El artista Miguel Ángel fue arquitecto de la Basílica de San Pedro del Vaticano. Aunque no comenzó la obra, ni pudo realizar muchas variaciones sobre el proyecto original, sí que es el responsable de su imagen exterior.
Desde 1546 hasta su muerte en 1564, Michelangelo Buonarroti fue nombrado el arquitecto director de la fábrica de San Pedro. Y, aunque no pudo ver la obra acabada, dejó las directrices para que la basílica papal se pudiera completar en alzado.
La basílica paleocristiana de San Pedro
El origen de la basílica de San Pedro está en la presunta tumba del apóstol San Pedro. Este seguidor de Cristo fue el primer Papa de Roma y fue crucificado en Roma en el año 64. La tradición de su sepultura hizo que en el lugar de enterramiento se construyese un pequeño santuario.
El emperador romano Constantino I, el gobernante romano que autorizó el cristianismo en el Imperio, construyó una primera basílica. Entre los años 326 y 333 se comenzó la obra, que tardaría unos 30 años en completarse.
Estaba considerada como una de las basílicas constantinianas más importantes del arte paleocristiano. Era de cinco naves con techo de madera. La longitud del templo de Constantino era de 110 metros, mientras que la altura sería de 30 metros en el centro.
Descripción de la antigua basílica constantiniana de San Pedro, por Pietro Alfarano
La ruina de la basílica del Vaticano
Una arquitectura del siglo IV presentaba muchos desperfectos a lo largo de las centurias. Todas las decoraciones, las capillas, las esculturas y las sepulturas que se fueron añadiendo a la primera basílica de Roma podían ocultar algunos deterioros de la estructura original.
Pero ya en el siglo XV, con la vuelta del Papado a Roma después de su estancia en Aviñón, el estado del templo era ruinoso. Pero el prestigio del edificio y su vinculación directa con San Pedro ofrecían muchas dudas sobre cómo reparar la arquitectura. En principio se decidió reparar parte de la estructura, como las obras que iniciaron los arquitectos Leon Battista Alberti y Bernardo Rossellino. Ellos se ocuparon de mejorar el ábside y agregar una loggia en la fachada del atrio.
El papa Julio II tomó una decisión trascendental, la de remodelar la basílica. Si bien en un primer momento pensó en conservar la basílica constantiniana, al final optó por construir un edificio nuevo.
El proyecto de Bramante para San Pedro
Julio II inició la construcción de la nueva basílica de San Pedro el 18 de abril de 1506. El arquitecto del Renacimiento clásico Donato Bramante era el primer director de la obra de San Pedro.
El proyecto que presentó Bramante constaba de un edificio de planta central, a la manera de los martyria, que indicaban los sepulcros de los primeros mártires cristianos. Esta planta era de cruz griega inscrita en un cuadrado, con una enorme cúpula central rodeada de cuatro cúpulas más pequeñas. La inspiración estaba en la basílica de San Marcos de Venecia.
Planta del proyecto de Donato Bramante
Para aguantar esta estructura aérea se necesitaba un apoyo en cuatro enormes pilares centrales. La cúpula central, cuyo modelo estaba en la del Panteón de Roma, debía estar realizada con un conglomerado de materiales similar al antiguo opus caementicium romano.
La planta central era el gran objetivo de la arquitectura del Renacimiento pleno en Italia desde la construcción de la cúpula de Santa Maria del Fiori en Florencia. También los teóricos de la arquitectura como Filarete, Francesco di Giorgio o Leonardo da Vinci habían investigado en sus dibujos y tratados las iglesias de planta centralizada.
En 1514 Bramante se murió. Sólo había podido edificar los cuatro grandes pilares de soporte de la estructura de la cúpula.
La construcción de la basílica de Julio II dejó dos polémicas. La primera, la del derribo definitivo del templo constantiniano, que era la continuidad con el papado desde los tiempos del Imperio. La segunda, que los costes de la construcción motivaron el reparto de indulgencias a cambio de apoyo económico. Y eso provocó que hubiera protestas en el norte de Europa, materializadas en las Tesis de Lutero. Pero eso sería otra historia.
Rafael, arquitecto sucesor de Bramante en el Vaticano
Bramante no había dejado un plano definitivo para continuar la obra de San Pedro. Hay autores que incluso creen que el plan central fue una idealización de la arquitectura de la basílica, mientras no era necesario ampliar las naves hacia un proyecto más realista.
Planta de San Pedro del Vaticano proyectada por Rafael
Porque eso fue lo que les pasó a los continuadores de la fábrica di San Pietro. Que tuvieron que alargar la planta y convertirla en un plan basilical, más común. Es lo que le sucedió a Rafael Sanzio, el sucesor de Bramante junto con Fray Giovanni Giocondo y Antonio da Sangallo el Joven. En 1520, el fallecimiento de Rafael hizo que la obra fuese retomada por Peruzzi y Sangallo.
En el dibujo atribuido a Pieter Coecke se ve la construcción de San Pedro del Vaticano hacia 1524, con el coro de Rossellino, la antigua basílica y el comienzo de los arcos de la bóveda renacentista.
