Sapientia Aedificavit Sibi Domum. Es decir, "la sabiduría ha edificado aquí su casa". Resulta curioso que la misma frase aparece en el Evangelio de María Magdalena, un texto apócrifo. Se dice que en el interior de esta iglesia y de otras muchas de Venecia está escondido el tesoro de los templarios. Pero no hay ninguna prueba de ello. Para terminar ya con esta entrada me gustaría que nos acercásemos un momento a uno de los edificios más emblemáticos de Venecia: el Palacio Ducal.
"¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría (sophia) y de la ciencia (gnwsiV, gnosis) de Dios! ¡Cuán incomprensibles son sus juicios, e inescrutables sus caminos!" (Romanos, 11: 33).
Marco Rubio: Feds need land for aliens -- JK, Clinton also makes UFO joke
by Tal Kopan, CNN
Friday, January 29th 2016
Marco Rubio at the Fox News Republican debate on January 28, 2016. (Photo: Fox News)
WASHINGTON (CNN) -- Sen. Marco Rubio is finally admitting where the bodies are buried -- the alien ones, that is.
The Florida Republican presidential candidate jokingly revealed a federal alien facility during a sit-down with The Des Moines Register editorial board on Wednesday in a moment of levity during a conversation about federal land.
"In the state of Nevada, the United States federal government owns an extensive amount of land, and some of it is legitimately in the possession of the United States," Rubio began in seriousness.
"We have a significant testing range out there," he added, deadpanning: "Obviously we have Area 51 where we keep the alien bodies from the -- I'm just kidding, that's not true."
The Republican sits on the Senate Intelligence Committee and is briefed on classified matters, which he is legally barred from revealing.
Rubio's joke was not the first time aliens have come up on the 2016 trail this week alone.
Democratic front-runner Hillary Clinton pledged to "get to the bottom" of UFOs in an interview in New Hampshire on Monday, in a tongue-in-cheek response to a question from a reporter. Her husband, former President Bill Clinton, and senior adviser John Podesta have also joked about aliens in the past.
Rubio brought up Area 51 unprompted during a discussion about armed men who have taken over federal land in Oregon, they say in a protest of the federal government taking over too much land.
The senator agreed that the government owns too much land, bringing up the early voting state of Nevada as an example repeatedly, but said citizens "can't be lawless."
He said whether or not the men are breaking the law is not up to him, but if they are, they should be prosecuted.
"That's something that belongs to local law enforcement," he said. "I haven't been on the ground there, so I don't know all the details. ... If they are violating federal law, no one is above the law. And if you have violated federal law, and you've committed a crime, you should be arrested and you should be prosecuted for what you've done."
The influential Iowa paper's editorial board regularly sits down with the presidential field and asks them a variety of questions about their positions.
26 jun 2020 — The committee remains concerned that there is no unified, comprehensive process within the Federal Government for collecting and analyzing ...
24 jul 2020 — The Pentagon said more than two years ago that it had ended its secret UFO investigation program in 2012, but a new investigating body ...
20 jul 2020 — "Frankly, if it's something outside this planet that might actually be better than the fact that we've seen some sort of technological leap from the ...
29 ene 2016 — WASHINGTON CNN -- Sen. Marco Rubio is finally admitting where the bodies are buried -- the alien ones, that is.The Florida Republican ...
23 jun 2020 — U.S. lawmakers are asking the Pentagon for a detailed, unclassified report on unidentified aerial phenomena over concerns the issue has been ...
23 jun 2020 — The Senate Intelligence Committee has voted to require U.S. intelligence agencies and the Defense Department to compile a detailed public ...
24 jun 2020 — U.S. lawmakers are asking the Pentagon for a detailed, unclassified report on unidentified aerial phenomena over concerns the issue has been ...
13 ago 2020 — The Pentagon is forming a new task force to investigate UFOs that have been observed by U.S. military aircraft, according to two defense ...
Estimado lector que rozas una vez más la suave y policromada pluma del Tocororo:
Albert Einstein, Premio Nobel de Física, el científico más importante del siglo XX y posiblemente el segundo de toda la humanidad (el primero es Isaac Newton sin duda alguna) , visitó La Habana el 21 y 22 de diciembre de 1930. Su estancia en la capital se debió a que el Belgenland, barco en que viajaba desde la ciudad holandesa de Amberes, hizo escala en el puerto de La Habana antes de cruzar por el canal de Panamá con destino a la ciudad de San Diego, en la costa norteamericana del Pacífico. En este último lugar lo recibiría Edwin Hubble.
