¿Dónde estamos?
Muchos son ya los que creen en que es un estado de ánimo negativo lo que provoca una enfermedad y no al revés.
Tendríamos que hacer una terapia basada en la reconstrucción de la armonía con uno mismo, para que de ello se beneficie el cuerpo y no en curar el cuerpo cuando ya no puede más.
Vivimos en un mundo en el que todo lo que nos rodea no nos permite conocernos a nosotros mismos y nos olvidamos de las señales que continuamente nos envía nuestro cuerpo para decirnos “basta”.
Ritmo frenético de vida y de trabajo, el excesivo valor que atribuye la sociedad, que continuamente nos lo recuerda, a lo que “somos por fuera” sin contar con lo que “llevamos dentro”, las exigencias que damos a nuestro cuerpo con dietas y ejercicio, sin medir lo que realmente necesitamos…
Con todos estos abusos nos alejamos cada vez más de nuestros sentimientos, de aquello que realmente sentimos que queremos hacer, y con ello cada vez estamos más distanciados de nuestra conciencia y de nuestro comportamiento.
Es entonces cuando el cuerpo nos envía un síntoma, un mensaje dirigido a nosotros. ¿Y qué hacemos? ¡Llenarnos de medicinas!
El poder de la mente
¿Y por qué no utilizamos antes nuestra mente?
Deberíamos de curar gran parte de nuestras patologías con esta hermosísima herramienta para lograr nuestra armonía.
Deberíamos por lo menos probar.
Si “te prestas atención” cada día un poquito más utilizarás esta herramienta mágica sin darte cuenta de que la estás usando.
Mírate sin tener un espejo, ¿qué ves? Prisas, nervios, mal humor, protestas, acciones violentas… pero sobre todo si miras a ese espejo no verás a los tuyos, no verás sus problemas, sus objetivos, lo que realmente les mueve.
No verás lo que necesitan, lo que requieren de ti.
Mírate, ¿Qué ves?
Finalmente no te ves a ti, eres un desconocido dentro de ti.
Y es ahí cuando es imposible escuchar lo que el cuerpo nos quiere decir.
Y nos llama con sus pequeños toques.
Nos envía dolores de espalda, de cabeza, estados de cansancio, de mal humor….
Utiliza entonces el poder de la mente.
En tus pequeñas cosas usa el humor, crea actitudes positivas aunque sea en las cosas que hagas día a día, en esas que no nos gusta hacer.
Intenta poner alegría en tu vida.
Crea tu ambiente de paz interior para poder escuchar lo que el cuerpo te quiere decir. Aprende a escucharte, a utilizar lo que sientes.
No cargues con esas acciones negativas que sólo tú te has creado y con las que estás demasiado pesado para poder verte y entonces mírate, ¿qué ves?