Aprended a poner en una balanza las pequeñas contrariedades de la existencia y todos los bienes que la Providencia os ha distribuido generosamente, y sacad de ello las debidas conclusiones: tan sólo podréis experimentar gratitud.
Observaos y constataréis que en lugar de ver las cosas de esta manera, no hacéis sino comparar lo poco que poseéis en relación con todo lo que poseen otros más privilegiados que vosotros. Pues bien, esta no es una buena comparación. Si tenéis una necesidad imperiosa de hacer comparaciones de esta índole, ¿por qué no tener en cuenta todas las ventajas que poseéis en comparación con tantas otras personas en el mundo que viven en condiciones verdaderamente horribles?.. Los humanos con su ingratitud y descontento constantes, demuestran ser poco inteligentes: en lugar de tomar conciencia de las bendiciones con las que el Cielo les ha colmado, sólo tienen motivos para sentirse desgraciados.
Todas las mañanas, al despertaros, invocad para que la alegría y el amor os invadan. En lugar de empezar el día pensando que os falta dinero, que aquél o aquélla a quién amáis os es infiel, que cierto vecino o determinado compañero de trabajo os acosa, decid: "Señor Dios, Te agradezco hoy el sentirme vivo, con salud, el poder respirar, comer, andar, mirar, oír, pensar, amar, pues éstos son tesoros inestimables". Sí, levantaros, cada mañana agradeciendo al Señor por todo lo que tenéis.
Tan solo la gratitud puede salvamos. y debemos aprender incluso a dar gracias por los acontecimientos desagradables, ya que es la mejor forma de transformados. Si gritáis o os subleváis, vuestra estado no mejorará nunca. Pero si decís: "Oh, gracias Señor porque seguramente hay una razón por la que he encontrado este obstáculo, tengo todavía algo que aprender", entonces sentiréis que poco a poco vuestras dificultades se transforman en oro y piedras preciosas. Sí, es como si las recubriérais con polvo de oro o de cristal: aparecerán otro día bajo un aspecto distinto. Probad y veréis.
Nada puede resistirse frente a la gratitud. Por lo tanto, dad todos los días gracias al Cielo por todo 10 que os ocurre porque es para vuestro bien. Desde hoy, decid: "Gracias Señor, gracias Señor..." Dad gracias por lo que tenéis y por lo que no tenéis, por lo que os hace feliz y por lo que os hace sufrir. Así es como mantendréis en vosotros la llama de la vida. Esta es una ley que debéis conocer. Diréis: "Pero, ¿cómo se puede estar agradecido cuando se es desgraciado, se está enfermo, o en la miseria? ¡No podremos hacerlo nunca!" Si podéis, y este es el mayor secreto:
incluso sintiéndoos desgraciados, debéis encontrar una razón para dar las gracias. ¿Sois pobres, estáis enfermos? Agradeced, agradeced, alegraos... ¿de qué? De ver a los demás ricos, con buena salud, en la abundancia, y veréis, poco tiempo después se abrirán ciertas puertas y descenderán bendiciones sobre vosotros.
El saber dar gracias e incluso alegrarse cuando aparentemente no se tiene ningún motivo para ello, es una extraordinaria filosofia que os dará la posibilidad de superar todas las dificultades, de observar la vida desde arriba, de dominar todas las situaciones. Ningún químico ha descubierto todavía un elemento que produzca efectos tan poderosos sobre el ser humano como el agradecimiento. En ningún laboratorio se ha estudiado todavía la repercusión que el agradecimiento puede tener sobre el organismo humano, todo lo que puede cambiar en el cerebro, en el corazón, en los pulmones e incluso en el sistema circulatorio, muscular...
¿Cómo no agradecer todo lo que el Cielo nos da? Sólo que no se ve, porque estamos acostumbrados a mirar siempre hacia abajo, es decir a mirar lo que no funciona, todo lo que motiva las preocupaciones, las inquietudes y los pesares. Nos olvidamos de mirar hacia arriba, allí donde se encuentra la luz, la belleza y todo lo que puede dar precisamente un impulso a nuestra alma, forzada a descubrir los medios para superar las dificultades y dar gracias al Cielo.
Las preocupaciones, las dificultades existirán siempre, hagáis lo que hagáis; es inútil luchar contra ellas, porque seréis vosotros los que sucumbiréis. ¿Qué hay que hacer entonces? Lo mismo que hacemos contra las intemperies o contra los insectos: equiparse. Para resguardarnos de la lluvia, cogemos un paraguas; para protegemos del frío, nos vestimos con ropas de abrigo o instalamos una estufa; y para protegemos de los mosquitos, colocamos una mosquitera o utilizamos algún producto. Pues bien, para protegerse de las dificultades, no hay otra solución que la de mirar hacia lo alto para recibir la luz y la fuerza; será entonces cuando, no sólo triunfaréis, sino que os sentiréis profundamente agradecidos.
El que aspira a la felicidad debe saber dar las gracias por todo lo que posee, e intentar aportar algo luminoso a los demás. Debe aprender a alegrarse, y particularmente a apreciar todo aquello que ha sido desdeñado o despreciado. Debe procurar descubrir, cada día, un acontecimiento, un encuentro, un pensamiento con el que sentirse bien, o maravillado, y ponerlo en su corazón, en su memoria, en su inteligencia. Sí todos los días dais gracias al Señor, si estáis contentos por todo lo que os da, poseeréis el secreto mágico que puede transformar vuestra vida, y las entidades luminosas del mundo invisible se acercarán a vosotros para ayudaros.
Omraam Mikhaël Aïvanhov