RENDIRSE A LA VIDA.
El árbol allá, el cielo sobre ti,
la tierra, tú y todo lo demás son
una unidad profunda.
El árbol parece estar separado
de ti pero no lo está, no puede estarlo.
El sol está tan lejos, pero tú no
puedes existir aquí si el sol muere.
Inmediatamente dejarás de existir aquí.
Sin el sol allá -millones de kilómetros
distante- no puedes existir aquí.
Si el sol deja de existir, nunca llegaremos
a saber que ha dejado de existir,
porque no habrá nadie que lo sepa. Nosotros somos parte de los rayos.
Todo el universo es una unidad cósmica.
Tú no estás aislado; no eres
como una isla. Estás conectado;
estás enraizado en el océano de
la existencia tal como una ola.
A menos que esto se sienta
muy profundamente,
nadie podrá entrar en el éxtasis
total de la existencia; porque si
crees que tú estás separado no
podrás unirte, si crees que tú estás
separado no podrás rendirte.
Si sientes que tú no estás separado,
la rendición se vuelve fácil; sucede.
Si sientes que eres uno con la vida,
puedes confiar en ella.
Entonces no hay temor.
Entonces podrás morir en ella
con felicidad, con éxtasis.
Entonces no hay temor a la muerte.
El miedo a la muerte llega a
existir porque crees que tú estás separado.
Entonces comienzas a luchar,
entonces comienzas a protegerte.
Comienzas a verte a ti mismo
como a un enemigo, en conflicto.
Piensas en términos de conquistar,
de ser victorioso.
Pero entonces serás vencido;
tu derrota es segura.
A/D
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