Cuando guardamos rencor contra alguien,
¿lo lastimamos realmente? ¿No será que no lastimamos a nosotros mismos?
Con mucha frecuencia, Jesús hablaba de la necesidad de perdonar a otros.
Si vamos a seguir el camino angosto, tenemos que aprender a ser
prontos para perdonar.
Cuanto más rápido perdonamos, más fácil será la solución.
Tenemos que hacerlo antes que el problema eche raíces en nuestras emociones.
Será mucho más difícil sacarlo si tiene raíces profundas y fuertes.
Guardar rencor contra otras personas no las hace diferentes,
pero sí nos cambia a nosotros.
Nos hace amargados y difíciles.
Cuando pensamos que estamos guardando rencor, en realidad
es el rencor que nos gurda a nosotros.
Es la manera engañosa de Satanás para mantenernos en esclavitud.
Él quiere que pensemos que estamos, que tenemos saldadas las cuentas
protegiéndonos de otra herida.
¡Pero nada de eso es verdad! Quiero animarte a pedir la gracia de Dios para
perdonar a cualquiera contra quien tengas rencor.
Decide de ahora en adelante mantener tu corazón libre de este tipo de
emoción negativa.
Dios tiene grandes planes para tu vida, pero solamente los verás
realizado si transitas por el camino angosto.
Cuidado de Dios
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