Hubble fue uno de los más importantes astrónomos estadounidenses del siglo XX, famoso principalmente porque en 1929 había demostrado la expansión del universo midiendo el corrimiento hacia el rojo de las galaxias distantes. Hubble es considerado el padre de la cosmología observacional aunque su influencia en astronomía y astrofísica tocó muchos otros campos.
Un poquito de Física: Cuando un tren se acerca a nosotros a gran velocidad haciendo sonar su silbato, notamos una subida en el tono de su sonido (la frecuencia aumenta) pero cuando el tren se aleja de nosotros apreciamos una bajada de ese tono (la frecuencia disminuye). Este fenómeno se conoce como Efecto Doppler y también se produce en el caso de la luz de forma que si miramos hacia una estrella que se acerca a gran velocidad percibimos su luz con un tono azulado pero si se aleja, ese tono sería rojizo. A esto se le llama corrimiento hacia el rojo.
El efecto Doppler puede usarse para medir la velocidad de los coches en la carretera utilizando ondas de radio de onda muy corta. (RADAR).
El propio Einstein, quien creía en un principio en un universo estático, introdujo de forma artificial un término extra a sus ecuaciones, denominado constante cosmológica, para evitar el fenómeno de la expansión. Tras los resultados publicados por Hubble, Einstein se retractó y retiró este término, al que llamó “el mayor error de mi carrera“. Einstein hizo entonces un famoso viaje a Monte Wilson en 1931 para agradecer a Hubble que hubiera sentado las bases de la cosmología moderna.
La alegría de los científicos cubanos de conocer y dialogar con el más notable de los físicos de todo el mundo era tan grande como la preocupación que tenían por la tensa situación social y política que vivía Cuba. Eran tiempos en que el General Gerardo Machado, apoyado por las fuerzas represivas y el apadrinamiento del gobierno yanqui, había prorrogado su mandato presidencial convirtiéndolo en una cruel dictadura. El descontento popular crecía y los estudiantes y revolucionarios se organizaban para enfrentar valientemente a aquel odioso y sangriento régimen. Hacía pocas semanas que en una protesta popular contra el gobierno las balas de la policía habían asesinado a Rafael Trejo, uno de los líderes universitarios más queridos y para colmo, la Universidad acababa de ser clausurada por decreto presidencial.
Los dirigentes de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana y de la Sociedad Geográfica de Cuba trataron de hacer todo lo posible para disimular aquella realidad y darle el tratamiento que correspondía a tan distinguida y singular personalidad. A las ocho de la mañana del día 21 abordaron el barco para darle la bienvenida. También había decenas de periodistas.
Einstein agradeció el saludo de los académicos, dijo algunas palabras a los reporteros y posó para los fotógrafos y camarógrafos cubanos y extranjeros.
Aunque era el mes de diciembre Einstein sudaba mucho y constantemente colocaba sus manos sobre los ojos, a modo de visera, para protegerse de la intensa claridad del sol. Los anfitriones le propusieron un programa que comenzaba con una visita oficial al secretario de Estado de Cuba para luego continuar a la Academia de Ciencias, donde recibiría el homenaje de los científicos cubanos. Seguidamente saludaría a la comunidad hebrea residente en la capital y terminaría la jornada matutina almorzando en el hotel Plaza. Él lo aceptó todo con su acostumbrada cortesía y sencillez, pero pidió que antes lo llevaran a algún lugar donde pudiera comprar un sombrero que resguardara su cabeza y sus ojos de aquel intenso sol.
Sus anfitriones eligieron “El Encanto”, la más famosa tienda de ropas de la ciudad, considerada una de las mejores de América Latina. Previamente el Ingeniero Millás había llamado a José Solís, gerente del establecimiento, para prevenirle de la visita y de su intención. Solís recibió al sabio en la entrada del comercio e inmediatamente lo llevó al departamento de sombreros. En aquellos tiempos estaba de moda usarlos y el comerciante buscó en sus almacenes el mejor que tenía: un sombrero de Panamá.
