Recordar
solo que merece ser recordado.
Un
discípulo se acercó
hasta su maestro espiritual y
le preguntó;
"Maestro...
entonces, perdonar al enemigo,
¿implica ser un incauto,
estar desprevenido o incluso ser
tomado por necio?.
Y
el maestro le contestó:
En
cierta ocasión un buen
hombre iba caminando por la calle
de una gran ciudad cuando, de
repente, le cayó encima
un jarro de agua desde uno de
los pisos situados sobre la acera.
En
un principio reaccionó
con indignación y con furia
vertiendo toda una serie de improperios
contra aquel despistado vecino.
Al día siguiente volvió,
con toda naturalidad y como era
su costumbre, paseando por la
misma calle pero dirigiendo levemente
su cabeza hacia el lugar desde
donde, el día anterior,
le sobrevino la desagradable sorpresa.
El vecino observando la reacción
del afectado, sin pensárselo
dos veces, bajó a la calle
y le preguntó; "¿cómo
Vd se fía a pasar de nuevo
por debajo de mi casa?"
A
lo que aquel le contestó:
"sólo se puede ser
libre en la vida si dejas atrás
aquello que no merece la pena
recordar".
Sólo
se puede cumplir felizmente con
tus obligaciones si no das más
importancia que la debida a aquello
que no se convirtió en
tragedia. No olvidar las pequeñas
cosas de cada día hace
que el campo de tu corazón
quede sembrado con cadáveres
de prójimos vivos y que
tus hombros soporten un peso demasiado
grande para vivir con cierta calidad
de vida".
Desconozco
su autor
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