24 reyes alrededor del Trono
El trono del Altísimo preside una asamblea localizada en los cielos, según Apocalipsis, 24 reyes se sientan alrededor del Trono de Dios, y de cuatro “seres vivientes” que a su vez están más cerca del trono, junto a los siete espíritus de Dios. Esta es la asamblea del Altísimo, convocada para hacer frente a la rebelión, integrada por el círculo de hijos de Dios que rodearon su Trono con lealtad, y que constituyeron una alianza santa para conjurar la maldad, y para restablecer la justicia, con las determinaciones creadas en el plan de Dios. Por esto es Jesús, quien se presenta delante de esta asamblea, para concluir como Rey de reyes el mismo programa restaurador que lo esperó como redentor del universo.
Todos los integrantes de la asamblea del Altísimo son elohim, o dioses por ser hijos de Dios, así lo indicó Jesús, “¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois?”, refiriéndose al Salmo 82 donde se les llama “hijos del Altísimo” a estos precisamente, quienes están reunidos en asamblea con Dios juzgando en medio de ellos:
“Dios está en la reunión de los dioses; En medio de los dioses juzga”
“ Yo dije: Vosotros sois dioses, Y todos vosotros hijos del Altísimo”
¿Cómo se establece que esta asamblea en el cielo que describe Juan en Apocalipsis, es la misma que registra el Salmo 82?
David integró veinticuatro divisiones sacerdotales para servir por turnos en el templo que construiría posteriormente Salomón 1Cr 24: 1-18 Las veinticuatro plazas fueron ocupadas por levitas hijos de Aarón, quienes eran jefes o principales, y ejercían “para ministrar en la casa de Jehová, en los atrios, en las cámaras, y en la purificación de toda cosa santificada, y en la demás obra del ministerio de la casa de Dios”
1 Crónicas 23:30 y para asistir cada mañana todos los días a dar gracias y tributar alabanzas a Jehová, y asimismo por la tarde...
32 y para que tuviesen la guarda del tabernáculo de reunión, y la guarda del santuario, bajo las órdenes de los hijos de Aarón sus hermanos, en el ministerio de la casa de Jehová.
Como se explica en Hebreos esto era figura de las cosas celestiales, es decir que ya existía una asamblea en el celeste con querubines, o seres vivientes como se identifican en Ezequiel, y con 24 divisiones sacerdotales, encargada de hacer lo requerido para santificar, para restablecer y purificar lo inmundo delante de Dios, para restituir lo que había sido contaminado y que pertenece a Dios, dándole honores al Santo de los santos, y anhelando a Cristo victorioso y libertador.
Por su parte el Salmo 82 se refiere a esta misma asamblea de hijos de Dios, convocados y presentes delante de Él; y a quienes allí se les advierte que ya debe terminar la injusticia y la maldad “Defended al débil y al huérfano; Haced justicia al afligido y al menesteroso. Librad al afligido y al necesitado; Libradlo de mano de los impíos”; ellos debían juzgar sobre lo que acontece hasta que se levante Dios para juzgar la tierra, porque “tú heredarás todas las naciones” se termina recordando en esta reunión de dioses, acerca del reinado universal que finalmente estará bajo la autoridad de Jesús, el Primogénito de Dios.
En Apocalipsis Juan presenta más ampliamente esta asamblea del Altísimo, en la cual vio “un trono establecido en el cielo, y en el trono, UNO sentado” (Ap 4.2). Al describir ese ‘UNO’, Juan exalta al Altísimo en conformidad con la ‘Shemá’, que es el llamado que recibió Israel en Deuteronomio 6.4-8 cuando le fue entregada la ley de Dios para atarla a su cuerpo, y seguirlo en unidad con sus mandatos, “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová UNO es...”.
Según Juan, “la apariencia del que estaba sentado” en ese trono, tenía colores que refulgían: ‘UNO’ “semejante a una piedra de jaspe y de cornalina” representando al Altísimo, al Padre de los cielos, el único Dios verdadero, como lo aclara Jesús. El ‘UNO’ destelló de esta manera en la visión de Juan. Su manifestación o ‘apariencia’, en cuanto a lo humano hace recordar la gran luz de la shekiná con que hizo presencia la gloria de Dios desde su templo, confirmándose así que ‘Dios es espíritu incomparable’, y que a ‘Dios nadie lo ha visto jamás’.
El trono del UNO está en medio de veinticuatro tronos, “en esos tronos sentados 24 ancianos (presbíteros) vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas”
Ciertamente un trono se relaciona con un gobierno monárquico. En el trono del centro se sienta un Rey siendo el UNO, que es Dios, espíritu de amor incomparable e invisible, pero manifiesto en medio de su asamblea celestial, a través de resplandores como de piedras finísimas. En los otros tronos se sientan los “veinticuatro presbíteros” llamados arcanos por algunas versiones, y quienes llevan “coronas de oro en sus cabezas”. Fueron “hechos”, es decir fueron preparados, formados, y responsabilizados para ejercer como “reyes y sacerdotes de Dios”.
La corona de oro identifica la máxima autoridad alcanzada en el rey, y están sobre las “cabezas” de los 24 porque su reinado es vigente, y cada uno gobierna sobre un reino determinado. Son veinticuatro reyes alrededor del Rey, encargados de administrar asuntos que se relacionan con el trono de Dios y la lucha contra la rebelión, hasta que Jesucristo se hiciera presente como el León de la tribu de Judá delante de esta asamblea, reclamando su victoria la diestra del Altísimo.
En el Salmo 82 los elohim congregados en esta asamblea, son llamados “hijos del Altísimo”, y reciben el tratamiento de reyes que juzgan. En la antigüedad los monarcas debían juzgar; aquí además se les advierte que deben defender la causa de los débiles, y se les dice “como hombres moriréis, Y como cualquiera de los príncipes caeréis”. Eran reyes que caerían como “cualquiera de los príncipes”, reyes destituidos de su condición natural de tener una vida inmortal, o por lo menos con una antigüedad mucho mayor a la conocida por los hombres.
En Apocalipsis Juan también revela que esos ‘presbíteros’ tienen doble unción, son reyes y a la vez son sacerdotes, es decir, administradores de cosas espirituales. Los 24 reyes muestran su autoridad con sus coronas, y todos reconocen al Cordero quien los redime por su sangre; es únicamente a partir de la obra realizada en Cristo, que gustan de la libertad y de la restauración.
Asimismo los 24 exclaman su procedencia al Cordero inmolado, cuando lo reciben en su asamblea para rendirle todos los honores, y para reconocer la autoridad del Rey de reyes; ellos son “de toda raza (linaje) y lengua y pueblo y nación”. Con esta revelación se sabe que los veinticuatro reyes y sacerdotes están establecidos en una asamblea fuera de la tierra, y reconocen su procedencia en diversas razas, diferentes idiomas, pueblos y naciones. Conforman una asamblea ubicada en los cielos; ellos y sus reinos estaban apartados del concierto universal, hasta el día en que Jesucristo se entregó en la cruz para la salvación de sus hermanos, y para restaurar todas las cosas que son de Dios en los cielos y en la tierra, así como se muestra en Efesios 1 la voluntad del Dios y Padre: “reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra”
Así estos 24 reyes o administradores de los asuntos del Altísimo, en la asamblea celestial ratifican a Jesús que él les había “hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” del Griego “epi”, “sobre la tierra” encima de, o más allá de la tierra, puesto que gobiernan en 24 reinos que fueron afectados en los cielos por la rebelión, pero que son restituidos a la vida eterna a partir de la obra redentora realizada por Jesús desde la tierra.