A Einstein le gustó mucho porque era muy cómodo y justo de su medida. Pensó que era fabricado en la isla, pero le llamó la atención oír que era de Panamá y quiso que le aclararan esa duda. Solís le dijo que el sombrero no estaba hecho ni en Cuba, ni en Panamá, sino en Ecuador, en una región llamada Jipijapa donde abunda una palma del mismo nombre cuyas hojas tienen unas características muy especiales y cuyos aborígenes heredan, por generaciones, la habilidad de trenzar y darle forma y tamaño a cada sombrero que requiere de dos a tres meses de intenso trabajo para hacerlo.
Y continuó Solís: este sombrero usted podrá estrujarlo, aplastarlo o pisotearlo y siempre volverá a adquirir su elegante aspecto original. Así es este genuino sombrero de Jipijapa. En cuanto a su otro nombre, se lo pusieron los ingenieros y jefes de obras norteamericanos cuando construían el canal de Panamá a principios del siglo XX. Ellos no sólo lo usaban por su comodidad, frescura, y elegancia, sino también porque al ser tan exclusivo y caro se diferenciaba de las raídas gorras o sucios sombreros que usaban los peones o trabajadores corrientes. Así se reconocía de inmediato, como si fuera la gorra entorchada de un general, la autoridad de los mandamases extranjeros que preferían decir que sus sombreros eran de Panamá a darle crédito a aquella humilde región ecuatoriana que los producía.
Cuando Theodore Roosevelt visitó el canal usó dicho sombrero, lo que aumentó su popularidad. Entre la lista de sus propietarios más famosos se encuentran el primer ministro del Reino Unido, Winston Churchill, el actor estadounidense Humphrey Bogart y el cantante Frank Sinatra.
La ciudad ecuatoriana de Cuenca es el productor principal; sin embargo, el cantón de Montecristi tiene la reputación de producir los sombreros de calidad más fina. Según la tradición, los sombreros de Jipijapa se realizan a partir de las hojas trenzadas de la Carludovica palmata.
Einstein escuchó con atención esos relatos e insistió en pagar por el sombrero. Solís, hombre agradable y convincente, le dijo que era un obsequio de la tienda. Ante la insistencia de Einstein, Solís le expresó entonces que sería un honor para “El Encanto” el tener de recuerdo un retrato suyo hecho en el taller de fotografía de su comercio. El científico lo complació a pesar del poco tiempo disponible.
Gonzalo Lobo era uno de los mejores retratistas de La Habana y firmaba sus fotografías con el pomposo nombre de Van Dyck. Su estudio formaba parte de la gran variedad de departamentos que tenia la tienda para complacer a la exigente burguesía cubana. El fotógrafo con su desenvoltura habitual colocó al sabio delante de un fondo negro para resaltar las canas que cubrían la desordenada cabeza del sabio y captó su expresión característica con la mirada bondadosa e inteligente que caracterizaba su rostro. Así fue la primera visita que realizó el científico en La Habana, acompañado por su esposa Hedwig y sus cicerones cubanos.
Luciendo su fresco sombrero de Jipijapa fue a la Secretaria de Estado y después, escoltado por un ejército de periodistas, asistió al homenaje que le ofrecieron los miembros de la Academia de Ciencias. Saludó a la colonia hebrea de La Habana y concurrió al almuerzo que le brindaron los científicos en el hotel Plaza. Por la tarde se interesó por ver la naturaleza cubana y efectuaron un recorrido en dos autos por la zonas rurales de Santiago de las Vegas, donde pudo admirar las palmas reales y el verdor de la campiña criolla, el recién inaugurado aeropuerto de Rancho Boyeros, la Escuela de aviación Curtis, el embellecido pueblo de Boyeros con su flamante Escuela Técnica Industrial, el Asilo para enfermos mentales de Mazorra y los hermosos jardines del acueducto de Vento. Luego recorrieron el exclusivo reparto de Miramar y las lujosas Sociedades del Havana Yatch Club y el Country Club. No hubo paradas, solo un rápido vistazo por todos aquellos lugares porque a las cinco de la tarde estaba señalada una recepción en la Sociedad Cubana de Ingenieros.
