RESPIRANDO EN EL SILENCIO
Cualquier
experiencia que te ponga en contacto con el nivel silencioso de la
conciencia puede llamarse meditación. Tal vez hayas descubierto
espontáneamente alguna rutina que te produzca una paz profunda. Si no,
puedes adoptar algunas de las prácticas formales de meditación de las
distintas tradiciones espirituales. La más sencilla es la que se
desarrolla mediante la respiración.
Siéntate
en silencio y con los ojos cerrados en una habitación iluminada con luz
tenue y libre de distracciones (teléfono, llamadas a la puerta). Luego
de permanecer así unos minutos, toma conciencia de tu respiración. Nota
cómo el aire entra de manera suave y natural, y cómo sale de igual
manera. No intentes modificar el ritmo de tu respiración ni hacerla más
profunda o superficial.
Al
concentrarte en tu respiración te sintonizas con la conexión
mente-cuerpo, la fina coordinación de pensamiento y prana (energía sutil
de la respiración). Algunas personas se concentran mejor en su
respiración si repiten un sonido: una sílaba al exhalar y otra al
inhalar. El sonido ah-hum se utiliza tradicionalmente para este
propósito (también puedes adoptar los mantras o sonidos rituales que
encontrarás en cualquier libro sobre espiritualidad oriental).
Practica
esta meditación durante diez o veinte minutos dos veces al día. Notarás
que tu cuerpo se relaja. Como solemos acumular enormes cantidades de
cansancio y estrés, es posible quedarse dormido. No te preocupes si esto
ocurre, o si al calmarse tu mente surge una sensación o pensamiento.
Confía en la tendencia natural del cuerpo a liberar el estrés.
A/D
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