“Miles de personas han vivido sin amor, sin agua no” Esta cita de W. H. Auden es la que nos introduce a los próximos 93 minutos de un documental desgarrador desde lo testimonial y contundente desde los reveladores datos que proporciona para comprender el tema político y medioambiental que estará en el centro de la escena en el siglo XXI: el problema mundial del agua.
Durante un período de 5 años, la directora y su equipo viajaron por todo el planeta entrevistando a expertos: científicos, activistas, representantes gubernamentales y de las principales empresas en conflicto con la privatización del agua. Las palabras de Irene Salina, directora de FLOW, son ilustrativas acerca de lo que disparó en ella la necesidad de llevar adelante este proyecto:
“Una de las cosas que se hizo evidente para mí
fue que el agua es realmente un elemento unificador.
Todos la necesitamos, todos la queremos y
por encima de cualquier otra cosa en el mundo,
el agua es lo que nos une a todos”.
“Por amor al agua” expone con toda su crudeza las distintas situaciones padecidas en las comunidades afectadas por la contaminación y privatización del agua. Evidencia de manera clara, a través de innumerables testimonios, el daño y la expoliación que las multinacionales, tuteladas por el Banco Mundial, han hecho con regiones enteras pobladas por millones de habitantes profundizando la pobreza y acrecentando los índices de mortalidad.
La permanente sensación de estar rodeado de agua que fluye, combinada con una musicalización consustanciada todo el tiempo con la gravedad del tema abordado, y las imágenes cuidadosamente seleccionadas para conmover al espectador, comunicando cada situación de manera sublime, son grandes méritos de los directores de fotografía y música, Pablo de Selva y Christophe Julián respectivamente.
“Flow” (For Love of Water) es un desbordante documental que recoge el viaje a una realidad sumergida por los poderosos que rara vez sale a flote en los grandes medios de comunicación: Más de mil millones de humanos, la sexta parte de la población mundial, carece de acceso al agua potable y limpia. Más de dos millones de niños mueren todos los años por enfermedades contraídas por beber agua contaminada. Mueren más personas por contaminación a través del agua que por el SIDA y las guerras. Se necesita 30 mil millones de dólares para garantizar que el mundo tenga agua potable y en 2007 gastamos tres veces más en comprar agua embotellada.
Dice a pocos minutos de iniciado el documental Williams E. Marks, autor de “The holly order of water”: “Sabemos que el planeta es un cuerpo lleno de vida, porque el agua corre por él, entre un continente y otro hay venas y arterias de agua corriente. El agua fluye al océano, que es el corazón de la tierra; el océano se evapora iniciando un nuevo ciclo hidrológico, para caer de nuevo en las montañas y bajar de nuevo en forma de venas y arterias. Nuestro planeta no es más que un enorme cuerpo donde circula el agua, que es lo que le da vida. Nosotros somos como la superficie del planeta, 70% agua y 30% masa, ambos tenemos un corazón, tenemos 60.000 kilómetros de venas y arterias y, al igual que la tierra recicla el agua, tenemos un ciclo de agua dentro de nosotros”.
Y más adelante asegura: “Después de décadas de estudios y millones de datos, los científicos admiten que estamos cerca de la sexta extinción en masa, la más grande ocurrida jamás en la historia del planeta; la quinta fue la de los dinosaurios”. Este es el verdadero planteo deFLOW, sin agua no hay vida, esta idea de unidad indestructible entre el agua y la vida del planeta, esta similitud y necesidad de humanidad mientras que el mal uso y la comercialización del agua despoja a millones de un bien tan necesario. A lo largo del documental escuchamos de sapos que cambian de sexo al ser castrados químicamente por el uso de pesticidas, de los peces hembras del río Sena porque se han extinguido los peces machos en 5 años quebrantando el ecosistema, de millones de personas muy pobres que deben pagar cuantiosas sumas para acceder al agua potable, mientras las grandes multinacionales la extraen gratis secando los acueductos de regiones enteras, de represas que al instalarse desalojan comunidades cubriendo de agua las tumbas de sus antepasados y con ellos de la historia y la cultura de su pueblo, volviendo inservibles zonas fértiles para el cultivo y la posibilidad de un tipo producción sustentable.
