¿Hasta cuándo debo perdonar?
¿Vecinos
conflictivos? ¿Quién no los ha tenido? Si usted es afortunado de contar
con absolutamente todos los vecinos extraordinarios, déle gloria a
Dios. Si no es así comprenderá la molestia que embargó a Evamaría el día
en que sorprendió a la inquilina de al lado barriendo hacia su
antejardín toda la basura y después, como si nada, alejarse con cara de
"yo-no-hice-nada".
Para
su sorpresa, no fue la única vez. Ocurrió una, y otra y otra vez. Se
anticipaba a que todos estuvieran despiertos –porque al parecer ni
siquiera dormía, como razonó muchas veces—para acomodar los desperdicios
en su propiedad.
Un
día no soportó más. Salió furibunda y le dijo todo lo que tenía
guardado en el corazón. --¿No que usted es evangélica, Evamaría? ¿Dónde
le quedaron las enseñanzas de Jesús?—le respondió, en un intento por
provocarla.
--No tiene nada que ver con ser cristiana. —replicó, fuera de sí.
Al
día siguiente se encontraron de nuevo. No, esta vez no estaba
arrojándole la basura. Iba camino del trabajo. Le saludó con una amplia
sonrisa: "Buenos días, vecina". Evamaría estaba todavía muy enojada y,
en el corazón, sintió no contestar. Pero por su testimonio cristiano se
limitó a decir: "Buenos días".
Horas
después, mientras meditaba en el asunto, concluyó que había hecho lo
más apropiado. Guardar rencor iba a contaminar su espíritu y de paso,
habría robado la paz que tanto necesitaba su ser.Aunque no sea fácil, debemos perdonar
Probablemente
usted se identificará conmigo en el hecho de que no es fácil perdonar.
Ser el blanco de los ataques y habladurías de los demás, deja profundas
heridas que nos llevan a pensar a pagar con la misma moneda. Sin
embargo, no es el camino apropiado, como lo entendemos si vamos a las
páginas del Evangelio.
En
cierta ocasión el Señor Jesús se refirió al asunto cuando dijo a sus
discípulos: "Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti,
repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día
pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me
arrepiento; perdónale." (Lucas 17: 3, 4). Al igual que usted, decenas y
hasta millares de cristianos enfrentan una lucha tremenda para perdonar.
Hasta que comprenden que no es en sus fuerzas sino en las de Jesucristo
como se logra. Humanamente nos inclinaremos por la venganza, pero si
descansamos en Dios tras haberle llevado el asunto en oración, podremos
lograrlo...
d/a