Desde la plaza, que lleva su nombre, la iglesia de la Madeleine, majestuosa, contempla la Asamblea Nacional. Con su frontón triangular en el que figura el juicio final, sus 52 columnas corintias y sus 28 peldaños, esta joya neo clásica fue concebida por Napoleón como un templo griego dedicado a la gloria de su Gran Armada, antes de convertirse en Iglesia, en 1845.

El interior de la Madelaine es sencillamente maravilloso. No es la parroquia del Eliseo que la quiere así. En su interior, una tribuna presidencial situada al lado del altar mayor, fue frecuentada por el presidente René Coty y su esposa Germaine a mediados de 1950.

Más lejos, arriba de la doble puerta de entrada en roble, se eleva el gran órgano con sus 4.426 tubos.

No hubo acordes resonando en los funerales de Johnny Hallyday el 9 de diciembre de 2017, pero sí el Ave Maria de Schubert. Entre las 700 personas presentes ese día, había muchos fans llorando y también celebridades -sobre todo del mundo artístico- como Jean Reno, Patrick Bruel, Line Renaud, Marion Cotillard, Carole Bouquet.

Cabe destacar, que la iglesia está acostumbrada a «huéspedes» destacados: Edith Piaf, Josephine Baker, Thierry Le Luron y el cantante como Charles Trenet. Todos ellos recibieron en la Madeleine un último homenaje.

• Edith Piaf

Una música de jazz invadió las criptas. Un poco más y nos creeríamos en los sótanos de la Huchette, el club de jazz mas renombrado del «quartier latin» (barrio latino).

En enero, en los espesos muros de piedra, reina un silencio en la catedral que invita al recogimiento, también al entumecimiento. Desde hace algunas semanas, la caldera, de la época de la Segunda Guerra Mundial, se descompuso. «Debería ser reparada rápidamente», aseguraba Bruno Horaist, cura de la parroquia de la Madeleine, envuelto en su sobretodo tres cuartos, sólidamente abotonado.

• Bruno Horaist

Por el momento, su casulla -vestimenta que usan los sacerdotes debajo de sus ornamentos para las misas- está guardada en la sacristía. Esa habitación, revestida de madera, es un anexo sagrado: estratégico, que nos permite acceder a los secretos de la iglesia a través de una segunda puerta.

Al abrirla, el cura muestra un pasillo tan largo como angosto, con puertas laterales que llevan a la nave de la iglesia y a una vertiginosa escalera caracol. En los 3 primeros pisos se situan las tribunas, reservadas a familias nobles que venían a misa.

En el tercero hay también un estrecho paseo bordeando un mosaico abovedado, en forma de un cuarto de esfera. Representa a Cristo rodeado de sus primeros discípulos y de los que evangelizaron la Galia. Del lugar desde donde se esta se puede leer, escrito debajo de cada santo, los nombres de cada feligrés que financió cada obra magistral del siglo XIX.

El tiempo de seguir subiendo, el clérigo empuja una grilla de hierro plantada delante de las marchas de la escalera que lleva a las antiguas celdas de los sacristanes. La llave del espectáculo se encuentra 30 metros por encima de la nave; detrás, una pesada puerta metálica. «Esta es la cima de la Madeleine!», dice triunfante el eclesiástico. Estamos arriba del peristilo, la galería de las columnas que rodea el edificio.

Los neones enganchados a los cruceros de las ojivas iluminan un tramo gris con una obstrucción de placas de cobre, eso sí, muy cuidadosamente apiladas. «Cubrían el techo antes de la tormenta de 1999», explica Bruno Horaist. Del lado sur, un «tímpano», pequeña apertura que ofrece una vista inconquistable sobre la Concorde.

Algunos metros más lejos, unos escalones encastrados invitan al asalto de las cúpulas. Siempre más lejos; siempre más alto. 30 metros más abajo las criptas revelan otras sorpresas. Contrariamente a los subsuelos de la mayor parte de otras iglesias que tienen capillas o sepulturas, las de la Madeleine desbordan de actividades.

Hay duchas, lavarropas e incluso una sala informática debajo de los escalones de la entrada!. Todos esos equipamientos están a disposición de personas en situación precaria por el centro Ozanam. Los benefactores aprovechan de que haya dos puertas distantes de varias decenas de metros para impedir que los beneficiados se entrecrucen.

«Antes se decía que se entraba por Hédiard y se salía por Fauchon, pero hoy ya no tiene sentido», bromea Tanneguy, feligrés responsable del equipo de la tarde. Arruinado por la crisis, Fauchon cerró dos de sus negocios, y Hediard no reabre desde 2015.

Las criptas opuestas albergan el Hogar de la Madeleine, un restaurante asociativo de dia, que de noche abre el Refettorio París. Autorizado a funcionar, esta dirección solidaria, decorada por los artistas franceses JR y Prune Nourry propone cenas gratuitas a los mas desfavorecidos.

• Refettorio Paris

El chef Maxime Bonnabry-Duval invita regularmente a ilustres colegas. Ese dia, después de Alain Ducasse, Michel Troisgros y Eric Frechon, fue Romain Le Cordroch, chef de Mumi, al 1er barrio de la capital, y estuvo ante las hornallas.

• Romain Le Cordroch

Media hora antes de la llegada de los invitados (las puertas se abren a las 18:30), el equipo en la cocina se apresta a dorar los bellos y hermosos entrecôtes que les obsequió el negocio Metro. Entretanto las mesas serán iluminadas con lámparas firmadas por Philippe Starck.

• Philippe Stark

Todo debe estar perfecto para que durante el tiempo de una cena, los 50 invitados se olviden de sus problemas. Sus nombres están en una lista en la entrada; deben estar inscriptos en una asociación. «Pero en tiempo de Covid, aceptamos a personas que tienen hambre y se presentan de manera espontanea», afirma la codirectora, Soizic Marceau.

Diez segundos antes de la llegada de los primeros huéspedes, una voz entona una feliz cuenta regresiva.

Un grupo de beneficiados siguen los pasos de una mesera. Una sonrisa en los labios, con los ojos fijos en los platos concebidos por JR, se les hace agua la boca al pensar. A más de 120 años de la creación de la «midinette», dinette de midi (cena del mediodía) que permitía a las jóvenes costureritas recalentar sus escudillas en las salas de la planta baja, la Madeleine, perpetúa e innova la tradición del «bien manger».

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*Jorge Forbes es un periodista argentino que reside en Francia y que desde 1982 fue corresponsal en París para diferentes medios, tanto en la Argentina (Radio Continental), como de Estados Unidos (Voice of América), México (Radio Noticias) y Uruguay (Radio Sarandí).

Actualmente colabora con Diario de Cultura y con Arte y Colección y propone visitas en la capital francesa (privadas o en grupo, no más de 4 personas) por lugares donde vivieron argentinos famosos y conocidos, así como sitios poco conocidos para turistas, incluso aguerridos en la materia. Se recomienda hacer el pedido por email a jcforbes_2000@yahoo.fr o al teléfono celular en Francia: 00 336 0683 7915.

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