El necio discute para ganar una discusión; el sabio discute para buscar la verdad.
El necio discute para imponer su opinión; el sabio discute para someterse a la verdad.
Si discutes con el necio pierdes el tiempo, si discutes con el terco
te irritas, si discutes
con el soberbio recoges ofensas, si discutes con
el sabio te acercas a la luz.
De la discusión madura salen dos personas en comunión, aunque con
distintas opiniones; de la discusión
inmadura quedan dos personas
lastimadas y ofendidas, aunque coincidan en sus opiniones.
En toda discusión, más allá del tema discutido, están en juego: tu
necesidad de dominar
y someter al otro, tu honestidad para con la
verdad. Y tu capacidad de aceptar
y respetar al otro como otro, distinto
de ti.
René Trossero
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