TOCANDO UN CORAZON
Estoy aquí, abrigada, tengo los pies calientes un techo que me cubre esperanzas sutiles, la mesa está servida y hay regocijo y paz… Yo tengo todo esto, pero,- ¿y ellos, los niños de la calle? ellos no dicen nada, tienen hambre, y despacio recorren los andenes sin protesta ninguna con el cuerpo cansado de tanto ir y venir y la estrella en lo alto los mira porque sabe, que son tan desprovistos que ni saben llorar. Ya la mesa en mi casa retiró los manteles, en la noche habrá cena y ellos: -¿los que no tienen nada, cómo se acostarán? ¿y el santo no responde si mira su miseria? ¿y aquéllos que los miran, no los protegerán? ¡Son los pobres que gimen, que posan su mirada en los antejardines de un mundo sin piedad! Pueda ser que un poema no llene los estómagos, pero mi puño seco golpea contra el viento e imploro al Dios del cielo que toque un corazón.
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