En
las manos de la señora, la taza comenzó a contar su historia: "Usted
debe saber que yo no siempre he sido la taza que usted está
sosteniendo. Hace mucho tiempo yo era sólo un poco de barro. Pero un
artesano me tomó entre sus manos y me fue dando forma. Llegó el momento
en que me desesperé y le grité: "¡Por favor.. déjeme en paz ya...!"
Pero mi artesano sólo me sonrió y me dijo: ..."Aguanta un poco más,
todavía no es el tiempo"
Después me puso en un horno. ¡Nunca
había sentido tanto calor!.... Toqué a la puerta del horno y a través
de la ventanilla pude leer los labios de mi artesano que me decían:
..."Aguanta un poco más, todavía no es el tiempo."
Cuando
al fin abrió la puerta, mi artesano me puso en un estante. Pero, apenas
me había refrescado, me comenzó a raspar y a lijar. No se cómo no acabó
conmigo. Me daba vueltas, me miraba de arriba a abajo. Por último me
aplicó meticulosamente varias pinturas...Sentía que me ahogaba... "Por
favor, déjame en paz", le gritaba a mi artesano; pero él sólo me
decía:..."Aguanta un poco más, todavía no es tiempo."
Al fin,
cuando pensé que había terminado aquello, me metió en otro horno, mucho
más caliente que el primero. Ahora si pensé que terminaba con mi vida.
Le rogué y le imploré a mi artesano que me respetara, que me sacara,
que si se había vuelto loco. Grité, lloré; pero mi artesano sólo me
decía: "Aguanta un poco más, todavía no es el tiempo."
Me
pregunté entonces si había esperanza... si lograría sobrevivir aquellos
tratos y abandonos. Pero por alguna razón aguanté todo aquello. Fue
entonces que se abrió la puerta y mi artesano me tomó cariñosamente y
me llevó a un lugar muy diferente. Era precioso. Allí todas las tazas
eran maravillosas, verdaderas obras de arte, resplandecían como solo
ocurre en los sueños. No pasó mucho tiempo cuando descubrí que estaba
en una fina tienda y ante mi había un espejo. Una de esas maravillas
era yo. ¡No podía c! reerlo! ¡Esa no podía ser yo! Mi
artesano entonces me dijo: "Yo se que sufriste al ser moldeada por mis
manos, mira tu hermosa figura. Se que pasaste terribles calores, pero
ahora observa tu sólida consistencia, se que sufriste con las raspadas
y pulidas, pero mira ahora la finura de tu presencia... y la pintura te
provocaba nausea, pero contempla ahora tu hermosura.. y, ¿si te hubiera
dejado como estabas?
¡"Ahora eres una obra terminada! ¡lo que imaginé cuando te comencé a
formar!".
Querido/a hermano/a
que lees esta reflexión. Eres una tacita en las manos del mejor
alfarero: Dios. Confíate en Sus amorosas manos aunque muchas veces no
comprendas por qué permite tu sufrimiento. AGUANTA UN POCO MÁS Y SERÁS
EL HIJO/A QUE EL SOÑÓ PARA TODA LA ETERNIDAD...
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