En un pueblo de la India había un hábil ladrón
que robaba en todas las casas y jamás podía ser sorprendido.
Era un verdadero experto.
La gente de la localidad, desmoralizada,
se reunió con el alcalde y le pidió que nombrase un policía, ya que
no había ninguno en el pueblo y así el ladrón lograba actuar a su aire
y sin ningún riesgo.
El alcalde, comprendiendo el desánimo de las gentes
del lugar, entregó un bando solicitando personas que se presentaran
al puesto de policía.
Solamente se presentó un candidato.
Se trataba del ladrón y fue elegido policía.
*El Maestro dice: Así como nunca el policía detendrá al ladrón
que es él mismo, jamás el ego capturará al ego,
siendo necesario recurrir al testigo que está más allá del ego
y el pensamiento.
Tomado de “Cuentos Clásicos de la India” recopilados por Ramiro Calle
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