No destruya su cuerpo, es templo de Dios
Se
hubiera dado gusto el indio Jiménez, personaje típico de mi pueblo y
quien era un confeso marihuanero, al enterarse de que con el paso de los
años hay países en América empecinados en aprobar el consumo de la
marihuana al amparo de argumentos sobre supuestas propiedades
medicinales.
Lo
que si le habría despertado preocupación sería conocer que todos
podrían tener libre acceso a la yerba, incluso los hijos, los nietos y
los bisnietos.
El
hombre era un aficionado a consumir la cannabis. Si no lo detienen en
cierta ocasión, se habría fumado las briznas de hierba del parque
principal. Para él no había diferencia. En su criterio, todo era
naturaleza y "...la naturaleza es sabia..."
Una
reciente encuesta realizada en Estados Unidos entre 90 mil americanos
que consumieron marihuana antes de los doce años, reveló en su organismo
predisposición a problemas mentales, inclinación a ideaciones suicidas,
esquizofrenia, depresión marcada y psicosis. ¿La razón? Se altera la
química del cerebro.
Pero
no concluye allí. De acuerdo con los especialistas con el informe
publicado por la revista Time, se afecta la capacidad cognoscitiva del
consumidor, su salud respiratoria y se evidencia una marcada tendencia
hacia la osteoporosis y el cáncer de pulmón.
Definitivamente,
si le cuento todas estas bondades de ser adicto a la marihuana, el
indio Jiménez a quien recuerdo recorriendo a paso lento las calles
amplias, largas y sin asfalto de mi pueblo, me diría: "Déjeme así, que
estoy bien...".
No cometa un error al decidir
No
comparto la opinión de quienes afirman que las "presiones sociales"
llevan a alguien a volverse adicto. El colegio de secundaria en el que
estudié estaba invadido de drogadictos. Me ofrecieron marihuana, cocaína
y toda suerte de alucinógenos en infinidad de ocasiones. Siempre tuve
la entereza para decir: "No". ¿Qué decir del pueblo en el que me crié?
Era fértil para el cultivo de la yerba. La gran mayoría de amigos de mi
generación sucumbieron. Afortunadamente pude decir "No".
Hoy
como cristiano reconozco la importancia de tal determinación. El
apóstol Pablo escribió: "¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el
Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de
Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois
vosotros, santo es." (1 Corintios 3:16, 17).
Si
usted se droga o se embriaga, está atentando contra su cuerpo que –como
acabamos de leer—es templo del Espíritu Santo. ¿Pretende seguir
acabándose por unos cuantos minutos de supuesto gozo, placer o sensación
de placidez? Seguro que no. Si lo hace, no solo acarrea las
consecuencias sino que además, enfrenta la decisión de no agradar a
Dios...
d/a