Un beso, quiero besarte ahora, porque sí y nada más, porque me atraes y lo deseo aquí y ahora. Sí, quiero besarte ahora y no admito excusas, porque un beso no se agenda, no admite días, horas o lugares específicos; ni se contabiliza tal como si fuera mercancía. Por eso tampoco estoy dispuesto a pagar nada por dártelo, salvo el precio de las consecuencias de este impulso irreflexivo que me desborda.
Quiero besarte ahora, y no pidas que explique el por qué. ¿Cómo explicar el magnético hechizo que me transmiten tus labios, tu pelo, tus manos, tu cuerpo frágil? ¿Cómo sobreponerme a la atracción misteriosa e irresistible que ejerce sobre mí tu piel que me invita a que la explore centímetro a centímetro, en una aventura única e irrepetible?
Quiero besarte ahora, con la inocencia tímida de la primera vez, con la ilusión maliciosamente agazapada del que conquista; y que no se parezca en nada al beso que dan los maridos idiotas, ni tampoco al que dan esos amantes furtivos que necesitan el estímulo teatral de lo prohibido.
Quiero besarte ahora, porque sí, porque siento que este es el momento y el morbo me mata. No soy un loco más, ni un sátiro, simplemente soy el que quiere besarte, pero besarte de verdad.
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