La comitiva no llegó a la hora señalada sino mucho más tarde. Estaban agotados y a Einstein le esperaba, como en la mañana, saludos, abrazos, discursos, brindis y una interminable fila de caza autógrafos. En medio de aquella agobiante aglomeración de invitados y curiosos, de oír palabras cuyo idioma desconocía y de sonreír a todos, se escabulló finalmente hasta el auto donde lo aguardaba su esposa. Prácticamente huyeron para refugiarse en el camarote de su barco. Pero también allí le esperaba una invitación especial que el gobierno le hacía para que descansara en el recién construido Hotel Nacional, el mejor hotel del Caribe. Agradeció el ofrecimiento, pero rehusó aceptarlo.
Al día siguiente, temprano, el director del Observatorio Nacional, ingeniero Millás y su esposa fueron a buscarlo al trasatlántico y como sabían que no le gustaba el protocolo, ni los halagos, le propusieron ir a donde él quisiera. Einstein agradeció la idea y pidió ver los lugares más pobres de la ciudad. Y Millás lo llevó a los solares de la Habana Vieja y los repartos de “Llega y Pon” y “Pan con Timba” nombres que le resultaron muy ocurrentes y simpáticos porque reflejaban el humor de aquellos infortunados, en su mayoría negros.
También conoció el Mercado Único con sus puestos de pescado, frutas y carne fresca, y escuchó a los pregoneros con sus alegres ofertas. Ello le dio una visión real de cómo vivían la mayoría de los cubanos. A su regreso, el barco ya estaba listo para continuar su viaje. Lo esperaba el viejo Solís para regalarle una elegante ampliación del retrato captado por Lobo y también estaban las autoridades, académicos, periodistas y otras personalidades para despedirlo. El barco partió a la una en punto de la tarde y mientras se alejaba, en la cubierta, el sencillo sabio decía adiós a sus amigos habaneros agitando su sombrero de jipijapa.
Al atardecer de ese mismo día, en la vidriera principal de “El Encanto” en la calle Galiano, el decorador dio los retoques finales a una elegante escenografía para homenajear a Einstein. Se apreciaba una gigantesca ampliación del retrato que le había hecho Gonzalo Lobo acompañada de una docena de fotos del reportero grafico Rafael Pegudo que mostraban varios momentos de la visita del científico a la capital. En un rótulo cuidadosamente dibujado se destacaba una frase que Einstein había dicho a la prensa a su llegada a La Habana: “La Ciencia une a los hombres y evita las guerras”
Estimado lector que rozas una vez más la suave y policromada pluma del Tocororo:
Albert Einstein, Premio Nobel de Física, el científico más importante del siglo XX y posiblemente el segundo de toda la humanidad (el primero es Isaac Newton sin duda alguna) , visitó La Habana el 21 y 22 de diciembre de 1930. Su estancia en la capital se debió a que el Belgenland, barco en que viajaba desde la ciudad holandesa de Amberes, hizo escala en el puerto de La Habana antes de cruzar por el canal de Panamá con destino a la ciudad de San Diego, en la costa norteamericana del Pacífico. En este último lugar lo recibiría Edwin Hubble.
Hubble fue uno de los más importantes astrónomos estadounidenses del siglo XX, famoso principalmente porque en 1929 había demostrado la expansión del universo midiendo el corrimiento hacia el rojo de las galaxias distantes. Hubble es considerado el padre de la cosmología observacional aunque su influencia en astronomía y astrofísica tocó muchos otros campos.
Un poquito de Física: Cuando un tren se acerca a nosotros a gran velocidad haciendo sonar su silbato, notamos una subida en el tono de su sonido (la frecuencia aumenta) pero cuando el tren se aleja de nosotros apreciamos una bajada de ese tono (la frecuencia disminuye). Este fenómeno se conoce como Efecto Doppler y también se produce en el caso de la luz de forma que si miramos hacia una estrella que se acerca a gran velocidad percibimos su luz con un tono azulado pero si se aleja, ese tono sería rojizo. A esto se le llama corrimiento hacia el rojo.
El efecto Doppler puede usarse para medir la velocidad de los coches en la carretera utilizando ondas de radio de onda muy corta. (RADAR).