“Quién es el dueño del agua? ¿Quién decide sobre ella? ¿Porqué el Consejo Mundial del Agua, el Banco Mundial y las empresas piratas del agua se autodefinen como comandantes globales del agua tomando decisiones por nosotros? ¿Quién los eligió?” Cuestiona Maude Barlow, activista y autora de “Blue gold” buscando desnaturalizar algo que tratan de mostrarnos como natural, porque quien controle el agua, tiene el poder.
El documental que nos llevará de Cochabamba (Bolivia) hasta Alwar (India), pasando por Suráfrica, Australia o Estados Unidos. Las luchas de los ciudadanos contra la privatización del agua, las movilizaciones contra gigantes como Suez, Vivendi o Coca Cola o las batallas legales contra Nestle Waters en Mecosta (Michigan) se suceden con imágenes que logran reflejar el terrible futuro que esta muy cerca si el ser humano no modifica su conducta.
La escasez de agua potable en los países pobres y lo que esto implica en la vida diaria, la complicidad del Banco Mundial ante la usurpación de los recursos hídricos por las grandes corporaciones del agua en todo el mundo, poblaciones obligadas a beber agua estancada por no poder pagarla cuando históricamente fue de libre acceso, las guerras del agua, con conflictos que estallan cuando las empresas han privatizado el agua como en algunas zonas de Bolivia, Sudáfrica y otros países oprimidos por las potencias mundiales y en manos de gobiernos cómplices; la violencia policial y el uso de agua en mal estado es la causa de una alta mortalidad para estas poblaciones; el prolongado conflicto entre los residentes de Michigan y una planta embotelladora de Nestlé; la dudosa calidad del agua del grifo en algunos estados de EEUU; especialistas que afirman que la Agencia de Protección Ambiental no regula correctamente 51 contaminantes nocivos en el agua y alertan de la gravedad del plaguicidaATRAZINA, un disruptor endocrino tóxico que puede provocar cáncer de próstata en los seres humanos y altera gravemente los niveles hormonales en los animales, cuyo uso está prohibido en la UE pero no en EEUU, donde y desde donde se comercializa; la mentira y el inescrupuloso negocio del agua embotellada, entre otras tantas facetas del grave conflicto en el mundo por el agua son las que el documental nos va mostrando.
Al finalizar, el equipo nos convoca a sumarnos al petitorio realizado a las Naciones Unidas para que se incorpore el derecho al agua. Artículo 31: “Todos los individuos tienen derecho al agua potable adecuada para el bienestar del individuo y su familia; y nadie debe ser privado de dicho acceso o de la calidad del agua por intereses particulares”. Y nos exhortan: “Súmense todos”.
Desde aquí podemos decir que nos sumamos difundiendo, posicionándonos y exigiendo que el agua sea patrimonio de la humanidad y no de unos pocos; y que no dejen de ver FLOW.
Irene Salina:
Biografía de la directora de “Flow, por amor al agua”: Nacida en Francia, Irene Salina, comenzó su carrera a los 15 años como reportera de radio en París, para luego trabajar en varios roles de producción en numerosas películas norteamericanas antes de escribir y dirigir su primer cortometraje: “See You on Monday”. Su primera película: “Ghost Bird: The Life and Art of Judith Deim” (2000), es un premiado documental que profundiza en la vida de Judith Deim, artista nacida en San Luis, USA. “Flow, por amor al agua”, es su último documental, finalizado en 2008. Con el participó del II Festival Global Dominicano: “Temas globales, historias personales”. Este documental, que ya ha sido catalogada en distintos lugares del mundo como “la verdad incómoda del agua”, también participó en la selección oficial en el Festival de Cine de Sundance 2008 y ha ganado diferentes premios en otros certámenes.
Publicado por Río Bravo, el 14 de enero de 2011.