Acá
en Costa Rica las lluvias
inician por el mes de mayo.
Estaba viendo por una ventana
una hormiga que con mucho
esfuerzo llevaba una hoja
a cuestas. Para variar grandes
gotas, de ésas que
duelen, empezaron a caer
y a complicar el panorama.
La pequeña hormiga
no se amedrentó y
continuaba su camino. La
incesante lluvia arreciaba
y para complicar las cosas
aún mas, un tronco
se interpuso en el camino
y aquel pequeño insecto
luchaba por cargar la gran
hoja y pasarla por encima
de ese obstáculo.
Extrañamente
otras hormigas pasaban a
su lado sin siquiera inmutarse
por las penurias que su
amiga, su hermana estaba
pasando. Varias veces la
hoja se le cayó y
la muy testaruda la levantaba,
hasta que en medio de aquella
lluvia y esas gotas, que
para estos insectos son
verdaderas bombas mortales,
la hormiga logró
sacar a cuestas su tarea
y llevar le valiosa carga
al hormiguero, esa carga
que sería alimento
para muchos.
¿Acaso
es Dios malo mis hermanas
y hermanos? ¿Acaso
Dios es cruel y se deleita
en ver como las criaturas
deben esforzarse tanto?
No. Simplemente la respuesta
radica en que siempre y
bajo todas las circunstancias
debemos entregar todo, a
pesar de las incesantes
luchas, los golpes, las
necesidades, no podemos
simplemente echarnos a morir
o esperar a que alguien
nos saque de nuestro apuro.
No
imagino a estas hormigas
reclamando a Dios por lo
"difícil"
de la tarea. No imagino
a las hormigas en rebeldía
contra Dios solo por no
hacerles la vida más
fácil. Quien quiera
seguirme que tome su cruz
y me siga dijo el mismo
Señor Jesús.
Sin embargo vivimos en una
época donde se nos
quiere decir que si cuesta,
si es difícil, si
no es cómodo, si
no hacemos el mínimo
esfuerzo se están
aprovechando de nosotros.
Mis
amadas y amados, ciertamente
la vida puede tener comodidades,
pero la fe es un camino
empedrado lleno de dificultades
y obstáculos. La
buena batalla la llamó
San Pablo. Así que
recordemos que si una hormiga
que trabaja incesante y
sin temor puede hacerlo,
cuanto más nosotros,
hechos a imagen y semejanza
de Dios.
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