Atribuido a Pieter Coecke. Construcción de San Pedro, c. 1524
Todos fueron complicando la limpieza del plano de Bramante, no sólo al eliminar la centralidad sino al llenar de efectos la arquitectura. La culpa no era exclusiva de los arquitectos, sino también de los papas, que querían el diseño más fascinante para pasar a la Historia del papado.
En 1536 el artista Marten van Heemskerck dibujó las obras de San Pedro. Ya estaban definidos los pilares y dos arcos que sostendrían la cúpula.
Marten van Heemskerck. Construcción de San Pedro en 1536
Sangallo y la construcción de San Pedro del Vaticano
El culmen del barroquismo estaba en el proyecto de Sangallo, presentado en 1546 en una enorme maqueta de madera. Se ve cómo se multiplican las ventanas al exterior, hay un ambulacro (una especie de deambulatorio interno), un doble tambor para una cúpula mucho mayor que la que concibiera Bramante…
Étienne Duperac, proyecto de Sangallo para el Vaticano
Según Miguel Ángel y sus biógrafos, este proyecto de su enemigo íntimo Sangallo era confuso, con un interior que formaba rincones oscuros donde se podría esconder y “cometer villanías”. A pesar de estas palabras, Sangallo se había limitado a continuar con algunos errores que para él eran inconcebibles y hubiera eliminado, como los deambulatorios. Pero no había podido convencer al papa de turno y supo, como buen ingeniero, dotar al edificio de los soportes necesarios para su construcción.
Miguel Ángel, arquitecto de la fábrica de San Pedro
El pontífice Pablo III asignó a Miguel Ángel Buonarroti el cargo de arquitecto de la Fábrica de San Pedro en noviembre de 1546. El viejo artista renacentista tenía 71 años en el momento de recibir el encargo, lo cual no impidió dar lo mejor de su personalidad artística.
Así, el 25 de febrero de 1547 se presentó ante la Congregazione della Fabbrica de San Pedro con unas condiciones claras, drásticas e irrenunciables. Miguel Ángel conocía las intrigas y negocios que había tras la construcción de la nueva basílica. El alargamiento de la fabricación era querido por muchos corruptos romanos e italianos, por lo que se hacían todos los engaños posibles para extender en el tiempo la construcción.
Sólo Michelangelo, con su personalidad arrolladora y su fe en la Iglesia y el Papado podía combatir contra esta lacra de corrupción y derroche económico. Las arcas pontificias ya estaban exhaustas con una obra interminable que había supuesto muchos quebraderos de cabeza al centro del catolicismo.
El genio florentino no lo tuvo fácil con esto. Tampoco con lo que el denominaba la “secta sangallesca”. Eran una serie de operarios contrarios a la figura de Miguel Ángel desde décadas, muchas veces enfrentados con el maestro por haber acaparado muchos proyectos, algunos con malas formas. Este grupo estuvo intentando desacreditar a Michelangelo. Si bien era un excelso pintor y escultor, quizá no estaba a la altura de una obra arquitectónica de este tamaño.
Miguel Ángel tenía que demostrar de nuevo su grandeza, esta vez en el campo de la arquitectura.
Étienne Duperac, grabao del proyecto de Miguel Ángel en San Pedro, 1568
La continuación del proyecto de Bramante
El artista supo imponer la autoridad que se le negó a sus predecesores en la dirección de la obra. Lo primero que hizo fue querer derruir los ambulacros que se proyectaron en algunos muros por Bramante y que se multiplicaron con Sangallo, muy a pesar del arquitecto responsable. Todos se negaban, basándose en que estas estructuras estaban medio construidas, que sería tirar el dinero, literalmente. Pero Buonarroti convenció a todos que a la larga sería un abaratamiento de los costes. Finalmente, consiguió eliminar los ambulacros que no hacían otra cosa que agigantar sin sentido la arquitectura.
Planta proyectada por Miguel Ángel en San Pedro del Vaticano
Miguel Ángel era un superviviente del nacimiento del nuevo San Pedro diseñado por Bramante en tiempos de Julio II. Conocía la idoneidad del proyecto y sabía que su simplicidad y orden eran lo más destacado de este templo.
En la planta del nuevo San Pedro Miguel Ángel recuperó la claridad y centralidad de Bramante, eliminada por sus sucesores. Simplifica el bosque de columnas, pilares, ábsides, muros y torres del proyecto de 1506. En su lugar, creó un amplio muro exterior, con los cuatro enormes pilares de la cúpula en el centro. La planta de Michelangelo formaba una cruz griega central, con un gran espacio deambulatorio, todo de una extraordinaria limpieza compositiva.
Luz y proporción en la arquitectura de San Pedro
En alzado, los contrafuertes de los pilares, enormemente reforzados, sostenían vigorosamente la gran cúpula. Gracias a esto se podían eliminar todas las columnas de transición. En los muros consiguió abrir el doble de ventanas que los anteriores arquitectos. Lo hacía con un juego de pilastras gigantes, que permitían liberar estructuralmente el muro para los vanos. De esta manera, la luz entraba más clara.
