La
ONU alertó este lunes en su cuarto informe sobre el desarrollo de los
recursos hídricos en el mundo que el agua tiene un papel central en
todos los aspectos del desarrollo económico y el bienestar social y que
su mala gestión aumenta el ritmo al que se suceden todo tipo de crisis.
El
documento, articulado en torno a la ‘Gestión de los recursos hídricos
en condiciones de incertidumbre y riesgo’, llama a los gobiernos y
actores con capacidad de decisión a no quedarse paralizados por la
dificultad de hacer previsiones y les invita a cooperar para minimizar
los efectos de su escasez a largo plazo.
Recopilando
el trabajo de 28 miembros y socios del mecanismo interinstitucional
ONU-Agua, destaca que la experiencia histórica ya no es suficiente para
predecir los cambios, pero deja claro que el agua, esencial en la
producción energética, industrial o agrícola, “es el único medio por el
cual las grandes crisis globales pueden abordarse conjuntamente”.
Sus
autores lamentan que poco haya cambiado desde su última edición en 2009
y que todavía haya unos 1.000 millones de personas sin acceso a fuentes
mejoradas de agua potable, unos 1.400 millones sin electricidad en sus
hogares y casi 1.000 millones que sufren malnutrición.
“Lo
que ha cambiado es la velocidad a la que están interconectadas las
crisis. Por ejemplo, la sequía en Rusia en 2006 que le hizo suspender
sus exportaciones de trigo está relacionada con la duplicación de su
precio mundialmente, identificado como uno de los elementos que
desencadenaron las revueltas” en los países árabes, explica a uno de sus
autores, Richard Connor.
El
informe, auspiciado por la UNESCO, subraya que la demanda de agua parte
principalmente de la agricultura (70%), la producción energética, la
industria y el consumo humano, y da por hecho que el incremento de esos
factores añadirá presión, todavía no cuantificable, a su estado y
cuantía.
El
coordinador del estudio, Olcay ünver, consideró obvio durante su
presentación que el agua se está malgastando y animó a no dar por
sentada su disponibilidad en el futuro, en que para 2050 se espera que
haya una población de 9.000 millones de personas y la necesidad de
aumentar en un 70% la producción agrícola.
El
texto llama a cooperar a nivel regional, nacional e internacional tras
reflejar también que el agua no está confinada a las fronteras políticas
y que las consecuencias de su degradación o escasez no se circunscriben
a las mismas.
Así,
por ejemplo, se estima que 148 Estados tienen cuencas internacionales
en su territorio y que “unos 2.000 millones de personas dependen de los
suministros de aguas subterráneas, que incluyen 273 sistemas acuíferos
transfronterizos”.
En
su llamamiento no excluye de la responsabilidad a los ciudadanos, a los
que pide ser más conscientes del impacto de su consumo en la calidad y
cantidad de los recursos hídricos, o aumentar la presión ante hechos
como que el 80 % de las aguas residuales no se recojan ni traten.
El
informe ve fundamental establecer sistemas sostenibles y lo más
precisos posibles para la recopilación y difusión de datos, que
facilitan las decisiones y mejoran la productividad, y tacha de
“sorprendente” lo poco que se conoce por ejemplo sobre cuánta agua
extrae y consume la industria.
Su
publicación llama también la atención ante prácticas como la
deslocalización, por la presión que supone el gasto adicional de agua
para uso industrial en países con escasez hídrica, y alerta del impacto
económico de la necesidad de extraer o transportar agua cada vez a mayor
profundidad o distancia.
No
esconde la dificultad de prever las consecuencias del cambio climático o
de hacer cuentas precisas sobre el aumento de la población y su
distribución espacial, la demanda agrícola o energética, y por eso
recalca que gobiernos e instituciones deben emplear sistemas de gestión
flexibles.
El
texto anima además a mirar la crisis económica como una oportunidad que
obliga a tomar medidas que maximicen los beneficios, e incide en que,
según Connor, “hasta que no veamos el papel del agua como elemento
central en la toma de decisiones, las crisis mundiales van a continuar, y
cada vez más rápido”.