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¿A dónde corres?
Mi amigo cuenta la historia de algo que sucedió mientras su papá estaba cazando venados en los bosques de Oregon.
Con
el rifle acunado en el hueco de sus brazos, su padre iba por un antiguo
camino de leñadores casi borrado por la exuberante espesura. Caía la
tarde y estaba pensando en regresar al campamento cuando oyó un ruido en
los arbustos cerca de el. Antes de que tuviera oportunidad de levantar
el rifle, un bultito castaño y blanco corrió hacia el a toda velocidad.
Mi amigo se ríe cuando cuenta la historia.
"Todo sucedió tan
rápido, que papá apenas tuvo tiempo de pensar. Miro hacia abajo y allí
estaba un conejito castaño (en extremo agotado) acurrucado contra sus
piernas entre sus botas. La cosita temblaba como una hoja, pero allí
estaba sin moverse.
Esto era sumamente raro. Los conejos
silvestres tienen miedo de la gente, y ni siquiera es fácil llega a ver
alguno... mucho menos uno
que venga y se siente en nuestros pies.
Mientras papá trataba de
encontrarle explicación a aquello, otro actor entro en la escena: Más
abajo en el camino una comadreja saltó al camino, cuando vio a mi padre
(y a la que consideraba su presa, sentada a sus pies) el predador quedo
congelado, el hocico jadeante, los ojos con un brillo rojo.
Entonces
comprendió papá que había irrumpido en medio de un pequeño drama de
vida y muerte en el bosque. El conejito, exhausto por la persecución,
estaba a solo minutos de la muerte. Papá era su última esperanza de
refugio. Olvidando su natural recelo y miedo, el animalito
instintivamente se había pegado a el buscando protección de los afilados
dientes de su implacable enemigo".
El padre de mi amigo no lo
decepcionó: alzó su rifle, apuntó y disparó al suelo justo debajo de la
comadreja. El animal pareció saltar casi recto al aire un par de pies y
entró disparado hacia el bosque de
nuevo, a toda velocidad que sus patas se lo permitían.
Durante
un rato el conejito no se movió. Siguió echadito allí, acurrucado entre
los pies del hombre, en la tarde que caía poco a poco, mientras el le
hablaba suavemente.
¿A dónde fue, chiquitín? No pienso que te molestará por un tiempo. Parece que esta noche te has librado de la trampa. Pronto el conejito se fue saltando, alejándose de su protector para entrar en el bosque.
¿A dónde corres, querido, en momentos de necesidad? ¿A dónde corres cuando te persiguen predadores como los problemas, las preocupaciones y los temores? ¿Dónde te escondes cuando tu pasado te persigue como un lobo implacable, tratando de destruirte? ¿Dónde buscas protección cuando las comadrejas de la tentación, la corrupción y la maldad amenazan con vencerte? ¿A dónde te vuelves cuando tu energía se agota... cuando la debilidad te embarga y sientes que no puedes huir
por mas tiempo? ¿Te vuelves a tu protector, Aquel que esta firme con
los brazos abiertos, esperando porque vuelvas y te refugies en la
seguridad de todo lo que Él es?
A-D
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