Cuando
las personas se encuentran con dificultades
en la relación, tienden a culpar
a su pareja. Ven claramente cuál
es el cambio que necesita hacer el
otro para que la relación funcione,
pero les es muy difícil ver
qué es lo que ellas hacen para
generar los problemas. Es muy común
encontrar estas respuestas en una
sección de pareja:
-
¿Qué te pasa?
-
Lo que me pasa es que él no
entiende.
Yo
insisto:
-
¿Qué te pasa a ti?
Y
ella vuelve a contestar:
-
Lo que me pasa es que él es
muy agresivo.
Y
yo sigo hasta el cansancio:
-
¿Pero qué sientes tú?
¿Qué te pasa a ti?
Es muy difícil que la persona
hable de lo que le está pasando,
de lo que está necesitando
o sintiendo. Todos quieren siempre
hablar del otro. Es muy diferente
encarar los conflictos que surgen
en una relación, con la actitud
de revisar "¿qué
me pasa a mí?", que enfrentarlos
con enojo, pensando que el problema
es que estoy con la persona inadecuada.
Muchas parejas terminan separándose
a partir de la creencia de que con
"otro", sería distinto,
y por supuesto, se encuentran con
relaciones similares, donde el cambio
es sólo el interlocutor. Por
eso, frente a los desacuerdos, el
primer punto es tomar conciencia de
que las dificultades son parte integral
del camino del amor. No podemos concebir
una relación íntima
sin conflictos. La salida sería
dejar de lado la fantasía de
una pareja ideal, sin conflictos,
enamorados permanentemente.
Es sorprendente ver cómo la
gente busca esta situación
ideal. Y cuando el señor x
se da cuenta de que su pareja no corresponde
con ese modelo romántico ideal
y novelesco, insiste en decirse que
otros sí tienen esa relación
idílica que él está
buscando, sólo que él
tuvo mala suerte porque se casó
con la persona inadecuada.
¡NO! No es así. No se
casó con la persona inadecuada.
Lo único inadecuado es su idea
previa sobre el matrimonio, la idea
de la pareja perfecta. En cierto modo
me serena saber que esto que no tengo,
no lo tiene nadie, que la pareja ideal
es una idea de ficción y que
la realidad es muy diferente. El pensamiento
de que el pasto del vecino es más
verde o que el otro tiene eso que
yo no alcanzo, parece generar mucho
sufrimiento. Quizá el aprender
estas verdades pueda liberar a algunas
personas de estos tóxicos sentimientos.
La realidad mejora cuando me decido
a disfrutar lo posible, en lugar de
sufrir porque una ilusión o
una fantasía no se dan. La
propuesta es: "HAGAMOS CON LA
VIDA LO MEJOR POSIBLE..." Sufrir,
porque las cosas no son como yo me
las había imaginado, no sólo
es inútil, sino que además
es infantil.
Esta es la nueva propuesta, empezar
a pensar en la pareja desde otro lugar,
desde el lugar de lo posible y no
del ideal. Por eso es que vamos a
intentar ver los conflictos no sólo
como un camino para superar mis barreras
y poder acercarme así al otro,
sino también como un camino
para encontrarme con mi compañero,
y por supuesto, a partir de lo dicho,
como un camino para producir el transformador
encuentro conmigo mismo.
Estar en pareja ayuda a nuestro crecimiento
personal. La relación suma,
por eso vale la pena. Vale la pena
(es decir, vale pensar por ella).
Vale el sufrimiento que genera. Vale
el dolor con el que tendremos que
enfrentarnos, y es valioso porque
cuando lo atravesamos, ya no somos
los mismos, hemos crecido, somos más
concientes, somos más plenos.
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