El propio Einstein, quien creía en un principio en un universo estático, introdujo de forma artificial un término extra a sus ecuaciones, denominado constante cosmológica, para evitar el fenómeno de la expansión. Tras los resultados publicados por Hubble, Einstein se retractó y retiró este término, al que llamó “el mayor error de mi carrera“. Einstein hizo entonces un famoso viaje a Monte Wilson en 1931 para agradecer a Hubble que hubiera sentado las bases de la cosmología moderna.
La alegría de los científicos cubanos de conocer y dialogar con el más notable de los físicos de todo el mundo era tan grande como la preocupación que tenían por la tensa situación social y política que vivía Cuba. Eran tiempos en que el General Gerardo Machado, apoyado por las fuerzas represivas y el apadrinamiento del gobierno yanqui, había prorrogado su mandato presidencial convirtiéndolo en una cruel dictadura. El descontento popular crecía y los estudiantes y revolucionarios se organizaban para enfrentar valientemente a aquel odioso y sangriento régimen. Hacía pocas semanas que en una protesta popular contra el gobierno las balas de la policía habían asesinado a Rafael Trejo, uno de los líderes universitarios más queridos y para colmo, la Universidad acababa de ser clausurada por decreto presidencial.
Los dirigentes de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana y de la Sociedad Geográfica de Cuba trataron de hacer todo lo posible para disimular aquella realidad y darle el tratamiento que correspondía a tan distinguida y singular personalidad. A las ocho de la mañana del día 21 abordaron el barco para darle la bienvenida. También había decenas de periodistas.
Einstein agradeció el saludo de los académicos, dijo algunas palabras a los reporteros y posó para los fotógrafos y camarógrafos cubanos y extranjeros.
Aunque era el mes de diciembre Einstein sudaba mucho y constantemente colocaba sus manos sobre los ojos, a modo de visera, para protegerse de la intensa claridad del sol. Los anfitriones le propusieron un programa que comenzaba con una visita oficial al secretario de Estado de Cuba para luego continuar a la Academia de Ciencias, donde recibiría el homenaje de los científicos cubanos. Seguidamente saludaría a la comunidad hebrea residente en la capital y terminaría la jornada matutina almorzando en el hotel Plaza. Él lo aceptó todo con su acostumbrada cortesía y sencillez, pero pidió que antes lo llevaran a algún lugar donde pudiera comprar un sombrero que resguardara su cabeza y sus ojos de aquel intenso sol.
Sus anfitriones eligieron “El Encanto”, la más famosa tienda de ropas de la ciudad, considerada una de las mejores de América Latina. Previamente el Ingeniero Millás había llamado a José Solís, gerente del establecimiento, para prevenirle de la visita y de su intención. Solís recibió al sabio en la entrada del comercio e inmediatamente lo llevó al departamento de sombreros. En aquellos tiempos estaba de moda usarlos y el comerciante buscó en sus almacenes el mejor que tenía: un sombrero de Panamá.
A Einstein le gustó mucho porque era muy cómodo y justo de su medida. Pensó que era fabricado en la isla, pero le llamó la atención oír que era de Panamá y quiso que le aclararan esa duda. Solís le dijo que el sombrero no estaba hecho ni en Cuba, ni en Panamá, sino en Ecuador, en una región llamada Jipijapa donde abunda una palma del mismo nombre cuyas hojas tienen unas características muy especiales y cuyos aborígenes heredan, por generaciones, la habilidad de trenzar y darle forma y tamaño a cada sombrero que requiere de dos a tres meses de intenso trabajo para hacerlo.
Y continuó Solís: este sombrero usted podrá estrujarlo, aplastarlo o pisotearlo y siempre volverá a adquirir su elegante aspecto original. Así es este genuino sombrero de Jipijapa. En cuanto a su otro nombre, se lo pusieron los ingenieros y jefes de obras norteamericanos cuando construían el canal de Panamá a principios del siglo XX. Ellos no sólo lo usaban por su comodidad, frescura, y elegancia, sino también porque al ser tan exclusivo y caro se diferenciaba de las raídas gorras o sucios sombreros que usaban los peones o trabajadores corrientes. Así se reconocía de inmediato, como si fuera la gorra entorchada de un general, la autoridad de los mandamases extranjeros que preferían decir que sus sombreros eran de Panamá a darle crédito a aquella humilde región ecuatoriana que los producía.
