Cuando una persona se
somete a una terapia de
cualquier tipo, a veces lo
hace con la esperanza de
que el terapeuta le ayude
a resolver problemas de
relaciones personales, tales
como que el marido no le
presta suficiente atención
o que los hijos se comportan
de manera inadecuada.
No suelen pensar estas
personas que lo único que
puede hacer una terapia
es ayudarles a modificar
su propia conducta, ya
que ése es el único ámbito
en que podemos influir:
la manera en que nosotros mismos
nos comportamos.
Todo cambio que desees introducir
en la manera en
que los demás se comportan,
debe ser realizado de forma indirecta
a través del cambio
de tu propia conducta.
Mientras no cambies la
forma en que te conduces,
te seguirán ocurriendo las
mismas cosas que ahora.
A veces cuesta entender
esto, porque a nadie le
gusta cambiar. Cada uno
de nosotros tiene un patrón
de conducta que ha
adquirido a lo largo de
la vida por una u otra
razón, y esas razones son
las que hay que analizar
para ver si siguen siendo
válidas o no.
Si se presenta la necesidad
de cambiar ciertos comportamientos,
ya sea por indicación profesional
o por decisión propia, la
tarea implica el estudio
de las razones que llevaron
en primer término a adoptar
esos comportamientos.
Cada conducta tiene un
motivo que la provoca, y
que en su momento fue válido.
Si ese motivo continúa
siendo válido, es porque a
través de la conducta
estás satisfaciendo una
necesidad que sigue estando vigente,
y no va a ser fácil
cambiar en tanto no encuentres una
manera alternativa
de satisfacerla, o consigas eliminar
dicha necesidad.
El cambio de conducta no
es fácil porque, aunque
errada, una conducta que
se ha ejercitado durante
mucho tiempo da una
sensación de seguridad.
Aquí interviene el miedo
que todos tenemos a lo desconocido,
a lo que no hemos probado antes, a
lo que se sale de lo rutinario.
Solamente una pequeña
fracción de personas gusta
de situaciones nuevas y
de comportamientos
innovadores; la mayoría preferimos
lo viejo y conocido.
El problema es que, a veces,
eso viejo y conocido es
justamente lo que está
jugando en tu contra.
Para poder cambiar
nuestra situación tenemos
que cambiar nuestra
conducta, dejar esas viejas formas
de comportarnos
que durante tanto tiempo
nos han servido torcidamente
y seguir el camino recto de
la verdad y la sinceridad.
Tienes que ser sincero contigo mismo
para poder cambiar
tu rumbo, y esta es una de
las cosas que cuestan porque
al ser sincero tienes que
empezar por reconocer
esos miedos que tanto tiempo
has estado ocultando. El
miedo es una de las grandes
fuerzas motoras de la
conducta, ya que a nadie le
gusta tener miedo y hacemos todo
lo posible por evitarlo,
hasta llegar a engañarnos
a nosotros mismos.
Tomar y mantener la decisión
de adoptar una nueva conducta es
una de las tareas más
difíciles para el individuo, porque a
ello se oponen todos los miedos que ha
estado durante toda
su vida tratando de mantener bajo
control mediante la
conducta que ha llevado
hasta el momento. Será
un proceso difícil que, sin embargo,
debes llevar a cabo
con coraje, con el convencimiento de que
puedes caer pero también
levantarte y seguir intentando para así
conseguir avanzar en
el camino de la superación personal.
A-D