el nombre dado por Cristo a los hermanos Santiago y Juan, los dos hijos de Zebedeo, como Marcos nos refiere en su Evangelio (Mc. 3:17) al hablar de los doce apóstoles elegidos por Cristo: “… a Jacobo hijo de Zebedeo, ya Juan hermano de Jacobo, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges, es decir, Hijos del trueno «.
Aunque de etimología discutida, parece que Boanerges es un nombre arameo procedente de la transliteración de los términos “ benê ” y “ regês ”, cuya traducción es, efectivamente, hijos del trueno, y donde trueno se viene a interpretar como estruendo e ira, en alusión a un supuesto temperamento fogoso y enérgico, con una disposición a la acción impetuosa y agresión que se etiquetan como “ira” y “ambición”, aspectos temperamentales que no encajan en unos jóvenes y modestos pescadores del mar de Galilea. En otros casos se alude a su afán en la difusión por el mundo de la buena nueva evangélica, en modo que se propone que el nombre hace alusión al futuro ardor como predicadores.
Y para ilustrar demostrativamente la interpretación propuesta, se recurre a pasajes de las escrituras supuestamente clarificadoras.
En Lucas 9: 51-56 se cuenta que, cerca ya su partida de este mundo, Jesús decide ir a Jerusalén, pasando por una aldea samaritana en la que, al mandar emisarios para su alojamiento, son rechazados. “ Viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma ”. Jesús les reprende, les explica su destino y se van a otra aldea.
En otro pasaje evangélico (Mt.20:20-28) los hermanos envían a su madre que pida al maestro les reserve un lugar privilegiado para ellos, al parecer traduciendo una ambición desmedida en sus aspiraciones personales.
Ambos pasajes son ya próximos a la entrada en Jerusalén y la Pasión de Cristo, es decir, cronológicamente postreros en la sucesión de relatos evangélicos, y más que aspectos temperamentales de los apóstoles, expresan cuestiones doctrinales sobre la misión de Cristo en este mundo, con mensajes de enseñanza en uno y otro caso, como que él no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida. Parece pueril pensar que los Zebedeo ofrecieran una propuesta realmente destructiva en términos irascibles o que ambicionaran un poder que desconocían y para el que no estaban preparados.
Santiago y Juan eran personas humildes, no creo que ocasionalmente irascibles ni ambiciosos, y no se puede deducir en estos pasajes ni en otros de las escrituras cual era el carácter temperamental que se les adjudica de un modo interpretativo bastante aleccionador y moralista, que además no encaja con un rasgo evidente de Juan, como la dulzura e ingenio del “discípulo amado” de Cristo acorde con una edad muy joven, diría incluso que adolescente, que justifica un trato más especial con el Maestro, ni con la más que segura humildad y carácter silencioso de Santiago que parece pasar de puntillas por las escrituras a pesar de que gusta pintar su temperamento enérgico totalmente inventado.
Siempre me han parecido muy pocos objetivos y demasiado moralizantes y aleccionadoras estas interpretaciones que nacen de explicaciones con formato de sermón o lección; disertaciones en que se busca un sentido muy dirigido a modo de moraleja o enseñanza. No doy mucho valor a estas interpretaciones, y no creo que los pasajes reflés permitan alusiones al temperamentos de los Zebedeo, no solo porque apenas hay en las escrituras datos que permitan hacer muchas precisiones de aspectos caracterológicos y temperamentales, sino porque además no creo que el nombre Boanerges buscará identificar a los dos hermanos por un rasgo temperamental común de ambos y pienso que las explicaciones dadas no son convincentes ni objetivas.
El nombre de Boanerges es concedido a los Zebedeo en época temprana, en todo caso muy anterior a los pasajes referidos, lo que invita a pensar que el nombre no está relacionado con supuestos aspectos temperamentales comunes a ambos hermanos, sino con algo más bien próximo en el tiempo vivido por ambos. Es bien sabido que los hermanos Zebedeo fueron de los primeros apóstoles llamados por Cristo, y por diferentes referencias de las escrituras (Mt 27:56 y Jn 19:25) se deduce que eran parientes cercanos de Jesús por vía materna, seguramente primos.
No hace mucho tiempo que han decidido dejarlo todo e irse es pos de su carismático primo, y han tenido que mostrar su decisión a un padre contrariado que tenía otros planes para sus hijos. Más que relacionado con el temperamento intuyo que el término es debido a una razón doméstica más y cercana, como un guiño familiar a una situación que frecuentemente tendrá su vis cómica y su faceta engorrosa, pero en todo caso genera un trance tenso y relevante. Me refiero a la reacción de enojo paterno, pues el apodo de Boanerges lo concede simultáneamente a los dos hermanos que, seguramente con colaboración materna, como ocurrió en otros pasajes, abandonó a su padre en la tarea de las redes, lo que también hicieron Pedro y Andrés, jornaleros en la hacienda de Zebedeo, Pedro en grado de capataz.
La reacción de enojo es mas que comprensible al perder de golpe su personal más fiel y cercano, incluido su mujer Salomé, que también fue del grupo de mujeres que seguían a Jesucristo. De modo que ahí tenemos a Zabedeo abandonado de su gente con su próspero negocio que había creado para ellos y que ellos abandonaban en bloque. No parece que Zebedeo fuera el santo Job de modo que no resulta difícil imaginar al viejo Zebedeo en clara actitud de enojo practicando algun gesto apotropaico incontenible dirigido al cielo y mandando a su parentela a algun lugar poco recomendable.Y seguramente después bajando los brazos subiendo los hombros y asumiendo los singulares valores de su extraordinario sobrino a cuya mirada se apagó todo su enojo, tras escuchar atónito su sermón desde su propia barca y protagonizar una pesca inexplicable.
Benei Regesh, en griego Boanergês, se ha convertido como «hijos de cólera», «hijos del estruendo» o «hijos de ira». Jesús dio este nombre a los hijos de Zebedeo, pero no por el temperamento de los hermanos, sino de su progenitor que, antes de rendirse a la evidencia, juró en arameo.
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