Cuando Theodore Roosevelt visitó el canal usó dicho sombrero, lo que aumentó su popularidad. Entre la lista de sus propietarios más famosos se encuentran el primer ministro del Reino Unido, Winston Churchill, el actor estadounidense Humphrey Bogart y el cantante Frank Sinatra.
La ciudad ecuatoriana de Cuenca es el productor principal; sin embargo, el cantón de Montecristi tiene la reputación de producir los sombreros de calidad más fina. Según la tradición, los sombreros de Jipijapa se realizan a partir de las hojas trenzadas de la Carludovica palmata.
Einstein escuchó con atención esos relatos e insistió en pagar por el sombrero. Solís, hombre agradable y convincente, le dijo que era un obsequio de la tienda. Ante la insistencia de Einstein, Solís le expresó entonces que sería un honor para “El Encanto” el tener de recuerdo un retrato suyo hecho en el taller de fotografía de su comercio. El científico lo complació a pesar del poco tiempo disponible.
Gonzalo Lobo era uno de los mejores retratistas de La Habana y firmaba sus fotografías con el pomposo nombre de Van Dyck. Su estudio formaba parte de la gran variedad de departamentos que tenia la tienda para complacer a la exigente burguesía cubana. El fotógrafo con su desenvoltura habitual colocó al sabio delante de un fondo negro para resaltar las canas que cubrían la desordenada cabeza del sabio y captó su expresión característica con la mirada bondadosa e inteligente que caracterizaba su rostro. Así fue la primera visita que realizó el científico en La Habana, acompañado por su esposa Hedwig y sus cicerones cubanos.
Luciendo su fresco sombrero de Jipijapa fue a la Secretaria de Estado y después, escoltado por un ejército de periodistas, asistió al homenaje que le ofrecieron los miembros de la Academia de Ciencias. Saludó a la colonia hebrea de La Habana y concurrió al almuerzo que le brindaron los científicos en el hotel Plaza. Por la tarde se interesó por ver la naturaleza cubana y efectuaron un recorrido en dos autos por la zonas rurales de Santiago de las Vegas, donde pudo admirar las palmas reales y el verdor de la campiña criolla, el recién inaugurado aeropuerto de Rancho Boyeros, la Escuela de aviación Curtis, el embellecido pueblo de Boyeros con su flamante Escuela Técnica Industrial, el Asilo para enfermos mentales de Mazorra y los hermosos jardines del acueducto de Vento. Luego recorrieron el exclusivo reparto de Miramar y las lujosas Sociedades del Havana Yatch Club y el Country Club. No hubo paradas, solo un rápido vistazo por todos aquellos lugares porque a las cinco de la tarde estaba señalada una recepción en la Sociedad Cubana de Ingenieros.
La comitiva no llegó a la hora señalada sino mucho más tarde. Estaban agotados y a Einstein le esperaba, como en la mañana, saludos, abrazos, discursos, brindis y una interminable fila de caza autógrafos. En medio de aquella agobiante aglomeración de invitados y curiosos, de oír palabras cuyo idioma desconocía y de sonreír a todos, se escabulló finalmente hasta el auto donde lo aguardaba su esposa. Prácticamente huyeron para refugiarse en el camarote de su barco. Pero también allí le esperaba una invitación especial que el gobierno le hacía para que descansara en el recién construido Hotel Nacional, el mejor hotel del Caribe. Agradeció el ofrecimiento, pero rehusó aceptarlo.
Al día siguiente, temprano, el director del Observatorio Nacional, ingeniero Millás y su esposa fueron a buscarlo al trasatlántico y como sabían que no le gustaba el protocolo, ni los halagos, le propusieron ir a donde él quisiera. Einstein agradeció la idea y pidió ver los lugares más pobres de la ciudad. Y Millás lo llevó a los solares de la Habana Vieja y los repartos de “Llega y Pon” y “Pan con Timba” nombres que le resultaron muy ocurrentes y simpáticos porque reflejaban el humor de aquellos infortunados, en su mayoría negros.
También conoció el Mercado Único con sus puestos de pescado, frutas y carne fresca, y escuchó a los pregoneros con sus alegres ofertas. Ello le dio una visión real de cómo vivían la mayoría de los cubanos. A su regreso, el barco ya estaba listo para continuar su viaje. Lo esperaba el viejo Solís para regalarle una elegante ampliación del retrato captado por Lobo y también estaban las autoridades, académicos, periodistas y otras personalidades para despedirlo. El barco partió a la una en punto de la tarde y mientras se alejaba, en la cubierta, el sencillo sabio decía adiós a sus amigos habaneros agitando su sombrero de jipijapa.
