En la profunda ternura despierta, y en la ilimitada fortaleza soñada... Entre la efervescencia del mar azul, y en el sosiego de la verde montaña...
En el ferviente deseo de liberar tu piel de todos los atuendos que la enjaulan... Entre los tímidos labios que insinúan, y en los ardientes besos que desmayan...
En el orden de tus formas simples, y en el desconcierto de mi morada... Entre las sutiles luces de mi rostro, y en el espontáneo brillo de tu mirada...
En las palabras de naturaleza suave, y en aquellas que son a fuego forjadas... Entre los frágiles cristales del ensueño, y en el gris de nuestras nubes enlazadas...
En la magia alegre de cada encuentro, y en la inevitable tristeza de cada adiós... Entre las notas del celestial pentagrama, y en los acordes febriles de nuestra pasión...
En el enfado ausente, en el sol de la alianza, en la pena dulce, en la alegría de las lágrimas, en el afecto evidente, en la cresta de las ganas, en el gesto sencillo, en la ilusión de las almas,
en el vacío del todo, en el poder de la nada: Puro, poderoso, extraordinario y humilde, traspasando etéreo los insuperables límites de la razón celeste y la imaginación humana.
(Fabián Ruiz)
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