En el interior la claridad de los elementos y las estructuras consigue un espacio unitario y proporcionado. Sobre todo, cuando lo vemos en fotos, ya que, cuando se pasea por la inmensidad de sus naves, todo se vuelve gigantesco. Pero nunca podremos decir que se pierden las proporciones.
El exterior de la basílica de San Pietro del Vaticano
En el exterior, la limpieza estructural se consigue con la presencia de las pilastras gigantes de estilo corintio. Entre ellas, el espacio de las ventanas y tabernáculos donde desarrolla su extenso e imaginativo vocabulario de elementos, como sucediera en las ventanas de la Capilla Medici de Florencia.
Para evitar tanta verticalidad y que se descontrolase la visión del espectador, el arquitecto Miguel Ángel incluye en el exterior de San Pedro un sólido entablamento superior sobre la estrecha cornisa. En este espacio se repiten las pilastras de abajo, que ahora son muy cortas.
Esta solución constructiva, de pilastras combinadas con ventanales, hace que no exista muro. Y, por tanto, no se necesite una decoración.
La cúpula de San Pedro de Miguel Ángel
En el final de la década de 1550 se comenzó la cúpula de San Pedro del Vaticano del arquitecto Miguel Ángel. Parece que había un primer plan de crear una cúpula semiesférica, pero los dibujos que se conservan ya alertan de la necesidad de apuntarla. Eran las enseñanzas de Brunelleschi en la cúpula de Santa María delle Fiori en Florencia, largamente admirada por los arquitectos.
La cúpula presenta un tambor donde se combinan pares de columnas y ventanas. Los nervios se sostienen en las columnas y sostienen un aro interno superior. Sobre él, se coloca una linterna muy decorada.
Cúpula de San Pedro Michelangelo
Los sucesores de Miguel Ángel, Giacomo Della Porta y Domenico Fontana se encargaron de acabar la cúpula. El maestro florentino apenas había podido observar su comienzo.
En el claustro grande de Santa María Novella, en Florencia, hay un detalle en un fresco dedicado a la vida de Santo Domingo. Las pinturas son de comienzo de la década de 1580 y se muestra una vista del Vaticano. En el lado izquierdo está la antigua fachada de la basílica constantiniana, aún en pie. Casi sobre ella, la construcción de la cúpula de Miguel Ángel, edificándose por la línea de dobles columnas.
Frescos del claustro grande de Santa María Novella en Florencia. A la izquierda se ve la construcción de la cúpula de San Pedro hacia 1580
La cúpula de San Pedro tiene un doble valor simbólico. Por un lado, marca el espacio de la tumba del apóstol y primer pontífice. Por otro, muestra a la ciudad de Roma y el mundo el poder del papado.
En la visita a San Pedro del Vaticano se puede subir a la linterna de la cúpula de Miguel Ángel. Para acceder a ella hay que moverse en el interior del doble cascarón de la cúpula, admirando la estructura interna.
Un proyecto con continuidad
Michelangelo Buonarroti no pudo acabar el proyecto, a su muerte en 1564. Había tomado una construcción problemática y desordenada y la había devuelto a la pureza original de Bramante. A pesar de su odio, reconocía el valor del primer diseño para el nuevo San Pedro.
Seguramente sabía de la importancia del diseño estructural ideado por otro de sus enemigos, Antonio da Sangallo, que era un gran ingeniero. Sus cálculos en los pilares de la cúpula permitieron simplificar el proyecto del arquitecto Michelangelo en San Pedro del Vaticano.
Miguel Ángel construyó un templo original, con tanto sentido de la unidad que se puede considerar como el auténtico autor y arquitecto de la basílica de San Pedro del Vaticano. Dejó una maqueta de la cúpula para que se continuase con el proyecto iniciado por él, por lo que sus sucesores siguieron sus enseñanzas.
Vista de la fachada de Maderno y la cúpula de Miguel Ángel
Sin embargo, no dejó apuntada una solución para la fachada, que cerraría la cruz griega. Así que, en tiempos de Carlo Maderno, entre 1607 y 1620, el papa obligó a aumentar la nave central en su longitud, convirtiéndolo en un gran templo de plana de cruz latina.
Pese a todo, la fachada continúa el modelo estructural de los muros exteriores de Miguel Ángel. El espíritu del arquitecto florentino seguía vivo en San Pedro décadas después.
Incluso cuando Bernini realiza su columnata en la Plaza de San Pedro y enmarca la cúpula de Miguel Ángel.
Imágenes de la cúpula de la basílica de San Pedro del Vaticano
By Larry from Charlottetown, PEI, Canada
De dorfun from Ferrol, Galiza
By Sailko – Own work
© Vyacheslav Argenberg
Imagen de Fallaner – Own work
Fotografía de Fallaner – Own work
By Fallaner – Own work
Instantánea de Sonse – St. Peter’s Basilica and Gardens of Vatican City