Al atardecer de ese mismo día, en la vidriera principal de “El Encanto” en la calle Galiano, el decorador dio los retoques finales a una elegante escenografía para homenajear a Einstein. Se apreciaba una gigantesca ampliación del retrato que le había hecho Gonzalo Lobo acompañada de una docena de fotos del reportero grafico Rafael Pegudo que mostraban varios momentos de la visita del científico a la capital. En un rótulo cuidadosamente dibujado se destacaba una frase que Einstein había dicho a la prensa a su llegada a La Habana: “La Ciencia une a los hombres y evita las guerras”
El 26 de julio en el calendario Gregoriano coincide con la celebración del Año Nuevo Maya, que se extiende hasta el día 24 de julio del siguiente año. Pero, ¿qué sucede con el 25 de julio? Este es el llamado "Día fuera del Tiempo".
Para ellos, el tiempo de la tierra está en sintonía con las frecuencias del universo. Por eso, un año dura lo que para nosotros serían 13 meses de 28 días; exactamente el tiempo que tarda la tierra en dar un giro completo al Sol, de acuerdo a los ciclos lunares (por eso un año en el calendario maya equivale a 13 lunas completas). Pero, si cuentas bien, verás que 13 meses de 28 días dan un resultado de 364, dejando uno como "el día perdido".
Ese día, el Sol se sincroniza con la estrella más brillante del cielo (Sirio) y empieza una revolución solar de la tierra. Sirio representa la intuición, el sol secreto; por eso, ese día todas las energías del año se reúnen. Para los mayas esto era muy especial, y por eso lo consideraban un momento óptimo para preparar el alma, purificar el espíritu, reflexionar y meditar antes de comenzar un nuevo ciclo. Justamente por los rituales de limpieza y sanación con la Madre Tierra, el Día Fuera del Tiempo también se conoce como "día verde".
Tres círculos que representan el arte, la ciencia y la espiritualidad dentro de otro más grande que simboliza a la cultura, conforman el emblema de la fecha, que es la bandera de la paz. En este día, además, se hace la plegaria a las siete direcciones en sentido contrario a las manecillas del reloj.
1. ESTE. Desde la Casa Este de la Luz, que la sabiduría se abra en aurora sobre nosotros para que veamos las cosas con claridad.
2. NORTE. Desde la Casa Norte de la Noche, que la sabiduría madure entre nosotros para que conozcamos todo desde adentro.
3. OESTE. Desde la Casa Oeste de la Transformación, que la sabiduría se transforme en acción correcta para que hagamos lo que haya que hacerse.
4. SUR. Desde la Casa Sur del Sol Eterno, que la acción correcta nos de la cosecha para que disfrutemos los frutos del ser planetario.
5. CIELO. Desde la Casa Superior del Paraíso, donde se reúne la gente de las estrellas y los antepasados, que sus bendiciones lleguen hasta nosotros ahora.
6. TIERRA. Desde la Casa Inferior de la Tierra, que el latido del corazón cristal del planeta, nos bendiga con sus armonías para que acabemos con las guerras.
7. CORAZÓN. Desde la Fuente Central de la Galaxia, que está en todas partes y al mismo tiempo, que todo se reconozca como luz de amor mutuo.
Hay muchos que sostienen que el calendario Gregoriano, que usamos por imposición del Papa Gregorio XIII, no está en sincronía con el tiempo del Universo, ya que contamos que la Tierra da la vuelta al sol por 365 días, y cada cuatro años sumamos un día más. Eso da lugar a un desajuste que incide, según algunos creen, en nuestra percepción del entorno y la realidad en sí. Si tomáramos un calendario como el maya, posiblemente podríamos empezar a percibir las sincronicidades que nos suceden con mayor claridad.
Hoy, ese día es un momento para celebrar la vida, el amor, la paz, el perdón, el arte (de hecho su filosofía es "el tiempo es arte"); para recordar que todo en el Universo está perfectamente conectado, y que aún estamos a tiempo de tomar un rumbo diferente en nuestra forma de vida.